Violencia y fantasías sexuales, ¿dónde ponemos el límite?
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Madrid, viernes, 22:00 horas. Entro con un compañero en 'Satén', uno de los primeros clubes de intercambio de parejas que se abrieron en la ciudad, y uno de los pocos que sobreviven tras más de una década en funcionamiento. Nos recibe Isacio, su dueño desde hace 3 años y medio.
Charlamos en la sala mixta, la zona de bar, la entrada del local. Aquí puede tomar algo cualquier cliente, sin limitaciones. Una luz tenue y una música suave nos conducen a través de un pequeño pasillo hacia la sala romana, la sala orgiástica. A ella sólo pueden acceder parejas y personas invitadas por éstas. La decoran dos camas gigantes de cuero negro, un 'columpio del amor' y una camilla de masaje y bondage (una práctica sexual en la se utilizan ataduras).
Subimos a la primera planta, visitamos los vestuarios, similares a los de cualquier gimnasio o balneario, e Isacio nos invita a conocer la sala de los juegos y su cielo estrellado. Pasamos rápidamente al siguiente habitáculo, la sala de 'Historia de O', donde uno puede desarrollar fantasías similares a las que transcurren en la novela homónima BDSM (prácticas de sexualidad no convencional: Bondage, Disciplina y Dominación, Sumisión y Sadismo, Masoquismo) de la escritora francesa Pauline Réage. Vemos una pequeña cárcel, una mazmorra, una cruz de San Andrés, un potro, otra mesa de bondage más grande y una silla ginecológica.
"Entre nuestros clientes tenemos fiscales, jueces, marqueses, personas de extracción social humilde, gente muy joven -a algunos menores hemos tenido que prohibirles la entrada- y hasta adultos de 65 años. Suelen visitarnos dos veces por semana", explica Isacio. "Lo que sí es cierto es que una notable mayoría de las mujeres que vienen aquí son bisexuales, no en cuanto a efectividad, pero sí en cuanto a la práctica sexual. En el caso de los hombres, el porcentaje es reducido", añade.
Para algunas parejas, incluso, esta es una forma de vida, "la poliamoría, personas que no se cierran a la sexualidad exclusivamente dentro la pareja, sino que se abren con el consentimiento, la comunicación y la participación de ambos. Algunas personas hacen esto en su tiempo libre, otros las 24 horas del día", aclara el dueño de 'Satén'.
Indagamos un poco en la oferta concreta del club. "Tenemos la noche de los tríos, otra semanal de BDSM, la de la orgía o el intercambio de parejas... La primera incursión suele venir por parte del hombre, pero luego la mujer insiste en volver si la experiencia ha sido buena", cuenta el anfitrión.
Le preguntamos después acerca de las prácticas que se llevan a cabo en su local y la violencia aplicada. "Cualquier juego erótico que incorpore violencia deja de ser un juego y se convierte en maltrato, pero sí hay juegos en los que se emplea el teatro de la violencia, la imagen de la violencia. En España suele hablarse de BDSM", afirma Isacio. Precisamente, se trata de la práctica preferida por algunos de sus clientes más fieles.
Sonia tiene sólo 24 años, es bisexual, lleva 4 o 5 visitando el club y lo hace unas dos o tres veces por semana. Jose, de 37 y heterosexual, conoce 'Satén' desde su apertura; y María, de 30 y heterosexual también, digamos que es la principiante, con sólo 1 año de experiencia en este tipo de lugares. Nos reunimos en la sala romana.
Publicado el 25 de marzo de 2010 a las 20:00.