Isabelle Aubry, autora de 'La primera vez tenía seis años...': "Una nunca se cura del incesto"
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(...) Será en la bañera donde tendrá lugar mi primera muerte. Tengo seis años y, metida en la bañera, chapoteo con mi padre. Me mira fijamente mientras pataleo sumergida en agua caliente y me divierto salpicando el suelo a mi alrededor. Pero él juega mentalmente a otra cosa y, sin decir, palabra, me coge la mano y la dirige entre sus piernas al tiempo que me indica el ritmo a seguir. Pasados unos largos minutos, mi padre hace una parada. Me dice que ha terminado el baño y que tengo que ponerme a gatas en el suelo. Le obedezco sin comprender lo que pasa (...).
Así de estremecedoras son las confesiones de Isabelle Aubry, una parisina de 45 años que sufrió los abusos de su padre durante 8. Hoy, lucha para que nadie más pase por un calvario similar. Ha logrado cambiar la ley sobre el incesto en su país, Francia; ha fundado -hace 10 años- la Asociación Internacional de Víctimas del Incesto (AIVI), para concienciar de la existencia de esta lacra y ayudar a los afectados; y ahora publica en España el relato de sus violaciones (Ed. Roca):
(...) Entramos en el pequeño apartamento del señor Fulano de Tal: un televisor, una moqueta marronosa, una mesa baja, la señora Fulana de Tal con el pelo teñido de rubio y un largo canapé en el que se acomodan los presentes. A lo que se ve, todos saben a que han venido. También yo lo adivino y la angustia que ya siento sube de nivel cuando, tras cerrar la puerta, me quedo a solas con el hombre. A quien no conozco. Que no me conoce. Que empieza a desnudarme. Que se desabrocha los botones de los vaqueros mientras me acaricia los pechos.
(...) Vuelve Renaud con su conquista y ahora nos revolvemos los cuatro en el raído sofá-cama, delante del televisor apagado.
(...) Tengo trece años y medio y acabo de vivir mi primera orgía (...).
Según los datos de AIVI, el 80% de las víctimas de infracciones sexuales son de sexo femenino, el 20% de las mujeres y el 7% de los hombres sufren una agresión sexual antes de los 18 años, el 45% de las violencias sexuales conciernen a niños de 0 a 9 años, y el 50% de las víctimas de incesto pertenecen a familias afectadas por el alcoholismo.
En cuanto al agresor, el 72% de los autores de violencia sexual sobre menores son miembros de la propia familia; y, con respecto a las consecuencias, podemos hablar desde la perturbación del sueño, la anorexia o la bulimia, diferentes problemas psicológicos, las drogas o la prostitución. Entre un 76 y un 90% de las mujeres y de los hombres que se dan a la prostitución, tienen antecedentes de agresiones sexuales de orden incestuoso. Así lo cuenta Isabelle en su libro:
(...) Mi hijo nace y yo renazco. Tengo veinticuatro años y desaparecen como por ensalmo, para no volver nunca más, mis viejos enemigos: la bulimia, la anorexia, la automutilacón (...) Estoy en paro y soy madre soltera de un niño de pocos meses. Tengo que encontrar una solución para costear la vida de este niño. Y rápido. Dada mi total incapacidad para reanudar una vida normal, la única solución que tengo a mano es volver a la prostitución (...) Necesito la noche, el alcohol, el olvido y experimentar esa sensación de poder que me invade cuando un hombre me da dinero (...).
Después de mucho sufrimiento, y gracias a una vecina, Françoise Abeille, el infierno de Isabelle sale a la luz, a sus 14 años. Su padre iría a la cárcel, pero su trauma continuaría:
(...) -Isabelle, ¿tu padre se acuesta contigo?
-Sí.
Ya lo he dicho.
Y el mundo no se ha hundido.
Y no me he quedado muerta de repente.
Pero no tardaré en morir. Cuando mi padre se entere de que he revelado nuestro secreto me matará con sus propias manos (...).
Tras este gran paso hacia adelante, la carrera no haría más que empezar. Terapia y más terapia, ha sido la única solución para convertirse hoy en día en esposa y madre, y en una guerrillera de los pies a la cabeza, marcada, eso sí, por la muerte de su amiga Sandrine, víctima de incesto que se suicidó dejando dos huérfanos, después de fundar junto con Isabelle y otras personas que asistían a las terapias, la Asociación Internacional de las Víctimas de Incesto (AIVI).
(...) Por ella y por todas las demás víctimas que destruye el incesto, debo luchar y recoger la antorcha donde la dejó Sandrine. Seis meses después de su entierro, me convierto en presidenta de la Asociación Internacional de las Víctimas de Incesto.
A partir de ese día, lo que me mueve es la rabia (...).
Sin embargo, y a pesar de estas confesiones finales que se pueden leer en el libro, Aubry asegura en sus entrevistas: "Una nunca se cura del incesto".
Asunto pendiente: No a la violencia.
Publicado el 23 de abril de 2010 a las 11:15.