Laura Alonso mantuvo relaciones con su asesino, discutieron, ella le abofeteó y él la estranguló
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'Se le fue de las manos', 'le pudieron los nervios', 'no controló la situación'... Muchas de estas frases suenan cada vez que se produce una muerte por violencia de género, pero ninguna es válida ni justifica el fin.
Faro de Vigo publicaba ayer en su edición electrónica detalles acerca del asesinato de Laura Alonso -vecina de Toén (Ourense)- a manos de Javier Cruz, su ex pareja. Según explica el diario gallego, Laura y Javier mantenían relaciones sexuales desde hacía dos años, a pesar de que ambos tenían ahora otra pareja.
Aquella noche, la noche del crimen, hubo sexo, luego discutieron -supuestamente Laura le recriminó a él su fin de semana en la playa con su actual pareja-, ella le abofeteó y él le apretó el pescuezo hasta matarla, después de escupirle en la cara, según Xornal de Galicia. Eso es todo.
El asesino confeso, según Faro, había pasado el fin de semana en la playa con su novia y otras personas, llegó a su domicilio de Toén a las once de la noche -ese domingo- y, dos horas y media más tarde, recibió la llamada de su víctima y posteriormente un mensaje de texto, para quedar en Alongos. Allí se encontró el coche de la chica de 19 años, perfectamente aparcado, porque luego se movieron en el Audi del asesino (de 32 años). Se trasladaron cerca del colegio de Toén, y allí terminó la historia de Laura.
Murió asfixiada, aunque el agresor creía en un primer momento que era un vahído. Esperó, condujo, pero su ex novia no se despertaba. Entonces llegó el pánico, el caos, se deshizo de las pertenencias de la chica y luego de su cadáver.
Por delante quedaban 6 días de angustiosa búsqueda, por parte de autoridades, amigos y familiares. Javier volvió a casa, y al día siguiente a su puesto de trabajo, en el taller de su padre, concejal del PP. Y mientras la búsqueda de Laura continuaba, él disfrutaba de nuevo de las playas en las Rías Baixas. El domingo terminó la película. La policía le detuvo, después de que el sábado se encontrase el cuerpo sin vida de ella.
Ahora, el centro penitenciario de Pereiro de Aguiar, donde se encuentra Javier Cruz, podría dictaminar un régimen de aislamiento para el asesino, que de momento es vigilado a todas horas. Dicen que está bien, que no se muestra nervioso. Pero no me importa. Por un lado pienso, todo el mundo tiene derecho a una segunda oportunidad, a rehacer su vida después de pagar por lo sucedido. Por otro lado, imagino que Laura es cualquiera de mis amigas, y entonces caigo en que Laura también tendría derecho a esa segunda oportunidad, pero Laura está muerta y Javier vivo.
Toén, un pequeño pueblo ourensano, nunca olvidará este suceso. La familia de Laura no volverá a ser como antes. A sus padres prácticamente se les ha terminado la vida, el resto se resumirá en sufrimiento. Para los padres de Javier más de lo mismo. Sus vidas han acabado, no podrán pasear por el pueblo, abrir su taller, acudir al ayuntamiento, hacer vida normal. Porque antes eran los padres de Javier, y ahora son los padres de un asesino que ha matado a una vecina. La diferencia es que, para bien o para mal, su hijo sigue vivo y, quizás, algún día superen este 'episodio'. ¿Y la actual pareja de Laura? ¿Qué se le pasará por la cabeza? ¿Y la de Javier? ¿Se sentirá afortunada por no haber sido ella la víctima? Son tantas las preguntas y una única respuesta: Laura ya no está.
Publicado el 3 de septiembre de 2009 a las 16:00.