Mujeres sin peineta ni mantilla a la vista
Sin mantilla, sin peineta, ropa oscura, rosario y vela en mano, uniforme requerido históricamente a la mujer para acompañar a un paso religioso. Así se dibuja su perfil en la Semana Santa actual, sustituyendo dicho vestuario por otro más adecuado para ejercer de anderas, costaleras o penitentes, funciones prohibidas hasta hace no demasiado tiempo, al menos en la capital. Ángela Muñoz, consiliaria de la Cofradía del Santísimo Cristo de la Fe, también conocida como Cofradía del Silencio, ya ha probado algunas de ellas. "Hace unos 8 ó 10 años, en esta cofradía se decidió que nosotras también podríamos salir con un paso, y fue la primera de Madrid en sacar a la Virgen portada únicamente por mujeres, por anderas", explica. Lamentablemente, el paso se estropeó y, debido a la falta de recursos para recuperarlo, no pueden lucirlo ahora en procesión.
Pero la prohibición no se queda ahí, porque tampoco han podido convertirse en penitentes, y en las juntas de las hermandades se encuentra cierta discriminación. "Antes casi no había mujeres en ellas, era todo cosa de hombres y nosotras ejercíamos de espectadoras, mientras que ahora, por ejemplo, en esta cofradía somos mitad y mitad en la Junta", añade Ángela, concluyendo que, al menos en su hermandad, la mujer ocupa ya el lugar que se merece: "No conozco el funcionamiento de las demás cofradías, pero en ésta le aseguro que tenemos totalmente el espacio que queremos".
LA SOLEDAD Y EL DESAMPARO
Desde Atocha, 87, donde se encuentra la Iglesia del Santísimo Cristo de la Fe que este Viernes Santo saldrá en la procesión (19 horas), caminamos hasta la parroquia de San Ginés, en Arenal, 13. Entrando por la calle Bordadores, nos encontramos con María del Carmen Cámara, Olga Martín y María Teresa Moreno, camareras y anderas y dos de ellas damas de Nuestra Señora de la Soledad y el Desamparo. Nada más verme, cubren la imagen en señal de respeto. Juntas preparan a la Virgen para el Encuentro del próximo 19 de abril (17 h.), vistiéndole su ropa interior, las enaguas, una camisa pequeña, una camisola y varios cancanes. "Esto lo hacemos sólo las mujeres, pero aquí no hay discriminación, los hombres y las mujeres somos uno, aunque sí sé que en otras cofradías la cosa es diferente", comenta Olga que, junto a Mari Carmen, pertenece también al grupo de anderas de María Auxiliadora de Parla. Un hábito negro, color que presidirá el resto de sus prendas (zapatillas, calcetines...), un cinturón de cordón blanco y guantes de idéntico color, aparte de un tercerol que les cubrirá el rostro, conformarán su vestuario para salir como penitentes en procesión, en la capital.
Mientras colocan los complementos finales, entre ellos varias medallas de la congregación y un rosario, Francisco José Perales, camarista de la imagen, supervisa los trabajos. "Yo le doy sólo los toques finales, la parte delicada es cosa de ellas", matiza,mostrando el vestido con claveles bordados que lucirá la Virgen y en el que ha invertido cuatro meses de trabajo. "Creo que la mujer es el futuro de la Semana Santa. Años atrás lo fueron las bandas o los costaleros. Ahora le toca tirar a ellas, pasando de estar relegadas a ser partícipes en todo, como capataz de paso, hermana mayor...", subraya el bordador, que viste este año a un total de 65 vírgenes, en puntos como Galicia, Barcelona o Huelva, además de Leganés (la Soledad).
MARIANA MARTÍNEZ
Con Mariano Rivera, Hermano Mayor de la Real Ilustre Congregación de Nuestra Señora de la Soledad y el Desamparo, caminamos de nuevo hacia Atocha, en esta ocasión hacia la Parroquia de la Santa Cruz, a la altura del número 6. Y en el trayecto descubrimos que, de las once cofradías principales que existen en la almendra central, sólo una está presidida actualmente por una mujer: la Cofradía de los Siete Dolores. Sin embargo, "fue la de la Soledad la primera en tener una mujer como Hermana Mayor, en el siglo XVIII: Mariana Martínez. Era la viuda de uno de los zapateros, fue muy mal visto e incluso hubo un pleito para destituirla", recuerda Rivera. No fue hasta el Concilio Vaticano II y hasta la reforma del Código de Derecho Canónico, a principios de los 90, cuando se reconoció que "hombres y mujeres podían pertenecer a cofradías, algo no permitido hasta entonces. La mujer tampoco podía participar en procesiones, para no mezclarse con los hombres. Afortunadamente, la mujer ha cobrado un valor en las congregaciones incluso más importante que el hombre", afirma.
PARROQUIA DE LA SANTA CRUZ
Llegamos a nuestro destino final para conocer a Cristina Navazo, Hermana Mayor de los Siete Dolores, la única mujer que hoy en día lidera una cofradía en el centro de la ciudad, "tal vez porque esta congregación es mariana y esto se ve con mejores ojos, aunque realmente no creo que un hermano mayor se pueda oponer en estos tiempos a algo así", reflexiona. Aquí, "la limpieza del paso se hace entre mujeres y hombres, y ellos, por ejemplo, colocan el paso porque su fortaleza es superior, es lo único en lo que son superiores", bromea Navazo. "Las mujeres se encargan de organizar los actos, mantener la cera, los devocionarios... Esto es dedicación nuestra", aclara. Sin embargo, es un hombre el que se dispone a vestir a la Virgen. Momento de marcharnos, en señal de respeto, por ella y por todas las mujeres.
VISTIENDO A LA VIRGEN DE LOS SIETE DOLORES
Aunque Cristina Navazo, Hermana Mayor de los Siete Dolores, tiene siempre la última palabra, un hombre viste a la Virgen en esta cofradía, acompañado de dos camareras. "Siempre se ha dedicado a esto, escribió incluso un libro, tiene mucho gusto y disposición. Cada vez hay más hombres que cumplen esta función", asegura Navazo, que ejerce este papel desde hace 2 años.
Publicado el 15 de abril de 2014 a las 08:00.