Quedémonos con la responsabilidad y la auto exigencia
Son muchas las líneas que se llegan a escribir a lo largo de siete años, algunas agradables, otras no tanto. Muchas repletas de dudas y con errores, otras claras y seguras. Pero, al fin y al cabo, líneas que muchos periodistas ya no pueden construir, víctimas de un tifón que se ha llevado y que se lleva la profesión por delante. Cuesta mantener las ganas de hacer las cosas bien, el rigor, la calidad de tus palabras. Por eso, cuando esa angustia llega, y antes del 'corta y pega', uno debe plantearse la exigencia de hacer algo que otros ya no pueden. También la responsabilidad de una sociedad que necesita, ahora más que nunca, un cuarto poder de defensa y protección. Porque, al mismo tiempo que el periodismo se desmorona, crecen las desigualdades sociales, esa brecha que tanto nos ha hecho sufrir últimamente. En siete años hemos pasado de escribir sobre cierto aumento en el número de parados, a vivir en primera persona los desahucios de decenas de familias, los colapsos de los comedores sociales, el hambre de muchos escolares sin suerte, la desesperación, los recortes en dependencia, en materia de discapacidad o en atención a personas que ya se encontraban en riesgo de exclusión mucho antes de que estallase esta tormenta. Ciudadanos que nos necesitan, hoy y mañana, cuando escampe, y a los que no podemos explicarles nuestras condiciones laborales o que nuestro compañero de al lado ya no está.
Publicado el 18 de octubre de 2013 a las 10:15.