El 'pseudomusical' sobre Nino Bravo toca la fibra sensible
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Un musical sobre Nino Bravo lleva meses recorriendo la geografía española. Estos días, se encuentra en el interior del antiguo Teatro Calderón en Madrid. Tenía curiosidad por observar las particularidades de este evento y me acerqué hasta una de las funciones con la pretensión de conocer su contenido. La emoción pudo con mis ojos en este bonito homenaje a Nino, aunque la promoción realizada vaya por el camino inadecuado.
El nombre del espectáculo no se corresponde exactamente con lo que ofrece cada función. ¿Un musical? Algo parecido, pero sin los estándares cotidianos de este género teatral. Falta una trama o historia narrativa, las coreografías o bailes adquieren poco protagonismo durante la cita artística y, realmente, 'Nino Bravo: el musical' se convierte en un bellísimo concierto-homenaje a Bravo, intercalado con declaraciones de personas que le conocían, a través de una gran pantalla situada en el fondo del escenario. Además, se proyectan grabaciones del propio Nino, como la interpretación de 'Libre' o el dúo virtual del valenciano con María, una de las protagonistas de espectáculo. Ella se encarga de abrir el repertorio cantando 'Como todos', pieza incluída en el 'Tú Cambiarás' (1970).
La escenografía de 'Nino Bravo: el musical' rememora la de aquellas actuaciones musicales a finales de los 60 y principios de los 70, aunque para los espectadores más jóvenes la situación recuerda al conocido programa televisivo 'Noche de fiesta', que firmaba José Luis Moreno. Los contenidos audiovisuales son demasiado básicos, pero, musicalmente, el evento está hecho para satisfacer a cualquier fan de Nino Bravo o a quienes deseen indagar un poco más en el significado de su vida artística. Los cuatro cantantes del 'musical' están a la altura de posibles expectativas. José Valhondo, Carmen María, Jon Allende y María ofrecen un nivel extraordinario sobre el escenario, interpretando 17 temas de Nino, entre los cuales se encuentran clásicos tan populares como 'Te quiero, te quiero', 'Cartas amarillas', 'América, América', 'Noelia' (¿Cuántas mujeres se llamarán hoy en día de este modo por aquella canción?) o 'Un beso y una flor'. Si uno anda sensible, caen las lágrimas.
La producción ha tenido una gran acogida allá donde ha ido porque millones de personas han escuchado a Nino Bravo, un joven (sumaba 28 años cuando murió en aquel accidente de tráfico) que trae muchísimos recuerdos a quienes ahora mismo superan los 40 años o incluso los 50. Tenía un registro vocal alucinante, con el cuál transmitía fuerza y una de serie de matices interpretativos que no precisaban la típica gestualización. Porque lo decía todo cantando. Era un gran intérprete (no componía los temas) y estaba comenzando a componer cuando el destino puso fin a su vida. Además, su popularidad apabullaba en España, crecía durante sus visitas a Latinoamérica y ganaba enteros en otros rincones del globo terráqueo. Lo tenía todo para ser un grande de la música. Perdón. Lo ha sido. Lo sigue siendo. Nino poseía un don que le permitía llevar a su terreno partituras diversas con una gran versatilidad. Sólo hay que escuchar los discos 'Puerta de amor', 'Mi tierra' o 'Un beso y una flor' para darse cuenta de ello. Este disco, grabado en 1972, incluía como primera canción un himno, compuesto por Herrero y Armenteros, para numerosas generaciones. Una premonición. Una filosofía de vida. El mensaje que Nino nos manda cada día cuando brilla el sol.
Publicado el 4 de febrero de 2010 a las 09:30.