Si The Rolling Stones andan envueltos en la vorágine de su 50 aniversario con los cuatro conciertos previstos y una posible gira mundial, otros coetáneos a los que casi siempre se les ha enfrentado sin razón comprensible, The Beatles, también funcionan como una verdadera máquina de noticias por uno u otro motivo.
En este caso, el 6 de noviembre saldrá a la venta una réplica en edición limitada de su primer single con el diseño original. ¿De qué canción estamos hablando? ¡Por supuesto! ¡Love me do! Salió al mercado el 5 de octubre de 1962. Ya ha llovido desde entonces, pero la emoción se mantiene inalterable. ¿Canturreamos un poco?
¿Beatles o Rolling? ¿Rolling o Beatles? Seguro que les han hecho alguna vez esta pregunta, de respuesta transparente para algunos y difusa cuando se dirige a otros. ¿Existe la obligación de quedarse con uno de los dos grupos? Evidentemente, ambas formaciones forman parte de una lista exclusiva en la que se encuentran las más grandes jamás conocidas, ya sea por su trayectoria, la calidad que han atesorado o la influencia mostrada sobre el resto de los seres humanos, coetáneos o posteriores. Más allá de una posible elección, este aspecto no concibe dudas. Si surgen, os agradecería que me las explicáseis.
Una vez dicho esto y teniendo en cuenta su paralela creación a principios de los 60, The Beatles y The Rolling Stones han creados estilos sumamente diferentes debido a su concepción musical, a la forma de hacer canciones, y también a la imagen artística que se ha transmitido a la opinión pública. Manifiestan dos personalidades distintas, por lo que al final la respuesta siempre dependerá de gustos sonoros, etapas vitales que provocan una u otra identificación o esos discos que tus padres, hermanos mayores o familiares te ponían cuando eras pequeño. Esta última teoría atañe, sobre todo, a quienes integran la generación nacida en los 80.
Ni quiero ni puedo elegir. Nunca me canso de escuchar sus discos, de tararear las letras que poseen y siempre aparecen detalles nuevos que mejoran la anterior escucha. La música de The Beatles suele transmitirme una alegría fresca, dulce, directa y contundente, debido a esas composiciones que, de forma habitual, resultan muy pegadizas tanto en el fondo como en la forma. Un buen ejemplo sería 'I should have known better', del 'A hard day's night' (1964). Todo parece muy medido, suena nítido y, aunque su discografía incluya numerosos guiños estilísticos, representan la esencia de la música popular. No del pop difundido en la actualidad, sino de una forma de hacer canciones que probablemente no tenía referentes anteriores.
En cuanto a los Stones, el efecto que provocan en mi interior es más introspectivo, paranoico y profundo, no por ello menos placentero que la felicidad anteriormente descrita. Desde esa base 'bluesera' que marcó sus inicios (rememoremos el 'I got the blues' del 'Sticky Fingers', 1971), disfrazando este corazón con diferentes capas, transmiten a quien escribe una sensación más barroca, picante, con segundas interpretaciones y de penetración progresiva. Definirles constituye un atrevimiento tan osado que simplemente me limito a opinar desde la emoción y elegir uno de los nombres (The Beatles o The Rolling Stones) debe responder al mayor número de sentimientos positivos provocados, a los recuerdos que nos persiguen, no a la calificación numérica de sus grandezas.
Annie Leibovitz retrató de esta manera a John Lennon y Yoko Ono el 8 de diciembre de 1980. Pocas horas después, Mark David Chapman decidió acabar con la vida de este músico y compositor (Liverpool, 1940) cuando apenas tenía 40 años. El surrealismo pinta la realidad de un modo insultante, ridículo y radicalmente injusto. Los latidos de Lennon no valían más que los de cualquier ser humano por el simple hecho de ser un 'beatle' o haberse ganado el respeto universal debido a la utilización de su repercusión artística para reivindicar derechos tan fundamentales como la paz. Pero la manera en que falleció conmociona a cualquiera.
El asesino de Lennon, situado en las inmediaciones de su casa con 'El guardián entre el centeno' de J.D. Salinger como acompañante literario, le pidió un autógrafo esa misma tarde con una educación nada sospechosa. Lennon le firmó un ejemplar de 'Double Fantasy'. Cuando el artista regresó por la noche, Chapman le disparó con una frialdad cinematográfica y las balas perforaron el cuerpo de Lennon. Poco antes de que acabase aquel día, su corazón dejaba de latir en el Hospital Roosevelt de Nueva York, la ciudad donde sucedió todo.
'Dale una oportunidad a la paz', decía este tema. 'Give peace a chance'. La citada composición, escrita por Lennon y editada en un sencillo con el nombre de Plastic Ono Band, fue una buena muestra del compromiso social de Lennon, que se había encamado en marzo de 1969 con Yoko Ono en el hotel Hilton de Amsterdam después de su boda para manifestarse en contra de la Guerra de Vietman.
La frase que supuso el título de la canción fue utilizada por John de forma esporádica tras la pregunta de un reportero en aquel encierro y Lennon ideó una pieza musical en torno a la idea, que fue grabada en un hotel de Montreal (Canadá) con un ambiente eufórico. Corría el año 1969. Dos más tarde (1971), salió al mercado 'Imagine', quizá el álbum más popular de Lennon como solista, que incluía ese himno mundial por la paz llamado 'Imagine'.
Desgraciadamente, uno de los mayores embajadores de la paz fue víctima de una guerra, la violencia personal de quienes no saben vivir en paz consigo mismo. Han pasado treinta años y un día desde que murió. Pero ni Chapman ni el terrorista ideológico más potente del universo logrará que desaparezca de nuestras mentes. Sus palabras tienen mucho más poder.
Si las condiciones climatológicas lo permiten, el 21 de julio tendrá lugar en la azotea del Círculo de Bellas Artes (Madrid) un concierto muy especial. Artistas como Amaral, Vetusta Morla, Coque Malla, Lovely Luna, Tulsa, Pájaro Sunrise o Havalina se unirán para rendir homenaje a The Beatles.
Este evento pretende rememorar, más de 40 años después, el último directo de la banda británica aquel 30 de enero de 1969. Se realizó en la azotea de los estudios Apple en Saville (Londres) y los escarabajos andaban grabando 'Let it be', el que sería su último álbum.
La cita permitirá escuchar las interpretaciones que estos artistas harán de temas como 'Across the universe', 'The long and winding road' o 'Let it be', porque tocarán todo el LP de 'Let it be'. ¿Cuánto cuesta esta historia? 18 euros para socios del CBA y 20 para los que no lo sean. El espectáculo comienza a las 22 horas.
Navegando por Internet me encuentro con un bonito artículo sobre la última grabación de The Beatles en el blog 'Cada día un cantar'. El 20 de agosto de 1969, los cuatro miembros de esta inolvidable banda británica ( George Harrison, John Lennon, Paul McCartney y Ringo Starr) acabaron la grabación de un tema que supuso el último encuentro del cuarteto en un estudio de grabación. ¿Qué sucedió allí? Ojalá fuésemos el Gran Hermano para verles. 'I want you (She´s so heavy)' será una pieza sonora con un significado eterno en la historia de la música y en la de aquellos intrépidos músicos de Liverpool. El final de la pieza suena a despedida. ¿Qué han significado la banda en vuestras vidas?
Publicado el 6 de mayo de 2010 a las 12:15.
Marcos Blanco
Vigués. Gallego. Periodista 'todoterreno'. Entusiasta de la vida. Melómano. Loco del deporte. Celtista. Enérgico. Radiofónico. Así es Marcos Blanco, periodista que actualmente colabora en el Grupo de Comunicación Gente con este blog, que nació un 19 de noviembre de 2008 con un 'post' sobre Jamie Cullum.
Esta web ha funcionado durante todo este tiempo como una banda sonora diaria, repleta de canciones que nos hacen amar la vida. Recuerdos, descubrimientos, opiniones, novedades, entrevistas o crónicas de conciertos han formado parte de 'Melómanos' y seguimos en la brecha: