Archivado en: The Doors, people are strange, Strange Days, Roy Orbison, Pretty Woman
"La gente es extraña, cuando tu eres un extraño. Los rostros se ven feos cuando estás solo. Las mujeres parecen traviesas cuando no eres deseado. Las calles son desiguales cuando estás abajo". La gente es extraña, decía Jim Morrison en aquel 'Strange Days' (1967). Si fuésemos comunes, corrientes y previsibles, no sucederían actos jocosos o incomprensibles. Una amiga perdió su trabajo, consiguió una buena indemnización y, bien acompañada, se marchó a Estados Unidos con la pretensión de recorrer el medio oeste norteamericano. Todavía incrédula, narra su visita al Cristal Ballroom, una mítica sala de música situada en Portland. Allí, entran por casualidad y no dan crédito a lo que ven. Sobre el escenario, Ray Manzarek y Robby Krieges, míticos componentes de The Doors. ¡Menudo subidón! Además, me cuenta que el vocalista le recordaba a Roy Orbison, ataviado con esas gafas tan propias del cantante. ¡Qué combinación! Se lo pasaron en grande. Porque somos raros, extraños. En caso contrario, a ella no se le acercarían habitualmentes los 'freaks', aficionados a cuestiones minoritarias. Somos extraños, raros, seres pluscuamperfectos. A lo Paco Martínez Soria, un joven se fastidia la clavícula durante un partido dominical de baloncesto. Trasladado al centro hospitalario oportuno, le colocan el hombro, pero decide aprovechar el tiempo y flirtea con tres enfermeras. La preocupación principal se hizo secundaria. Así funciona el orgullo extraño, raro, pluscuamperfecto.
Publicado el 25 de enero de 2010 a las 10:45.