¿Se imaginan en un cartel a The Right Ons, Standstill, L.A, Niño y Pistola, Niños Mutantes y Napoleón Solo? ¿Y la posibilidad de verles a todos por 8 (entrada anticipada) o 12 euros (taquilla)? Sí, sí. No es ninguna broma. Esta es la programación prevista para la celebración, un año más, del 'Lolapop', un festival que se celebra en la localidad pontevedresa de Ponte Caldelas (Pontevedra).
Este año ha tocado cambiar la fecha habitual de evento y los conciertos tendrán lugar el 14 de agosto, con zona de acampada gratuita y 'Lolabus' desde Pontevedra. Además, los niños también tendrán su protagonismo con la presencia de Alondra Bentley y su padre, quienes contarán a los más pequeños un cuento. ¿Se pueden pedir más por menos?¡Lolapop!
Espero que sólo sea una mala racha o el fruto de varias casualidades consecutivas, porque atisbo cierta tendencia al retraso, a la impuntualidad y desorden horario en los eventos musicales. Queridos programadores y artistas, el tiempo es oro. Para todos.
El pasado viernes acudí al concierto de Niño y Pistola en la sala La Iguana Club de Vigo. Según el MySpace del grupo, la hora prevista para el espectáculo eran las once de la noche. Según el Faro de Vigo, la cita comenzaba a las doce. La sesión arrancó tarde con Aerostato, los teloneros, y la banda principal se puso a tocar pasada la una de la madrugada. Un día antes, sucedió lo mismo en el Teatro Lara (Madrid) con el evento de Amparo Sánchez. Su web y diferentes páginas en Internet advertían que a las 22 horas tendría lugar la cita. Nada más llegar al teatro, supe que hasta las 22:30 estaría de brazos cruzados. Esto también me ha pasado en el concierto que los Dinero ofrecieron en la sala El Sol (Madrid), en el eterno retraso de los L.A. dentro de la sala Caracol (casi una hora) o antes del último conciertazo que dieron los Matiné en La Boca del Lobo. La música sonó 45 minutos después de la hora prevista. Demasiados ejemplos, casi todos recientes, para argumentar una fea costumbre.
Así como las funciones en las salas de cine tienen una hora de comienzo, los espectáculos teatrales actúan de la misma manera y los museos suelen ser rigurosos en este aspecto, la música tiene que comportarse de forma educada, quitándose algunas etiquetas relacionadas con el orden desordenado frecuente en sus modos profesionales. ¿A quién corresponde la culpa de estos errores? Exceptuando los conciertos masivos, para los que hace falta pagar un pastón en una entrada, o esos realizados en grandes aforos (estadios, pabellones, recintos emblemáticos), la puntualidad brilla por su ausencia, así como la coordinación de las diferentes informaciones relacionadas con los horarios.
Evidentemente, cuando uno acude por la noche a un recinto para ver a su artista favorito, no le otorga demasiada trascendencia a este asunto. Si vas acompañado de muchos amigos, las charlas y el consumo en la barra (motivo que puede propiciar estos retrasos) amenizan la espera, pero quienes frecuentan las salas de conciertos no deberían escapar a la análisis. Los fines de semana o vísperas de festivos, tampoco fastidia, pero entre semana el personal tiene el tiempo calculado para madrugar al día siguiente. Al y al cabo, el tiempo es oro, un bien valioso, para todos, además del respeto que envuelve a toda esta reflexión.
Entiendo que mi queja no es una pataleta, sino un derecho, ya pagues el importe del espectáculo o acudas como informador a cubrir el susodicho evento. Un poco de orden en este sentido ayudaría a mejorar la imagen de la música, que ya tiene muchos sambenitos a su alrededor como para añadirle uno más.
Mientras unos músicos proclaman Las Cuatro Estaciones de Vivaldi a la entrada de la FNAC en Callao (Madrid), los chicos de Niño y Pistola dialogan entre ellos entre el público del 'salón de actos', situado dentro del recinto comercial. Ansioso por verles, busco la primera fila de asientos con la cámara preparada. Hay gente, pero se una gran comodidad y la banda ha colocado todos los instrumentos y elementos técnicos sobre el escenario. La noche anterior habían actuado en la sala Sol y les esperan numerosos conciertos para presentar su tercer álbum, 'Arthur & The Writers' (Ernie Producciones). Un disco sensacional. Suenan los primeros acordes de 'Moving', la tercera pieza de este trabajo discográfico. Confirmo las expectivas generadas tras la escucha del disco. Son una gozada en vivo.
'Manolito' y su banda demostraron en directo la solidez del proyecto musical que comenzaron hace cuatro años. Como decía el cantante y guitarra del grupo durante una de las pausas entre canciones, más de uno se ha confundido con la banda paralela de origen anglosajón que han creado con 'Arthur & The Writers'. El envoltorio engaña, su música no. De hecho, Niño y Pistola procede de Baiona (Pontevedra), pero sin mirarles a la cara ni hablar con ellos durante un rato uno podría pensar que son más norteamericanos que John Fogerty. Personalmente, adoro 'Catch the sun'. El mítico creador de la Creedence Clearwater Revival la firmaría con los ojos cerrados. Así que compren el disco o vayan a verles en concierto. Por cierto, ¿el álbum estará por N o por la A en las tiendas de discos? Ya veremos.
Como los Beatles en 'Sgt. Pepper's Lonely Hearts Club Band', Niño y Pistola se ha inventado una banda paralela llamada 'Arthur & The Writers' cuya biografía ha escrito Arturo Enríquez. Se han puesto eléctricos y han hecho una especie de 'ópera rock' que suena la América de los 60 y 70. 'Como un maldito guisante' (2006) fue el punto de partida para el proyecto en el que participa Manuel Portolés, compositor y cantante de la banda. Este el resultado de una amena charla telefónica.
Si ya resulta suficientemente complicado componer canciones, grabarlas y meterlas en un álbum, vosotros habéis hecho el más difícil todavía. ¿Le habéis dado muchas vueltas a la cabeza para hacer ‘'Arthur&The Writers' o ha sido un proceso divertido con el clásico 'a ver que sale'?
No fue algo premeditado desde el principio. Fue surgiendo poco a poco. Lo que queríamos hacer es algo más especial. Aparte de las canciones, tener también un envoltorio más grande. De forma que quien quiera profundizar un poco, lo pueda hacer. Sin embargo, lo principal son las canciones y esto es como un 'extra', un complomento para quien desee investigar un poco.
¿Cuál es el hilo conductor y la filosofía que pretende transmitir la historia de 'Arthur & The Writers' en Niño y Pistola?
Bueno, por un lado el tema de imitar a los Beatles en 'Sgt. Pepper's Lonely Hearts Club Band', a los Kinks con 'Village Green Preservation Society' o a Bowie en 'Ziggy Stardust', que se inventaron unos alter-egos suyos, quienes se supone que sacaban el disco. Hombre, es un poco la imitación de ese juego, nosotros jugamos a tener un grupo y a imitar a nuestros ídolos. Por otro lado, le dimos a todos los temas una relación. Cada canción del disco es como un capítulo, una historia entera que se cuenta con todas las letras del disco. Es una historia que habla un poco de cambiar de vida, de una mudanza, de un cambio de ciudad, etc. Estos fueron los dos hilos conductores del disco y los 'extras', pero lo importante son las canciones.
Más allá de lo que supone la publicación de un trabajo discográfico, ¿esta creación significa un cambio de gran trascendencia en la historia de Niño y Pistola?
Sí, un giro sí que hay porque, por ejemplo, antes solamente tocábamos con guitarras acústicas, todo en acústico, y ahora hemos metido las guitarras eléctricas. Todo esto quizá surge un poco por esas ganas de cambio. En su momento, incluso nos llegamos a plantear un cambio de nombre por abandonar esa filosofía musical que teníamos en acústico. Después dijimos "¡vaya gilipollez!", porque seguimos siendo los mismos. La historia salió un poco de ahí y se fue desarrollando con las bromas en las ensayos ese disfraz, esa banda paralela llamada 'Arthur & The Writers'. El sonido es un poco más americano con respecto a los discos anteriores.
El sonido viaja al rock americano de los 60 y 70 con bandas como la Creedence...
Sí, hemos intentado hacer un disco coherente y que las canciones no parezcan una colección deslavazada, sino que tengan una relación entre ellas. Están todas en el mismo tono, la temática es parecida y lo mismo hemos buscado musicalmente. Que todos los temas tuviesen un deje americano, tirando a clásico. Ese era el plan.
Manuel, estamos ante vuestro tercer álbum y da la impresión de que cada uno de vuestros trabajos ha sido como una especie de salto, sin saber si había o no agua en la piscina. ¿Qué valoración haces de todo este tiempo?
Pues, muy buena. Con el primer disco todo fue genial. El segundo no fue tan genial por una mala gestión del sello y en este momento hemos optado prácticamente por una autoedición en el sello (Ernie Producciones) de un amigo, que es nuestro manager (Josiño Carballo). Así, podemos controlar todo el proceso, estar encima y saber qué es lo que pasa en todo momento. Estamos en un buen momento. El disco está funcionando bien y vamos a tocar bastante. Por lo tanto, tiraremos hacia delante todo lo que se pueda, hasta que nos cansemos. Tampoco nos planteamos vivir de la música. No es un meta a corto ni a largo plazo. Tocamos porque lo pasamos bien, somos amigos de toda la vida y lo vemos como algo que nos divierte. Lo pasamos pipa.
Hablabas antes de la autoedición. Obviando a las grandes estrellas o a la gente que hace caja por el simple hecho de abrir la boca, ¿éste es el camino a seguir en el terreno de la música: poner tu sello en cada movimiento del proyecto?
Sí, quizá es más cómodo para controlar cómo funciona todo y ver dónde falla la cadena. De todas formas, 'Arthur & The Writers' es nuestro tercer disco y nosotros para saber cómo funcionan las cosas hemos tenido que sacar dos discos con anterioridad. Vamos, que la autoedición está bien, pero hace falta llevar un guía, una persona que te explique cómo se hacen las cosas en el sector. La industria discográfica tiene un sistema de promociones. Si una persona cualquiera monta un grupo y se autoedita, no lo va a tener tan fácil. Nosotros lo hemos hecho porque después de dos álbumes, creo que hemos aprendido lo que debíamos para autoeditarnos. Tampoco es que ésta sea la salvación para cualquier grupo pequeño.
Comentabas en un entrevista que he visto por Internet una frase muy curiosa: "Me gustaría tener fans, no escuchas en MySpace". ¿Podrías explicarme un poco esta expresión?
Esta respuesta tiene que ver un poco con el funcionamiento actual de la música. Oigo Radio 3 todos los días. Es la referencia que tengo y todo este tema de Internet, que te permite la descarga legal e ilegal de toda la música que quieras, está muy bien porque hay un acceso a muchísima información. De todas maneras, creo que hace falta un guía o alguien que sepa un poco más que yo, en mi caso. Puedo saber lo que sea de música, pero no soy capaz de ser un filtro teniendo en cuenta la cantidad de música que hay. Muchas veces, ahora se peca de que "este grupo, mira, tiene 5.000 visitas en el MySpace" y después, resulta que, al oírlo te das cuentas de que es una mierda. Internet es muy positivo, pero hacen falta gurús que marquen el camino con cierta sensabilidad y cierto criterio, formados.
No hacen falta miles de escuchas en MySpace. Hace falta gente a la que le guste la música y que sepa. Esto es lo que quería decir con esa frase. Me refiero sobre todo a la forma de consumo de la música. Estoy harto de decir "oye, cómo me gusta el disco de tal" y que respondan "sí, me bajé el otro día toda la discografía y la tengo en el ordenador", pero ni siquiera la has escuchado. Además, no hay tiempo físico para esto. Prefiero escuchar un disco cien veces que cien discos una vez. Ese es el tema que digo. El tipo de consumo se está desvirtuando con Internet.
Por último, ¿cómo se traslada este disco 'Arthur & The Writers' a los próximos conciertos?
Pues muy parecido al disco. La base siempre va a ser guitarra acústica, eléctrica, bajo y batería, con ese toque más 'clasicote', nada de moda, nada de 'hypes'. En algunas ocasiones, llevaremos también un teclado porque el teclista vive en Palma de Mallorca y es un poco complicado coordinarnos todo. Los directos van a ser muy parecidos al disco porque, de hecho, el álbum lo hicimos prácticamente en vivo. Y nada. Tocamos porque lo pasamos bien. Eso es lo que intentamos que le pase a la gente que venga a vernos, que se lo pasen bien y echarnos unas risas.
Un musical sobre Nino Bravo lleva meses recorriendo la geografía española. Estos días, se encuentra en el interior del antiguo Teatro Calderón en Madrid. Tenía curiosidad por observar las particularidades de este evento y me acerqué hasta una de las funciones con la pretensión de conocer su contenido. La emoción pudo con mis ojos en este bonito homenaje a Nino, aunque la promoción realizada vaya por el camino inadecuado.
El nombre del espectáculo no se corresponde exactamente con lo que ofrece cada función. ¿Un musical? Algo parecido, pero sin los estándares cotidianos de este género teatral. Falta una trama o historia narrativa, las coreografías o bailes adquieren poco protagonismo durante la cita artística y, realmente, 'Nino Bravo: el musical' se convierte en un bellísimo concierto-homenaje a Bravo, intercalado con declaraciones de personas que le conocían, a través de una gran pantalla situada en el fondo del escenario. Además, se proyectan grabaciones del propio Nino, como la interpretación de 'Libre' o el dúo virtual del valenciano con María, una de las protagonistas de espectáculo. Ella se encarga de abrir el repertorio cantando 'Como todos', pieza incluída en el 'Tú Cambiarás' (1970).
La escenografía de 'Nino Bravo: el musical' rememora la de aquellas actuaciones musicales a finales de los 60 y principios de los 70, aunque para los espectadores más jóvenes la situación recuerda al conocido programa televisivo 'Noche de fiesta', que firmaba José Luis Moreno. Los contenidos audiovisuales son demasiado básicos, pero, musicalmente, el evento está hecho para satisfacer a cualquier fan de Nino Bravo o a quienes deseen indagar un poco más en el significado de su vida artística. Los cuatro cantantes del 'musical' están a la altura de posibles expectativas. José Valhondo, Carmen María, Jon Allende y María ofrecen un nivel extraordinario sobre el escenario, interpretando 17 temas de Nino, entre los cuales se encuentran clásicos tan populares como 'Te quiero, te quiero', 'Cartas amarillas', 'América, América', 'Noelia' (¿Cuántas mujeres se llamarán hoy en día de este modo por aquella canción?) o 'Un beso y una flor'. Si uno anda sensible, caen las lágrimas.
La producción ha tenido una gran acogida allá donde ha ido porque millones de personas han escuchado a Nino Bravo, un joven (sumaba 28 años cuando murió en aquel accidente de tráfico) que trae muchísimos recuerdos a quienes ahora mismo superan los 40 años o incluso los 50. Tenía un registro vocal alucinante, con el cuál transmitía fuerza y una de serie de matices interpretativos que no precisaban la típica gestualización. Porque lo decía todo cantando. Era un gran intérprete (no componía los temas) y estaba comenzando a componer cuando el destino puso fin a su vida. Además, su popularidad apabullaba en España, crecía durante sus visitas a Latinoamérica y ganaba enteros en otros rincones del globo terráqueo. Lo tenía todo para ser un grande de la música. Perdón. Lo ha sido. Lo sigue siendo. Nino poseía un don que le permitía llevar a su terreno partituras diversas con una gran versatilidad. Sólo hay que escuchar los discos 'Puerta de amor', 'Mi tierra' o 'Un beso y una flor' para darse cuenta de ello. Este disco, grabado en 1972, incluía como primera canción un himno, compuesto por Herrero y Armenteros, para numerosas generaciones. Una premonición. Una filosofía de vida. El mensaje que Nino nos manda cada día cuando brilla el sol.
El 'I'm yours' de Jason Mraz se ha convertido en un himno internacional. A la propagación comercial del tema se une la bonita sencillez sonora de este artista estadounidense. En nuestros tiempos modernos, la gente cuelga sus versiones en la red y he encontrado una muy graciosa. Cuando dos 'amigos' del Facebook que no se conocen de nada coinciden en la publicación de un vídeo o una noticia, eso implica que algo llamativo está sucediendo en el mundo. Este niño hace lo que puede con el ukelele y con sus cuerdas vocales. Visto lo visto, voy a anotarme como propósito para 2010 la tarea pendiente de aprender a tocar un poco la guitarra. Una vez que lo consiga, grabaré algún tema y lo colgaré en el blog. Demasiado atrevido, ¿verdad? Señoras y señoras, no dejemos nunca de cantar ni de perder el sentido del rídiculo...
El pasado sábado acudí a La Riviera (Madrid) para asistir al último concierto en la gira de Nena Daconte, que publicaron su segundo álbum el pasado 30 de septiembre del 2008 y no han parado de hacer bolos desde entonces. Mai Meneses y Kim Fanlo constituyen este dúo musical, al que sigo con entusiasmo desde el citado trabajo discográfico con aquel pegadizo primer single titulado 'Tenía tanto que darte'. Me parece una pieza con una bonita musicalidad, pero lleva a sus espaldas única particularidad: si Nena Daconte fuese un grupo británico o norteamericano, cantando en inglés, les mirarían con otros.
Aquí estamos, prestos y dispuestos a pasar buenos ratos. ¿Tiene diez minutos? Vamos a ello. El primer protagonista de mi melomanía ( "amor desordenado por la música" según la RAE) es un tal Jaime Cullum. ¿Le conocen? A más de uno, señoritas incluídas, le he dado tanto el coñazo con este artista que tiemblan al escuchar su nombre. Además de melómano, mi condición de mitómano provocó que la bandeja se hubiese tambaleado un poco cuando tocó servirle una 'tuna salad'. Aquel joven de 26 años (ahora ya tiene 30) parecía agradecido, simpático y tan chiquito que para nivelar las alturas en la foto quien escribe tuvo que subirse a un escalón. Tiene narices. Cuánto arte en tan pocos centímetros.
Abandonemos la parte 'rosa'. Tiro de Wikipedia. "La denominación ‘crooner' se aplica a ciertos cantantes masculinos que interpretan un tipo concreto de baladas. Esta palabra es de origen estadounidense y en inglés tiene connotaciones semejantes a trovador. Suele poseer una voz grave y normalmente se hace acompañar por una orquesta o una Big Band". Bueno, bueno. Depende, que diría un gallego. Frank Sinatra, Dean Martín, Tony Bennet, Paul Anka, Harry Connick Jr... ¡o Jaime Cullum! Sin embargo, el caso de este treinteañero, natural de Whiltshire (Inglaterra), abandona por varios motivos este significado, aunque mantiene el espíritu de tal denominación.
Piensen en un 'crooner'. Michael Bublé es el ejemplo más reciente. Seguro que dibujan en su mente un tipo con cierto atractivo físico, desprendiendo elegancia tanto en el vestuario como en las formas sobre el escenario. Canta al amor o a la vida, siempre con un talante sobrio. Pues Cullum se sale de la norma. Salvo que haya experimentado un cambio radical en las últimas semanas, podríamos estar ante un adolescente 'grunge', no creo que aparezca en el escritorio del ordenador de muchas mujeres y juguetea en directo como si fuera un niño. Redescubriendo las teclas de su piano, a la guitarra, hacendo música con la madera, sonsacando extraños instrumentos, buscando la empatía onomatopéyica entre el público, acelerando o frenando el ritmo según los ritmos de su caja roja... ¡Guau, Jaime!
En uno de esos días en los que no te apetece hacer nada, pones la otra caja, la tonta, y... ¡Zas! Aparece el tal Cullum. Retransmisión televisiva. Festival de Jazz de Vitoria. Año 2005. Desgrana los temazos de una obra maestra como es 'Twenysomething' (desde 'What a difference a day made' hasta 'Next year day' todo es un deleite), versiona el 'High and dry' de Radiohead que incluyó en 'Pointless Nostalgic' (2002) y susurra 'Nature Boy' como si la vida le fuese en ello. Sí, hace jazz, ha mamado de los clásicos, pero 'pica' en otros estilos. Prueba de ello, son sus versiones de Jimi Hendrix, Jeff Buckley, White Stripes, Massive Attack o Love Affair. Denle un pasoble, que lo traducirá a su idioma. El fraseo de Jamie resulta sutil, puede ser claro o trasnochado, con un punto nasal de ida y vuelta. 'Catching Tales' ha sido su última perla discográfica. Ofrece más ornamentación que los anteriores, algún truño como 'Get Your Way' pero contrapuntos rítmicos (escúchese 'Photograph' y de seguido 'Only have eyes for you') o vocales propios de un grande. Prepara nuevo trabajo. El concierto de Vitoria está en Youtube por entregas. Aprovechen una hora de su ocio para apreciar una noche imposible de repetir. Siguen tocando, Jaime... ¡Hasta que amanezca!
Publicado el 19 de noviembre de 2008 a las 11:00.
Marcos Blanco
Vigués. Gallego. Periodista 'todoterreno'. Entusiasta de la vida. Melómano. Loco del deporte. Celtista. Enérgico. Radiofónico. Así es Marcos Blanco, periodista que actualmente colabora en el Grupo de Comunicación Gente con este blog, que nació un 19 de noviembre de 2008 con un 'post' sobre Jamie Cullum.
Esta web ha funcionado durante todo este tiempo como una banda sonora diaria, repleta de canciones que nos hacen amar la vida. Recuerdos, descubrimientos, opiniones, novedades, entrevistas o crónicas de conciertos han formado parte de 'Melómanos' y seguimos en la brecha: