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Me hice mayor escuchándote, utilizando tus letras como uno de tantos diccionarios para comprender lo que sucedía a mi alrededor y en mi interior. Ahora que tu corazón ha dejado de latir, el mío anda acelerado, inquieto. Tus dedos acariciando cualquier guitarra. Tus susurros, envalentonados desde esa timidez galopante. Poco o nada cuesta ser uno más, ¿verdad? Silencio, brisa y cordura han dado aliento a tu locura. Una locura febril, dolorosa. Como la que explicabas en estaa lucha contra nosotros mismos...
Publicado el 12 de mayo de 2009 a las 11:30.