¡Doctor, doctor! Escúcheme y no ponga cara de besugo. Soy un adicto a 'Radio Rock', esa tremenda emisora que emite desde un barco bastante destartalado. A ese dial al que se han engancharon millones de personas durante los años 60. Me vengo arriba cada vez que escucho a Philip Seymour Hoffman presentando temazos, con el micro pegado a sus labios, intentando pronunciar esa maravillosa palabra que empieza por 'F' o poniéndose tristón justo antes de asegurar un cierre ficticio de la frecuencia con el 'Let´s spend the night together'. ¿No lo entiende? Vamos a ver, se lo voy a explicar ...
Nunca he sido coleccionista de nada. Ni siquiera de discos, vinilos o compactos. Creo que ya lo he contado alguna vez. Hace unos años compré un radiocasette enorme, de esos que tenían tocadiscos en su parte superior. Heredé algunos vinilos de mi hermana. Otros tienen difusa procedencia. Unos pocos, han sido adquisiciones en tiendas de segunda mano. Uno de ellos, el debut discográfico de Helen Fosalade Adu con una banda primorosa.
Era viernes. Al haber trasnochado por motivos universitarios, nada más acabar de comer hacía falta una prolongada siesta. La lluvia empapaba mi ventana. Puede parecer estúpido, pero al rato me desperté por culpa de un extraño grito. Regresó la calma. No sé cuánto tiempo pasó. Seguía recorriendo un imponente castillo, en el que tú también te encontrabas. Lo juro. Mi padre abrió la habitación, no podía contener la emoción. Habías tenido un accidente. No sé por qué. Me vestí rápidamente para atender el negocio familiar, donde la radio estaba encendida. Sonaba 'Thank you', de Alanis. A tí te encantaban los Depeche Mode. 'Walking in my shoes' . ¿Te acuerdas?
¿Ya os he contado que he cumplido 29 'tacos'? Quizá estoy viviendo una fiesta constante desde que he sumado un dígito a mi definición numérica sobre el planeta Tierra. Una celebración no fue suficiente. Hubo dos. Y regalos inesperados. Uno de ellos, 'Thicker than water', la banda sonora de la película que hicieron Jack Johnson y los hermanos Malloys. Corte número tres. 'Even after all'. Finley Quaye. Al guerrero, cuando se encuentra en proceso de reposo, esta canción le sienta tan bien como una piruleta a un niño.
'Talking book'. 1972. Stevie Wonder. Más que Wonder, 'Wonderful'. Maravilloso. Pese a su ceguera, Stevie ha iluminado nuestras vidas. Vibrante instrumentista. Insigne vocalista. Espléndido compositor. Stevie representa como nadie a la música. Brillante desde jovencito, nos ha deleitado durante 40 años con decenas de canciones. Perdón. 'Talking book'. 1972. Una obra maestra. Uno de esos discos que no se entienden ni aprecian si no los escuchas desde el primer segundo hasta el último. De 'You are the sunshine of my life' a 'Looking for another pure love'. Estábamos en ese momento, a punto de inmortalizar aquella reunión, cuando Stevie entonó "I believe when I fall in love with you it would be forever..."
Dejemos que el amor nos gobierne. Que nos domine, administre y se convierta en la única ley de este imperio. Este alegato 'hippie' preocupaba a Leonard Albert, insoportablemente sexy, hace dos décadas. El deseo continúa. Lenny sigue al pie del cañon 20 años después. ¡Let love rule, Lenny!
Potes. Cantabria. Sábado. Se acercan las seis de la tarde. Atasco. Acumulación de coches que no avanzan porque han decidido salir todos a la vez. El Real Madrid-Barcelona adelantó aquel día las aglomeraciones de vehículos en la carretera. Una joven que se agobia al volante. Un acompañante atento a las informaciones del periódico. "¡Cógeme ese disco!", le dice la joven al ensimismado lector. El compacto hizo el trayecto esperado. La música comenzó a sonar. De repente, cualquier atisbo de agobio provocado por la espera en el coche se fue a freir espárragos. Sin razón, salieron del 'carro' y se pusieron a bailar. Quienes pasaban por allí, no daban crédito.
En pleno mayo de 2008, con 'Soulería' recién salido del horno, Pitingo comenzaba a popularizar este nuevo concepto artístico en un teatro de Gran Vía. Con anterioridad, había probado en el antiguo Teatro Calderón (a mí eso de 'Häagen Dazs' no me sale) y me habían llegado ecos de un espectáculo diferente, atrevido, para patalear en la butaca, ejerciendo de corista. ¿Alguien canta el 'Killing me softly' de Roberta Flack manteniendo la estructura soul y dándole un aire flamenco propio? ¿Dónde? Versiones de Beatles, Frank Sinatra, Nirvana, Bob Marley, Boyz II Men...
A uno le puede la curiosidad. ¡Marchando una entrevista! Apenas quedaba media hora para la función y llegó sonriente en un taxi, con ese peinado tan encrespado. Dice que antes lo tenía largo pero los taxis no le paraban. Lo primero que hizo fue preguntar si alguién le podía conseguir unas gominolas con un tono divertidísimo. Todo un personaje. Metidos en su camerino, tuvimos una charla amena en la que Antonio Manuel Álvarez Vélez (Ayamonte, Huelva, 1981) concluía eso de que "al igual que la vida avanza, avanza el flamenco". Ya se sabe. En esta vida, conservadurismo y progresismo se pelean constantemente por dominar nuestras predilecciones. No sólo en política, sino en actitudes, opiniones y gustos. El flamenco, sus preciosos cantes y la traducción instrumental más habitual del idioma de Camarón es un estilo muy respetado por todos (incomprendido por muchos también), pero está caracterizado por un exceso apego a las raíces. Fuente de turismo que numerosos defensores y divulgadores saben aprovechar con picardía, el flamenco anda bastante mosqueado con Pitingo. Los 'puristas', claro. El otro día conversé con un simpático 'bailaor' mexicano de flamenco sobre esta historia. Comprendo su fastidio si existe alguien que considere 'Soulería', tanto el disco como el espectáculo, una manifestación flamenca en pureza, pero ni se ha vendido así ni él lo ha hecho. Lo repite una y otra vez. A todo esto, me encanta la adaptación que hace del 'On Bended Knee' de los Boyz II Men.
A mí me emociona su voz. Eso sí, nadie duda que el protagonismo está compartido entre Pitingo, Juan Carmona (una guitarra andante) y el lirismo grandilocuente de 'The London Community Gospel Choir'. Cualquiera que haya visto este atrevimiento artístico en directo (está de gira por España después de atracar en Barcelona) lo tiene claro. Las 'soulerías' de Pitingo funcionan a nivel comercial y atraen a todo tipo de público porque la conjunción estilística y escénica otorgan una gran claridad al arte ubicado sobre el escenario. Además, las piezas conocidas con anterioridad siempre son un buen gancho. Queridos 'puristas', hay pastel para todos. Personalmente, tengo claro que esta historia puede dar la vuelta al mundo, levantando de sus asientos a un checho, un americano, un japonés o un australiano. ¿No puedo emocionar a un 'purista'? Otra cosa distinta, querido 'bailaor', es que los receptores le pongan la etiqueta de flamenco y lo tomen como referencia. Para eso, sólo queda un remedio: investigar. Y un deseo: querer saber.
Robbie Williams es, desde mi humilde punto de vista, un representante icónico de cómo un ser puede parecer ángel o diablo, según el día o las circunstancias. Claro está, ciñéndonos al mundo de la música. Pocos daban un duro por él cuando decidió volar sólo al margen de aquellos individiduos que se hacían llamar 'Take That'. Sí, sí, aquellos chicos que cantaban 'Back for good'. En su cálido 'Live at Knebworth', publicado hace seis años, 'machacaba' aquella balada convenientemente...
'Life thru a lens' es un disco precioso. Un estreno fantástico para ser ex 'Take That'. Ese piano estremecedor en 'Let me entertain you', la garra rockera de 'Old before i die', el romanticismo existencial propiciado por 'Angels'... Aunque mostraba matices de artista polivalente, Robbie iniciaba aquí su demostración 'pop', porque estamos ante uno de los grandes del pop si nos fijamos en la última década. Aunque las radiofórmulas se hayan obstinado en pincharla una y otra vez, como si deseasen saturar su virginidad, 'Angels' es un temazo.
El señor Williams seguía haciendo buenas canciones cuando salió 'I´ve been expecting you'. Por lo tanto, no sólo era cuestión de suerte ni de promociones extraordinarias. El rollito acústico que nos introduce 'Strong', los punteos en 'No Regrets'... y sus texturas vocales, por supuesto. Además, aquí estaba 'Millenium', uno de sus himnos poperos más bailongos, donde la electrónica tenía mucha presencia, al igual que en el caso de 'Supreme' o 'Rock Dj', temas pertenecientes a 'Sing when you are winning'. Nuevos pasos certeros de 'Mr Williams'. Otro plato rico, rico del menú 'robbiniano'. Evidentemente, el vídeo de 'Rock Dj' con ese tremendo despliegue vísceral merece un mínimo visionado.
Y si hacía falta una nueva constatación de su grandeza, apareció 'Swing when you are winning', juego de palabras relacionado con su anterior álbum y bonito homenaje a Frank Sinatra. Además de esa pieza propia sorprendente 'I will talk and hollywood will listen', versiones y más versiones. Deliciosas. 'Something stupid' junto a Nicole Kidman, 'It was a very good year' en un dúo maravilloso con el tío Frank, los silbidos inigualables de 'Mr Bojangles' ('made in Jerry Jeff Walker' en 1968) o mi queridísimo 'Mack the Knife'. Un álbum imprescindible.
Después vinieron 'Escapology', el calentísimo directo mencionado al principio, un grandes éxitos, 'Intensive care' y 'Rudebox', antes del parón discográfico de Robbie. Se comenta que su cabeza no anda del todo bien, que está muy preocupado por los ovnis, por la vida extraterreste y esas cosas. También hablan sobre posibles novedades musicales durante este mismo año. Desde el disco que contenía 'Feel' (una melodía pop de bellísima factura y mensaje para todos los públicos), la regresión expresiva del señor Williams ofrece muchas dudas a mí entender. Producciones sin alma, intentos con aires 'trance' o incluso 'gangsta'... ¿Dónde estás, Robbie? ¡Vuelve a la realidad, hombre! Pese a su desaparición mediática del panorama musical, Robbie es, sin lugar a dudas uno de los nombres 'pop' (aderezado con enriquecedores condimentos) indispensables desde que el siglo XX desaparecía en el horizonte y el XXI asomaba la cabeza. Ejem... Disculpen la emotividad.
Primer significado."Unión y combinación de sonidos simultáneos y diferentes, pero acordes". Segundo significado. "Bien concertada y grata variedad de sonidos, medidas y pausas que resulta en la prosa o en el verso por la feliz combinación de las sílabas, voces y cláusulas empleadas en él". ¿Cuál es el tuyo? Instrumentos que van y vienen, pistas cruzadas como bailarinas entrelazadas, cuerdas vocales diversas capaces de encontrar un sitio común o tan versátiles que te hacen buscar varios micrófonos cuando sólo hay uno. Esta mañana me enamoré locamente de 'Raising sand', ese disco en el que Robert Plant (sí, sí, el multiorgásmico cantante de Led Zeppelin) y Alison Krausss (cuyo registro vocal desprende la misma sensualidad que ese violín 'bluegrassiano') han decidido dejar impresas sus almas, desesperezando canciones olvidadas en clave de folk, country, blues, rythm&blues o pop hecho con el mismo oficio artesano que utilizaría un gran alfarero. Dicen que se conocieron hace cuatro años en un homenaje a Lead Belly (oh oh, Black betty, bam balam), se pusieron manos a la obra y rompieron sus límites. Él nunca había cantado 'armonías'. Ella nunca se había prodigados en los terrenos del blues. "Aprendí a retractar el volumen y el tipo de timbre en mi voz", dice Plant. 'Rich Woman', la versión de Lil' Millenet and His Creoles, lo demuestra.
Sí, la parafernalia mediática de los Grammy ha precipitado una escucha intensa, repetitiva hasta la saciedad de 'Rising sand'. Relaja. No hace falta acercarse al 'spa' ni precipitarse hacia otras vías amatorias que también liberan tensiones. Armonía. Adele. Cualquier reproductor de mp3, ordenador o minicadena acabaría llorando si tuviese corazón después de '19', una sesión con soul y jazz contemporáneo insultantemente brillante si nos fijamos en una chica londinense de 20 años. Sus andanzas por el barrio de Totenham configuran 'Hometown girl', pero 'Make you feel my love', una de esas declaraciones de amor que te deja vacío, pintaría de rojo cualquier pared.
Un añito más (cuando los protagonistas son más jóvenes que quien escribe ellos puede denotar cierto paternalismo adúltero) tiene Zach Condon, nacido en Nuevo México, pero cuyas influencias musicales denotan una capacidad única para su edad. De los sonidos balcánicos, procedentes del Este europeo, a la chanson française. Con su ukele o rodeado de acordeones, órganos... Tanto da. 'The Flying Club Cup' es su último largo, recordando con ese título los festivales de globos aerostáticos que poblaban París a principios del siglo XX. ¿Qué significa armonía? 'Nantes'. Me gustaría saber dónde están las tuyas...
Vigués. Gallego. Periodista 'todoterreno'. Entusiasta de la vida. Melómano. Loco del deporte. Celtista. Enérgico. Radiofónico. Así es Marcos Blanco, periodista que actualmente colabora en el Grupo de Comunicación Gente con este blog, que nació un 19 de noviembre de 2008 con un 'post' sobre Jamie Cullum.
Esta web ha funcionado durante todo este tiempo como una banda sonora diaria, repleta de canciones que nos hacen amar la vida. Recuerdos, descubrimientos, opiniones, novedades, entrevistas o crónicas de conciertos han formado parte de 'Melómanos' y seguimos en la brecha: