Archivado en: música, Antonio Flores, Pongamos que hablo de Madrid
En la tipología del cancionero mundial existe una categoría dedicada a aquellos temas que describen lugares. Evidentemente, lo hace una persona a su manera, pero en ocasiones sorprende como la gente se apodera de esa letra, de ese estribillo hasta hacerlo propio, simbólico, eterno, común. ¿Somos de donde nacemos o de donde pacemos? Uno ama su tierra, sus orígenes. Al menos, debería hacerlo porque las raíces suponen una estabilidad mental y sentimiental privilegiada. Eso sí, allá donde vas, allí donde vives, en ese sitio donde creas relaciones, trabajas, caminas o compras para sobrevivir. En estos lugares dejas tu huella, profunda o fugaz, y así como el próximo instante a esta lectura se convierte en un recuerdo, el sitio en cuestión adquiere una dimensión única. Sabes que te vas a marchar, que volverás a tu espacio de procedencia, muchas veces odias su aspecto de ladrillo inmenso, falto de agua natural, de verdes ilimitados, pero cuando le haces una visita te recibe como si fuese la primera vez. Dime cómo la tratas y te diré cómo te recibe. Cómo te mira. Pongamos que hablo de Madrid.
Publicado el 13 de abril de 2010 a las 10:45.