Ana Alcaide y su viola de teclas
Archivado en: Marcos Blanco, Ana Alcaide, Toledo
Andaba hiptonizado por Toledo, sucumbiendo a sus encantos en cada rincón, cuando nada más salir de la catedral detuve mi paso. ¿De dónde procedía aquel sonido? Cual ratón tras el flautista de Hamelin, perseguí esas notas tan reconocibles. En 'miña terra galega' existe un canción popular que traducida al castellano dice algo así como "el mandil de Carolina, tiene un lagarto pintado, que cuando Carolina baila, el lagarto mueve el rabo..." La letra encajaba perfectamente en aquella especie de... ¿violín? Al doblar la esquina, allí estaba aquella mujer. Con un vestido medieval precioso, tocando su viola de teclas, transmitiendo sensaciones angelicales. No pude reprimir el impulso y le compré uno de los discos que allí vendía por 10 euros. Aclaré mis dudas. Aquella canción tan conocida para mí es una canción castellana con más años que Matusalén. Un clásico del folk zamorano, según la red. Formaba parte de 'Debajo de los tilos', uno de los cortes incluídos en 'Viola de teclas' (2006), mi emotiva compra toledana. Otro de ellos, este 'Hixa mia'...
Entonces, tocó investigar, como viene haciendo ella durante toda su vida. Una beca para completar sus estudios de biología en Suecia hizo posible que conociese el Nyckelharpa (viola de teclas), un instrumento medieval minoritario y poco conocido fuera de aquellas fronteras. Ahora, va camino de ser un prodigio en estas lides, partiendo de una metodología autodidacta. Grabó un primer disco precioso, entre rabeles, violas y violines. Ritmos castellanos, flamencos, melodías sefardíes, rabeladas cántabras, piezas renancentistas... Quienes visitan Toledo suelen caer rendidos a su música cuando hace acto de aparición (compagina tal residencia con sus estudios en Malmoë) y, grano a grano consiguió su propia cosecha: casi 15.000 discos vendidos. El pasado año, publicó su segundo álbum: 'Como la luna y el sol'. Ella representa el esfuerzo de quienes luchan por hacer popular esos instrumentos, esas composiciones, que algún día y en algún lugar... lo fueron. Cuánta paz nos regalas, Ana.
Publicado el 18 de diciembre de 2008 a las 10:30.