Del sofá a Copenhague
Archivado en: Marcos Blanco, Vetusta Morla, Un día en el mundo
De repente, tienes una hora. No sabes qué hacer. Miras hacia la estantería. Allí estan los discos, muchos discos... y ahora, ¿Qué? Veamos. Decido pasar 'Un día en el mundo' con Vetusta Morla. Pillo los auriculares, me tumbo en el sofá, cierro los ojos y completo sus palabras con las mías, sus melodías con mis biorritmos. Lo saben. Para degustar un disco, para exprimirlo como unas ricas naranjas en búsqueda de todo su jugo, es preciso abandonar cualquier tarea añadida. Expectantes, los cinco sentidos.
Corte uno. 'Autocrítica'. El tiempo se detiene. Doce historias. Cantan demasiados sentimientos que me resultan familiares. Se acercan los recuerdos, aparecen asociaciones aparentemente incomprensibles. Pierdo cualquier contacto con la realidad, vuelo, nado, visito lugares desconocidos, entro en esa dimensión donde cada segundo es una caída libre sin control. Menos mal que tengo compañía. Pucho, David, Álvaro, Jorge, Guillermo... y Juanma.
El primer álbum de estos seis tíos de Tres Cantos es como un día en el mundo. Con sus variaciones anímicas, los imprevistos, esas obligaciones, las risas, los nervios, novedades, nubes, chaparrones, luces celestes, la luna... Sin darte cuenta, aparece el silencio. Como si se tratase de un libro, se ha acabado la última página de la novela. Y ahora, ¿Qué? Regreso a Copenhague para correr con ese chico al que nunca le enseñaron a andar. Después, acompaño a la joven que huye de espejismos y horas de mar. "Dejarse llevar suena demasiado bien, jugar al azar, nunca saber donde puedes terminar o empezar..." Insisto con el corte 4, adictivo, deprimente, exultante. Y otra vez. Y otra. Desde el sofá, Copheangue está a cinco minutos de mis entrañas. Y otra...
Publicado el 12 de diciembre de 2008 a las 12:15.