Déjate llevar, Antonio
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Me hice mayor escuchándote, utilizando tus letras como uno de tantos diccionarios para comprender lo que sucedía a mi alrededor y en mi interior. Ahora que tu corazón ha dejado de latir, el mío anda acelerado, inquieto. Tus dedos acariciando cualquier guitarra. Tus susurros, envalentonados desde esa timidez galopante. Poco o nada cuesta ser uno más, ¿verdad? Silencio, brisa y cordura han dado aliento a tu locura. Una locura febril, dolorosa. Como la que explicabas en estaa lucha contra nosotros mismos...
A mí tambíen me afecta la enormidad, ese mundo descomunal, donde mis palabras se vuelven mudas y mi ser invisible a quienes nos rodean. Tu frágil pesadilla ha sido la nuestra. Esa angustia al descubrir la presencia de un monstruo salvaje que detesta la normalidad y busca convertir en Dios a un ser humano. Con tu cuerpo, has hecho lo que has querido. Sin ataduras. Lo sabes. Con tu alma, nos has enseñado muchos caminos. Tus palabras han sido el caballo de batalla con el que has lidiado una pelea 'quitojesca'. Me da miedo la muerte. No quiero sufrir. Explícame qué se siente, Antonio. Cántanos la última canción...
Publicado el 12 de mayo de 2009 a las 11:30.