Jugando a ser Gregg Alexander
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Espero que hayáis tenido una agradable Semana Santa. Si te ha tocado currar, mi pésame. Seguro que podrás escaparte muy pronto. El retiro vacacional de quien escribe le ha llevado hasta la costa granadina, agarrando su almohada muy cerca del mar. Apenas 300 metros nos separaban. Igual exagero. El simple hecho de cerrar los ojos y escuchar cómo rompen las olas es un placer incomparable para quienes nos hemos criado en territorio marino. Ese rayo de sol, la algarabía de los pies entre la arena (aunque sea negra y haya demasiada piedras), el viento que trae consigo un olor a humedad entre pequeñas gotas del gigante azul, un horizonte inabarcable que delimita el territorio de aquellas nubes repletas de algodón... Qué básicos somos. Con una de esas pequeñas radios que evitan la intimidad de los auriculares, la compañía era perfecta.
¡Greg Alexander! ¡Los New Radicals! Aunque el dial radiofónico ya no causa ningún tipo de sorpresa a los melómanos, alguna joyita cae de vez en cuando por las ondas. 'Mother we just can´t get enough'. ¿Recuerdas aquella portada con fondo amarillo en la que un hombre de aspecto veraniego enseñaba las suelas de sus zapatillas y cuyo álbum decía eso de 'quizá a tí también te han lavado el cerebro'? 'New Radicals'. Así como aparecieron, desaparecieron. Con un rollo 'happy' bastante notorio, un piano por aquí, esa guitarra por allá, bases electrónicas de por medio... Y esa voz, tan adecuada para pegarte un grito como para darte un consejo antes de cometer una locura. Gregg Alexander. Los 90 estaban a puntito de abandonarnos. Alexander y Richard Ashcroft me extasiaron al unísono. Compaginaba 'Maybe you´ve been brainwashed too' con 'Urban Hymns'. "Happiness... More or less... It's just a change in me
Something in my liberty... Oh, my, my... Happiness... Coming and going..."
¡Menudos artistazos! Alexander y Ashcroft. Ashcroft y Alexander. Por cierto, Gregg compuso el conocido tema 'The Game of Love', que popularizaron las cuerdas vocales de Michelle Branch y la guitarra de Carlos Santana. ¿Lo sabías? Yo no tenía ni idea. El mar ya no está a 300 metros, pero si consigo concentrarme durante cinco minutos sus monólogos constantes aparecen a mi alrededor. Así juego con los recuerdos. Afortunadamente, amor no me falta...
Publicado el 13 de abril de 2009 a las 13:30.