La lucha de clases explica muchos de los conflictos sociales de nuestro entorno, pero como resultado de una dramática pelea centralizada desde su inherente comunidad que políticamente, se organiza en base a los diferentes intereses que emergen exultantes, alimentando por ello, un cambio totalitario de supuesto progreso en nuestras condicionadas vidas.
Archivado en: Manu Salamanca, 7º de Caballería, lucha de clases
Manu Salamanca
13/11/2020 - 01:10
Ahora bien, a través de la historia, las personas hemos tratado de organizarnos en muy diferentes tipos de adaptacion social, como todos vosotros ya sabéis, pero siempre bajo la tensión que establecemos entre los denominados pobres y aclamados ricos, entre aquellas personas libres y esclavos sumisos, entre señores feudales y siervos atemorizados, entre maestros distinguidos y discípulos aventajados, entre una burguesía altanera y un proletariado insatisfecho e inadaptado.
En mi opinión, la división social es propia del orden político-jurídico comúnmente establecido en nuestra época actual. Nuestro hipotético estado de bienestar perseverante e ilusionante, nos advierte de su fuerte indiferencia, la confrontación en su indefinido proyecto tan tremendamente especulativo, es sin duda, el resultado de las desigualdades sociales y de su profunda crisis y controversia añadida. Esos mismos intereses opuestos y profundamente conflictivos, llegan a considerarse por tanto como una falta muy grave a nuestra Constitución pasada y presente, interpone un saludable balance a muchas de las reprobaciones que tan precipitadas se transforman en dichas deliberaciones y en cuestiones de materia, no tanto de gusto, sino de necesidad, pero, siempre encaminadas hacia un cambio estratégico sobre su constante y supuesta magnificencia. Combatir siempre con la debida moderación y mesura en sus formas, la desidia, como la valiente respuesta de su propia inconformidad (que sigue manifestándose muy indisciplinada) es sinónimo de alteración y violencia gratuita. Sin duda ciertas clases de indignacion social siguen teniendo la necesidad de ese poder extremo muy superior, pero que contradice la falta de una educación viable, basada únicamente en el respeto mutuo y en la práctica consideración de todas sus partes y como argumento principal y definitivo ante una clara concepción que avala una seria mediación dentro de su destacable compromiso formal equivalente a toda su programática ofrenda institucional que refuerce su mandato. Si desde luego se quiere utilizar el término ‘lucha' a los esfuerzos que hacen muchos, podríamos caer en el error de utilizar como teoría su factor determinante y predictivo y como desarrollo de futuro que ambicionamos todos. Nunca dejemos que la pura falacia y el sobrevalorado prejuicio dañe aún más nuestra querida imagen tan preponderada y vitalista, que es en definitiva, la que debiera idealizarse en su abnegado y ejemplar comportamiento. Tales factores interpretativos, tienen en su vocación una diferencia esencial y ante la doctrina fundamental que en cierto modootros asumieron incontestables por las antiguas generaciones, ahora son de nuevo puestas en tela de juicio y ‘con el 7º de Caballería detrás' nada menos. Mucha precaución.
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