El fin de la inocencia

Fin InocenciaEl Comunismo encontró su gran oportunidad histórica cuando Hitler ganó las elecciones en 1933. Stalin levantó entonces la bandera contra el nazismo y el fascismo, casi un deber moral al que debía sumarse todo europeo y americano decente. Eso significó, en paralelo, la simpatía de miles de artistas e intelectuales hacia el comunismo stalinista.

Si el Comunismo solo hubiera sido antifascista, habría representado una opción noble. En realidad, además de antifascista ya era en Rusia, por aquellos años, “la mayor empresa carcelaria de la humanidad” (Pierre Chaunú), tan totalitario como el nazismo y, por tanto, esencialmente violento, mentiroso e injusto. Pero eso, fuera de Rusia no lo sabía casi nadie.

La historia de esa gigantesca manipulación la cuenta Stephen Koch, con pelos y señales, en El fin de la inocencia, un libro inolvidable que se lee como la mejor novela de aventuras, y que podría abrir los ojos a muchos españolitos antisistema.

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El refugio secreto

 

Ten Boom

 

Este libro no es una novela. Es la novelesca historia de la familia Ten Boom en sus dos grandes y muy diferentes etapas. La primera nos seduce por la simpatía y la riqueza de su vida ordinaria durante los años de infancia y juventud de los hijos. “Cuando Betsie se ponía un vestido, algo maravilloso le sucedía a aquella prenda”. La segunda nos conmueve por su heroica resistencia a la ocupación nazi, su entereza en los campos de exterminio y su forma generosa de afrontar la posguerra.

¿Quiénes forman esta atractiva famil? El padre es el mejor relojero de Haarlem, rodeado de amigos que buscan su amena conversación y su prudente consejo. La madre tiene siempre, en lo más crudo del invierno, un café humeante y un pastel en el horno para los pobres y enfermos. Los cuatro hijos –un niño y tres niñas- van a la escuela. Con ellos también están dos tías viudas, un gato y varios huérfanos, pues “cada vez que papá tenía noticia de un niño que necesitaba un hogar, un nuevo rostro aparecía en la mesa”. Viven todos en los tres pisos de una casa estrecha y encajonada. En la planta baja están la tienda y el taller, y ahí encontramos, para completar la foto de familia, a una contable, a un aprendiz y a un experto reparador de relojes.

Pasan los años y llegan las bodas, los nietos, la muerte de la madre. Un día de enero de 1937 celebran el centenario de la relojería. “Hasta el final de la corta tarde de invierno siguieron llegando personas que se consideraban amigas de papá. Jóvenes y viejos, ricos y pobres, cultos e ignorantes, a papá le parecían todos iguales. Ese era su secreto: no es que pasara por alto las diferencias entre la gente; sencillamente no sabía que dichas diferencias existieran”.

Cuando Holanda es ocupada por Hitler, Betsie y Corrie –las dos hijas que no se han casado- dedican todas sus energías a la resistencia. Para ello, secundadas por su anciano padre, convierten la casa familiar en refugio de judíos y centro de operaciones clandestinas. Así comienza la otra cara de esta historia, que crece en dramatismo hasta el final. “A mi alrededor se encontraban las mujeres de un tren carcelario que había sido bombardeado. Estaban horriblemente mutiladas y sufrían dolores insoportables”.

Pienso que lo más sobresaliente de este delicioso libro–bien escrito y bien traducido- es la autenticidad: la de unas personas que manifiestan con sus vidas que el cristianismo, mucho más que un conjunto de ideas y preceptos, es el amoroso y comprometido seguimiento de su Fundador. Entre los recuerdos de su infancia, Corrie –la narradora- habla de la mesa del comedor, donde “mamá me leía a Dickens en voz alta, en las noches de invierno, mientras el carbón silbaba en la chimenea de ladrillo y desprendía un rojo resplandor sobre la frase del azulejo: Jesús es el Vencedor”.

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De Kennedy a Rajoy

rajSu nula sensibilidad para todo lo que no sea economía ha precipitado en caída libre al Presidente y a su Partido. Váyase, señor Rajoy. Llévese su inoperancia y sus complejos. Líbrenos de sus corruptos. Y escuche las palabras de Robert Kennedy, candidato a la presidencia de Estados Unidos, pocas semanas antes de ser asesinado:

«Nuestro PIB tiene en cuenta, en sus cálculos, la contaminación atmosférica, la publicidad del tabaco y las ambulancias que van a recoger a los heridos de nuestras autopistas. Registra los costes de los sistemas de seguridad que instalamos para proteger nuestros hogares, así como las cárceles en las que encerramos a los que logran irrumpir en ellos. Conlleva la destrucción de nuestros bosques de secuoyas y su sustitución por urbanizaciones caóticas y descontroladas. Incluye la producción de napalm, armas nucleares y vehículos blindados que utiliza nuestra policía antidisturbios para reprimir los estallidos de descontento urbano. Recoge los programas de televisión que enseñan la violencia con el fin de vender juguetes a los niños. En cambio, el PIB no refleja la salud de nuestros hijos, la calidad de nuestra educación ni el grado de diversión de nuestros juegos. No mide la belleza de nuestra poesía ni la solidez de nuestros matrimonios. No se preocupa de evaluar la calidad de nuestros debates políticos ni la integridad de nuestros representantes. No toma en consideración nuestro valor, sabiduría o cultura. Nada dice de nuestra compasión ni de la dedicación a nuestro país. En una palabra, el PIB lo mide todo, excepto lo que hace que valga la pena vivir la vida».

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Salen de clase y ya ves…

 

 

 

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Fin de curso 2015

Llegó, vio

 

 

 

 

 

 

 

 

Quim Cassany, alumno de 1º, escribe sobre nuestro último invitado:

Javi Pascual es un valiente donostiarra que nos habló ayer en la Facultad de Económicas de la UNAV. Se trata de un hombre con discapacidad locomotriz congénita, que desde su silla de ruedas nos ha contado su experiencia con la enfermedad. En primer lugar, he podido observar a un hombre que ha sabido aceptar su condición sin renunciar a un papel en la sociedad. Esta forma de aceptar su implacable realidad y convertirla en una oportunidad, al margen de lo que otros puedan pensar, denota un claro amor a la vida y también a los demás.

Otra cosa con la que me he quedado es su espíritu de superación. Javi es uno de los miembros más activos de ASPACE en San Sebastián. Él explica que podría haberse quedado en casa, comiendo y viendo la tele todo el día. Sin embargo, decidió (porque ante todo es una decisión personal) dar lo máximo de sí mismo para cumplir el objetivo de dignificar la vida de la gente con parálisis cerebral. “Eso da sentido a mi vida”, dijo. “Por trabajar en la Fundación me levanto cada mañana a librar una nueva batalla contra las barreras de la enfermedad”. Pero lo que me ha dejado atónito es su empatía y buen humor, que han provocado nuestra risa varias veces. Si todos tuviéramos su mismo espíritu, sin duda estaríamos en un mundo infinitamente mejor.

Carmen Díaz, del mismo curso, escribía en septiembre:

Hace tres semanas que aterrice en el aula 05 de la Facultad de Económicas de la Universidad de Navarra, y quizá sea una osadía opinar sobre la UNAV con una experiencia tan corta. Mis compañeros de clase, que al principio solo eran caras nuevas, se han ido convirtiendo en mis compañeros de batalla, porque todos y cada uno de ellos son imprescindibles y cuando falta uno, se nota. Procedentes de cada rincón de España, de Latinoamérica, de Australia, de Estados Unidos, formamos una torre de Babel en la que todos buscamos y esperamos lo mismo. Todos hacemos que esta Universidad sea, como dice Alejandro Llano, realmente universal por sus saberes, personas, lugares, ideas y creencias.

Una de las cosas que verdaderamente me han impactado de la UNAV es el clima de entusiasmo que se respira día a día en el campus; las ganas con las que todos afrontamos los temas para ser excelentes; las sonrisas que contagian al campus entero. No puedo hablar de otras Universidades porque no he vivido experiencias en ellas, pero sí puedo decir que la UNAV se adapta a la perfección a la definición de Universidad y a las expectativas que yo tenía. “Forma superior de convivencia culta”, dijo don Álvaro d’Ors. Yo, como estudiante de Economics, Leadership and Governance en la Universidad de Navarra, tengo la suerte de vivir los cuatro conceptos que componen esta definición, en mí día a día como universitaria.

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Pioneros, Willa Cather

Pioneros“Un día de enero, la pequeña ciudad de Hanover, anclada en una meseta de Nebraska, intentaba que no se la llevara el viento. Las casas, bajas y sin gracia, se amontonaban sobre la pradera gris bajo un cielo gris”.

Así comienza Pioneros, una lograda descripción, a lo largo de 260 páginas, de la vida de los primeros checos y escandinavos en Norteamérica, durante los últimos años del siglo XIX. Willa Cather tenía 40 años cuando publicó esta novela. Había nacido en Virginia y fue enviada a los ocho años a Nebraska, el primero de los grandes asentamientos al norte del Misisipí tras la guerra civil. Allí conoció la vida dura de “la aristocracia de las praderas”, tan diferente a la aristocracia de las ciudades, dibujada por su contemporánea Edith Wharton.

Willa Cather es también, en la literatura norteamericana, contemporánea de Jack London y anterior a la “generación perdida”. En Pioneros aparece todo el claroscuro de la vida, sin que falte la tragedia. Pero el balance es positivo y luminoso, entre otras razones porque los planteamientos de esas familias de colonos son cristianos. La figura central es Alexandra, una joven valiente y sensata que se hace cargo de la familia a la muerte de su padre, y que con tesón e inteligencia convierte su granja en una de las más prósperas del territorio.

Aquel verano, las lluvias habían sido tan abundantes y oportunas que Shabata y su peón a duras penas podían con todo el maíz; el huerto era una selva descuidada, donde habían crecido todo tipo de hierbas, hierbajos y flores (…). Al sur de los albaricoqueros, junto al trigal, estaba la alfalfa de Frank, donde siempre había millares de mariposas blancas y amarillas revoloteando sobre las flores púrpuras. Cuando Emil llegó a la esquina más baja, junto al seto, Marie estaba sentada bajo su morera, con el cubo lleno de cerezas al lado, contemplando la suave e incesante ondulación del trigo.

De los muchos aciertos de Willa Cather, me quedo con el equilibrio entre los ingredientes esenciales que componen una novela: retrato de los personajes, interés de la historia y descripción de ambientes.

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Diego Domingo con Josep Llobell

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Algo suena muy bien cuando entras en casa. Es la música y la voz de Diego Domingo en su último trabajo: Empezar de nuevo. Después de Pase lo que pase y de Colores, el cantautor burgalés nos entrega su tercer disco, producido en Audiolines por Josep Llobell. y asesorado nada menos que por Yeon-Kyung Oh.
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Diego nos explica que en cada una de las 12 canciones trata un tema diferente: una jornada habitual de trabajo, una reflexión política, las dificultades del día a día, la alegría de estar vivo y de esperar un hijo, la educación, la presencia de Dios, la crisis, los desahucios…
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Diego nos sorprende por su calidad humana y por sus letras, en la estela de Serrat y Sabina. “Siempre he intentado decir algo más, aportar mi granito de arena al mundo de la canción de autor”. Y realmente lo consigue, hasta el punto de que la letra puede funcionar con independencia de la música, pues es poesía con quilates. Reconoce que “la música es una carrera a largo plazo cuando no tienes padrino”, pero se sabe afortunado porque su trabajo -profesor de Música en un buen colegio de Barcelona- le permite componer con libertad y sin prisas.
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Metido en campaña, Diego ha presentado Empezar de nuevo en la sala Búho Real (Madrid), y lo hará el 13 de junio en Luz de Gas (Barcelona), a las 21:00 hs.
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¡Bravo, Nico!

Nico

 

 

 

En enero lanzó la jabalina a más de 73 metros y pulverizó varios récords de España.Todo empezó cuando su padre –que conserva el récord navarro júnior de 400 metros- le llevó un día, siendo niño, a una pista de atletismo.

Ahora Nicolás Quijera, 18 años, navarrico, ávido lector, estudia 1º de Economics, Leadership & Governance, va sacando sobresalientes y dedica 3 horas diarias a entrenar, de lunes a sábados. Le veremos en las Olimpíadas.

 

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Tres Consejeros

Tres Consejeros

Este pequeño libro, con cubierta diseñada por Ángel Fuertes, es un ameno paseo por los textos de tres maestros indiscutibles en el arte de vivir y educar.

Si Confucio y Aristóteles levantaran la cabeza, se quedarían sorprendidos por la vigencia actual de sus ideas, y también por el desconocido con quien comparten portada. Pero al leer a Chesterton descubrirían, detrás de su simpática fachada de gordo feliz, un genio comparable a los mejores, que dice por ejemplo:

*     “El secreto de la vida está en la risa y en la humildad”. “El hombre está hecho para dudar de sí mismo, no para dudar de la verdad, y hoy se han invertido los términos”. “El primer deber de un hombre enamorado es comportarse como un idiota”. “Los que hablan contra la familia no saben lo que hacen, porque no saben lo que deshacen”.

*     ¿Y qué dice Confucio? Que “solo hay dos caminos: la benevolencia y el egoísmo”; que “la mejor educación consiste en sacar brillo a la virtud”; que “los gobernantes antiguos que querían mejorar el mundo ponían antes orden en su reino; para poner orden en su reino ponían antes orden en su casa; pero antes de poner orden en su casa se perfeccionaban ellos mismos; y para perfeccionarse a sí mismos rectificaban su corazón”.

*     De Aristóteles, principal discípulo de Platón, preceptor de Alejandro Magno, me limito a citar su Ética a Nicómaco, sabiendo que todo lo que se diga de esa obra es poco, pues está entre los pilares esenciales de Europa. La selección incluye textos de todos sus capítulos: la felicidad, la amistad, la responsabilidad moral, la virtud, la justicia, la prudencia, la fortaleza, la valentía, la templanza, la función educativa de las leyes…

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La Pasión de Langlois

Libro Pasión

Ediciones Rialp acaba de reeditar el Libro de la Pasión, de Ibáñez-Langlois. La poesía de este sacerdote chileno es excelente, y la elegancia de la nueva edición hace justicia a un texto con vocación de clásico, donde el largo versículo tiende a ser narrativo, retrata a los personajes, sirve a los diálogos y monólogos, reproduce cartas, edictos, informes secretos… Ceñido a la narración evangélica, Ibáñez-Langlois recrea los últimos días terrenos de Jesucristo con un derroche de imaginación, musicalidad, ironía y sentimiento. Poesía inteligente para entender y saborear los hechos más determinantes de la historia humana.

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