Edith en el Airbus
A las 11 Marta me pregunta por qué: por qué tiene cáncer su tía, por qué tiene que morirse. A las 12 me entero del lamentable accidente en el que han perdido la vida 150 personas que viajaban en un Airbus estrellado en los Alpes franceses. Por asociación de ideas me acuerdo de un detalle de la vida de Edith Stein que me impresionó. En 1914, siendo atea, estudiaba Filosofía en Gotinga cuando estalló la Gran Guerra. Su amigo Adolf Reinach, también ateo, recién casado, fue llamado a filas. Y en las trincheras, en medio de aquel infierno iluminado por la condescendencia del sol, la búsqueda de sentido le lleva a la fe cristiana.
Mientras Edith sirve como enfermera con la Cruz Roja, conoce la noticia de que Reinach ha muerto. Sin demora, toma un tren a Friburgo para asistir al funeral y consolar a su amiga Ana. Pero allí, la entereza de la joven viuda, su confianza serena en que su marido está gozando de la paz y la luz de Dios, hablan a Edith del poder de Cristo sobre la muerte. Hubiera sido comprensible la rebelión de Ana ante la desgracia que destruía su vida, y Edith hubiera considerado normal encontrarla abatida o crispada. Pero se encontró con algo totalmente inesperado: una paz que sólo podía tener un origen muy superior a todo lo humano.
“Allí encontré por primera vez la Cruz y el poder divino que comunica a los que la llevan. Fue mi primer vislumbre de la Iglesia, nacida de la Pasión redentora de Cristo, de su victoria sobre la mordedura de la muerte. En esos momentos mi incredulidad se derrumbó, y el judaísmo palideció ante la aurora de Cristo: Cristo en el misterio de la Cruz”.
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Leer másLas carreras de Miguel
Me dice que no podrá asistir un día a clase, pues debe cubrir como periodista los test de Fórmula 1 en Jerez. De todas las razones que me han dado durante décadas para justificar una falta, es sin duda la más increíble. Pero a los cuatro días te lo encuentras en esta foto con el excampeón del mundo Niki Lauda, en la contra del Diario de Navarra, donde es entrevistado por un Carlos Lipúzcoa que no sale de su asombro y empieza con este párrafo:
“Con solo 18 años, ya se ha codeado con la élite del periodismo deportivo en los entrenamientos de la Fórmula 1 que se celebraron en febrero en el circuito de Jerez, donde acudió acreditado por la web Laf1.es y tuvo la oportunidad de asistir a las ruedas de prensa de Raikkonen, Vettel, Button o Adrian Newey. Miguel Carricas Laspalas (Pamplona, 1996), estudiante de un grado en Economics, Leadership and Governance en la Universidad de Navarra, aspira a hacerse un hueco en el competitivo mundo de la información especializada del motor, dedicación que pretende compatibilizar con su sueño de convertirse en diplomático. “Son dos ocupaciones muy distintas, pero ambas me apasionan. Estoy seguro de poder lograrlo a base de dedicación”, afirma con sorprendente determinación”.
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Leer másPérez y Einstein
Si lees las entrevistas a Pérez-Reverte puedes constatar que se le acabó el discurso hace muchos años: el mundo se divide en buenos (él y cuatro más) y malos (los curas). De ahí no le sacas. Pero esa especie de fijación masónica da titulares y vende, que es lo que importa.
Rectificar es de sabios, y Einstein lo era. En la revista Time escribió el 23 de diciembre de 1940: “Cuando llegó la revolución [nazi] a Alemania, miré con esperanza a las Universidades, pues siempre se habían sentido orgullosas de defender la verdad. Pero las Universidades fueron acalladas. Entonces miré a los grandes editores de periódicos, que proclamaban su amor a la libertad en ardientes editoriales. Pero también ellos fueron reducidos al silencio, ahogados a la vuelta de pocas semanas. Solo la Iglesia permaneció de pie y firme para hacer frente a las campañas de Hitler para suprimir la verdad. Antes no había sentido ningún interés por la Iglesia, pero ahora siento por ella un gran afecto y admiración, porque solo ella ha tenido la valentía y obstinación de sostener la verdad intelectual y la libertad moral. Debo confesar que lo que antes despreciaba, ahora lo alabo incondicionalmente”.
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Leer másDejar de leer
Paco Sánchez en La Voz de Galicia, 31-I-2015, con el título REALIZADOR escribe esta columna:
Pensamos cada vez con menos palabras y con más imágenes, porque miramos mucho más que leemos. En parte, porque nos resulta menos trabajoso. Un buen libro exige mucha atención y de mayor calidad que la que demanda, por ejemplo, una buena serie de televisión. Algo sabido y muy comentado ya. El problema radica en las consecuencias de leer poco o nada, que es el caso de un porcentaje elevadísimo de los españoles, según la última encuesta del CIS. Si la imagen sustituye a la palabra, terminamos pensando sin conceptos. Es decir, terminamos no pensando. Nuestros prejuicios, por otra parte imprescindibles, se ahorman a partir de lo que hemos visto o hemos creído ver. Puede que nuestra idea de lo bueno o de lo malo, de lo bello o de lo justo sea una imagen que quizá hemos visto en una serie o en varias películas. O en la escuela, cada día más audiovisual, como alertaba hace años Giovanni Sartori.
Cuando la imagen sustituye al concepto, nuestra libertad de pensamiento y nuestras decisiones posteriores quedan en manos del realizador y del guionista. Por eso a veces no sabemos por qué pensamos una cosa o por qué decidimos hacer tal otra. Los prejuicios se tornan feroces e indestructibles, porque no hay modo de revisarlos, nos faltan herramientas intelectuales. Y en caso de que choquen con la realidad, peor para ella. Crece entonces la vulgaridad: el mundo se puebla de supuestos excéntricos clonados en masa, copiados de la imagen en boga. Catalogamos sumariamente ideas y personas en progres y carcas, como lamentaba anteayer Adela Cortina, y arruinamos cualquier posibilidad de diálogo.
Dejar de leer y dejarnos manipular es casi lo mismo. Sobre todo, si nunca cambiamos de canal.
Viñeta de Puebla, en ABC, 1 feb. 2015
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El mensaje de Paloma
Fue también un testimonio y un espectáculo.
Con su dominio de la palabra y de la escena,
con romanticismo o con crudeza,
con datos y mucha experiencia,
mucho más allá de la mera biología,
Paloma tuvo a cien alumnos
con la boca abierta durante hora y media.
El tema lo merecía: amor y sexualidad.
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Leer másLa ceniza y la cabeza
Esta tarde, cuando incline la frente para que me impongan la ceniza, sentiré que, junto al símbolo penitencial antiguo, mi cabeza se troncha (indoloramente) sobre mi cuello en un homenaje a los nuevos mártires. Se nos recuerda en los medios que Libia es el patio trasero de Europa para que entendemos lo cerca que están los bárbaros, pero en realidad están más cerca. A los 21 egipcios los han matado por creer lo mismo que nosotros: que Dios es Amor y familia trinitaria, que la Virgen es madre de Dios y que nosotros gozamos de la libertad de los hijos, pues no somos siervos sino hijos de Dios. La Semana Santa, con sus cientos de imágenes, el Rocío, todas estas fiestas que nos resultan tan íntimas como el respirar son consideradas ahí, al lado, delitos penados con la muerte.
Y todavía están más cerca. Para los católicos, la Iglesia es el Cuerpo de Cristo y esas decapitaciones nos las hacen en Él a nosotros. Estos días he caminado entre mis problemas menores como un cefalóforo simbólico, sin cabeza para tonterías. Los cefalóforos son esos mártires, como san Dionisio o santa Winifreda, que llevan su cabeza entre las manos, como un farol o un altavoz, y siguen predicando tras su muerte. Así, exactamente, nos continúan dando ejemplo los 21 egipcios; y así estamos espiritualmente, cercenados en nuestro propio Cuerpo (Místico).
Santo Tomás Moro explicaba a su hija Margaret, consolándola, que un hombre puede muy bien perder su cabeza y no sufrir daño alguno. Ése ha sido el caso de los mártires coptos, que murieron rezando. A nosotros nos toca ahora guardar, defender y vivir la fe que les hace inmunes.
Ciencia en Burgos
Uno de los directores de Atapuerca repite que fuera de la ciencia solo hay superstición. Un psiquiatra alternativo le acaba de hacer eco en la prensa local. Supongo que no se han mirado al espejo, pues lo más parecido a una superstición son sus respectivas especialidades. Basta con ver dos películas de Woody Allen para tenerlo claro respecto a la “psi”. Aunque abundan los científicos orgullosos de su sabiduría, hay que reconocer que la ciencia es un conocimiento bastante humilde. Sin ir más lejos, ninguna ciencia tiene acceso a las realidades más humanas: el pensamiento y los sentimientos de las personas. Ninguna puede saber qué está pensando y sintiendo ninguno de los siete mil millones de seres humanos que andan por ahí, fuera de los laboratorios. Por eso, no me extraña su frustración. Dime de qué presumes, psiquiatra y excavador, y te diré de qué careces.
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Reyes en el Museo UN
Ramón Pérez-Maura, en ABC, ha comentado así la inauguración del Museo Universidad de Navarra:
El pasado jueves, veintiséis años después de salir de Pamplona, volví a mi alma máter para un hecho sin precedentes en las universidades españolas. Los Reyes acudieron a inaugurar el Museo Universidad de Navarra. Y no tiene precedentes porque en España las universidades no tienen museos. En Estados Unidos las universidades buscan cualquier cosa como elemento para crear valor por medio de un museo universitario. Y quien más, quien menos, encuentra un expresidente que dona su biblioteca y papeles para hacer un museo más o menos hagiográfico de sus años en el despacho Oval. Lo que ha hecho la Universidad de Navarra es algo muy difícil de igualar. En un espectacular edificio de Rafael Moneo, que ha costado 22,5 millones de euros y al que el contribuyente -usted y yo, querido lector- ha aportado exactamente 0 euros, se han juntado fabulosas donaciones de particulares como la espectacular colección de María Josefa Huarte -Chillida, Picasso, Rothko, Kandinsky, Tapies- o el legado fotográfico de Ortiz de Echagüe, que desde los tiempos de mi paso por esa Universidad aguardaba en un almacén el momento y las condiciones idóneas para ser expuesto.
El rector, Alfonso Sánchez-Tabernero, pronunció, sin papeles, una breve alocución recordando al Conde de Barcelona y explicando el sentido de este museo precursor. La Casa del Rey había anunciado que Su Majestad no haría ningún discurso. Pero terminado el rector magnífico, el Rey sacó unas notas manuscritas -que desde luego no habían sido redactadas por el ministro Wert, de pie un metro detrás del Monarca- e hizo un discurso seductor, con el que conquistó a la audiencia toda, si es que no lo estaba ya.
En el barullo posterior, se escuchó a Miguel Zugaza, director del Museo del Prado, decir a Rafael Moneo, padre de la criatura: «Esto es como lo que nos hiciste a nosotros, pero bien acabado, ¿no?».
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Leer másLa señora Mike
Hacia 1910, una chica que ha vivido sus dieciséis años en Boston se casa con un joven sargento de la Policía Montada, al que destinan al norte del país. Después de un viaje de tres meses, Kathy y Mike llegan en trineo a su nuevo hogar: una cabaña en tierra de tramperos y cazadores, que conviven en paz con los indios autóctonos.
A pesar de su tosca traducción, La señora Mike es una novela poderosa y atractiva, trenzada con aventuras sorprendentes, llenas de dramatismo. Si la naturaleza grandiosa –hostil durante largos meses- nos recuerda a Jack London, los personajes no respiran nihilismo y violencia sino nobleza, y resultan tan creíbles que parecen reales, no literarios. En sus vidas sencillas y esforzadas, a miles de millas de la civilización, brilla siempre la dignidad.
Por momentos, los efectos devastadores de un incendio o una epidemia que se ceban en niños y ancianos, nos introducen en el escenario de una tragedia griega, pero el sufrimiento no tiene la última palabra. ¿Qué sabor de boca te deja esta lectura cuando llegas a la última página? Sin duda, la de haber disfrutado con una dura y hermosa historia de amor auténtico, rematada por un magnífico final.
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