Cyrano

Jean Paul Rappeneau, 1990. Cyrano de Bergerac es una de las obras de teatro más célebres del mundo, escrita y estrenada a finales del siglo XIX. El Cyrano real, que inspira la famosa obra de Edmond Rostand, pertenece a la pequeña nobleza de la Francia del XVII, y es pendenciero, militar, filósofo y poeta. Tan hábil espadachín como grotesco por su apéndice nasal, cruz sin remedio de toda su vida: “Ni el capricho puedo permitirme / de ser amado por la más fea. / Me lo prohíbe esta nariz que llega / un cuarto de hora antes de que se me vea”. En 1990, Jean Paul Rappeneau llevó esta obra al cine con un espléndido Gérard Depardieu en el papel protagonista. La película Cyrano respeta el drama poético de capa y espada, centrado en el amor imposible entre el grotesco espadachín y la bella Roxana: “Mírame bien, amigo, y dime qué esperanza / podría tener yo con esta protuberancia”.

Por debajo de su forma desenvuelta y jocosa, es el magnífico tratamiento del amor lo que justifica la inclusión de Cyrano en esta selección. De un amor que aparece desde el primer momento como lo que justamente es: sustancia de la vida humana, principio constitutivo de nuestra personalidad, y origen de la tendencia natural a una realización vital recíproca. Inolvidable por su carácter, la frustración de esa relación hace que Cyrano sea, además, un personaje conmovedor: “Jamás gocé de maternal ternura. / No tuve hermanas, y las mujeres / me han hecho bromas inhumanas. / Pero Dios quiso darme una amiga / en vos, querida. Y aun fue dichosa, / gracias a vos, mi vida”.

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