Ni uno menos
Zhang Yimou, 1999. Desde que en 1988 triunfara con Sorgo rojo, el líder de la Quinta Generación de la Escuela de Cine de Pekín ha dirigido un buen número de obras maestras. Dice que muchos de los parientes de su madre eran maestros rurales, y que cada vez que pasaba por delante de una escuela sentía la tentación de pararse a mirar por la ventana. Es lo que ha hecho en esta bellísima película, ganadora del León de Oro en el Festival de Venecia 1999. En ella cuenta cómo el profesor Gao, maestro en una escuela primaria de una deprimida zona rural, tiene que ausentarse durante un mes para atender a su madre enferma. El alcalde consigue que le sustituya Wei, una inexperta chiquilla de trece años, poco mayor que sus nuevos alumnos. Wei es tan real que, por no cambiar, no ha cambiado ni de nombre. Los espectadores reirán las travesuras del aula, se identificarán con la sencillez de los pequeños y con la maestra en apuros, y quedarán profundamente conmovidos por la evolución de la historia y su desenlace. Yimou, el más occidental de los cineastas orientales, es un excepcional narrador, con una sencillez y una técnica inigualables.