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Nativel Preciado: "Los malos no siempre pagan sus culpas"

La periodista madrileña regresa con nueva novela bajo el brazo, ‘El santuario de los elefantes', donde la naturaleza pone en su sitio a un grupo de gente codiciosa. Este título ya ha recibido el Premio Azorín.

Archivado en: entrevistas, cultura, literatura, Nativel Preciado

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Francisco Quirós
09/7/2021 - 00:03

Toda una vida dedicada al periodismo no ha sido obstáculo para que también disfrute y triunfe en el mundo literario. Nativel Preciado reconoce que lo que siempre le ha apasionado es "contar historias", quizás ahí radique el secreto de su éxito. Su trayectoria está jalonada de reconocimientos a los que recientemente sumó uno más: el Premio Azorín. La novela ‘El santuario de los elefantes' es la responsable de ese galardón y la excusa para esta entrevista con GENTE.

Casi todos los libros que se publican en este 2021 se han cocinado, en mayor o menor medida, durante el confinamiento. ¿Cómo ha sido el proceso de creación de 'El santuario de los elefantes'?
Antes del confinamiento ya tenía a los personajes con los que quería escribir esta novela, porque estaban muy definidos, quería contar cómo son esos ricos insaciables a quienes todo les parece poco, cómo era su mundo y su ambiente, el cual lo he conocido por razones profesionales y me encantaba destriparlo. Estuve dudando entre muchas posibilidades hasta que al fin decidí que era muy alegórico meterlos a todos en un viaje donde habría muchos enfrentamientos y problemas. Qué mejor que un sitio que está de moda como Tanzania, donde hay unas diferenciales abismales entre el mayor lujo y la pobreza absoluta; era lo mejor para que la historia explotase. Esta novela era un buen leitmotiv para contar todo esto.

A la satisfacción que normalmente genera la publicación de un libro, le sucedió la concesión del Premio Azorín. Imagino que la alegría será doble.

La alegría es inmensa porque es la novela más rara que he escrito, la que es más de ficción, las demás siempre tenían algún elemento de mi vida, de mi historia y conocimientos. Algunas de mis obras son muy periodísticas, cosa que digo con orgullo, porque el periodismo es una gran formación para contar historias, y eso es lo que he hecho toda mi vida. En fin, que la alegría añadida a escribir una novela con tanta incertidumbre, con muchos personajes, que es difícil moverlos, con muchos inconvenientes y sin tener mucha relación con el mundo por un confinamiento, y de repente tener el respaldo de un premio, que siempre es importantísimo, fue una explosión de felicidad. Pensé que no me había salido mal, que por lo menos al jurado le ha gustado de verdad. El Premio Azorín ha sido una bendición absoluta.

"Tener el respaldo del Premio Azorín fue una explosión de felicidad" 

 

Destaca que la novela es puramente ficción, pero la historia bien podría estar basada en hechos reales.
La línea que separa a la ficción de la realidad, e incluso a la realidad de los sueños, es insignificante. Siempre digo que los sueños forman parte de la realidad, y la ficción es más cercana a la realidad que los propios sueños, porque estos pueden ser absolutamente disparados, en cambio, lo sabemos casi todo sobre la ficción. ¿Quién se puede inventar una historia, salvo que sea futurista, que no contenga algo que forme parte de la realidad? Estoy muy orgullosa de mi profesión, el periodismo me ha dado grandes alegrías, pero lo que quería desde que era niña era contar historias. Me gusta escribir en los periódicos, pero el paso a escribir en libros ha sido tan tenue que casi no me he dado cuenta. Mi primera novela, 'El egoísta', era la historia de un personaje que me contó su vida, con todo lujo de detalles, poco antes de morirse. Años después, durante una cena, una editora me dijo que era maravilloso, que lo escribiera. Tardé cinco años en decidirme a escribirlo, porque pensaba que no debía contarlo. Finalmente lo hice, con mil precauciones y cambiando muchos detalles. Era una crónica de la realidad, como muchos de mis libros. A aquello que no podía escribir en los periódicos, lo he añadido ficción e imaginación y me he acabado inventando una historia. Pero en esta concretamente de 'El santuario de elefantes' no hay nada con lo que me pueda identificar, salvo África y los africanos.

La definición de esta novela habla de "un cuento para adultos". ¿La moraleja tiene algo que ver con las lecciones que nos puede dar África si lo maltratamos?
La naturaleza es lo que representa África, y el elefante es el animal que más representa el alma de ese continente, como decía Kapuscinski. La naturaleza es mucho más poderosa que todas las multinacionales juntas, como demuestra que un organismo tan insignificante ponga patas arriba a todo el planeta por primera vez en la historia. Ni todos los ejércitos ni el poder han podido con él, los únicos que han hecho algo son la ciencia y los científicos. Otra enseñanza de esta pandemia y del confinamiento es que nos hemos dado cuenta de qué oficios y profesiones son fundamentales, lo que es accesorio y aquello que ensucia y mancha el mundo. La investigación científica, el personal sanitario, la agricultura, los transportistas, las farmacias... Hay una serie de cosas que se han demostrado imprescindibles, personas que empujan para que el mundo siga adelante frente a gorrones que viven de los demás y que durante la pandemia han sido innecesarios e incluso nocivos.

Tiempo atrás veía la luz otra novela también ambiente África, 'La bruma verde', de Gonzalo Giner, con gran acogida por parte de público y crítica. Este continente tiene mucho gancho literario.
Tengo un respeto absoluto a Gonzalo Giner, ha escrito un libro precioso. Algo flota en el ambiente, cuando se coincide en un tema y una inquietud sin ponernos de acuerdo no es una moda, es porque nos afecta a todos. Para saber cómo va a ser el futuro más inmediato hay que mirar hacia África, allí están pasando muchas cosas muy importantes. Hay que prestar atención, lo que está sucediendo nos dice por dónde va a ir el mundo y cómo se podrá enderezar. Es un reto ver cómo podemos vivir sin esquilmar a un continente y que los africanos puedan vivir de sus riquezas, debemos aprender a respetar su mundo y su naturaleza.

"La naturaleza es mucho más poderosa que todas las multinacionales" 

Volviendo a 'El santuario de elefantes', hay un personaje, el de Julia Soros, que me parece fascinante. ¿Cómo se ideó un perfil que rompe un poco con los otros personajes?

Julia es el catalizador que pone en evidencia cómo son estos personajes, primero a Carlos, que es para mí el más detestable de la novela, le cogí verdadera rabia. Julia es un elemento extraño incrustado en la trama por ese viaje y saca los peores valores de Carlos: es excluyente, machista, racista, irrespetuoso, insaciable, codicioso... Es un ser verdaderamente detestable y Julia le pone en evidencia frente el lector y ante el resto de personajes. Más  allá de la historia, que no queremos destripar, sobre cómo llega allí, también demuestra a Adriana cómo son aquellos que cree que son sus amigos, empatizan enseguida las dos.

Sin caer en los 'spoilers', parece que hay un deseo grande por su parte de que toda la justicia recaiga sobre los personajes.
Sí, era un objetivo que tenía, porque en la vida, generalmente, no pasa eso, la vida es injusta por naturaleza, los malos no siempre pagan sus culpas, se libran muchos de la justicia. Es una licencia literaria muy gustosa para un escritor ordenar el mundo a su manera. Por eso digo que es una novela muy alegórica y sencilla donde los malos pagan y los buenos salen adelante, aunque se ve que la vida no es idílica.

¿Hay algún reto literario que le gustaría abordar ahora?

Sí, estoy tomando notas desde que terminé 'El santuario de elefantes', estoy pensando en escribir una historia que me ilusiona mucho. Esta última novela y el premio me han hecho recuperar muchas ilusiones, muchas esperanzas literarias, en definitiva, me ha dado mucha fuerza para centrarme en la literatura.

 

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