May 312012
 

El periodista francés Roméo Langlois ha asegurado este miércoles que, durante el mes que estuvo en cautiverio, las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC) le trataron «como a un invitado» y que, en ningún momento, fue agredido o sintió temor por su vida.

Langlois ha hecho estas afirmaciones minutos después de que fuese entregado a una misión humanitaria encabezada por la exsenadora Piedad Córdoba en el pueblo de San Isidro, en el departamento colombiano de Caquetá (sur), donde decenas de habitantes de esa localidad se congregaron para recibir al periodista galo.

«No me puedo quejar, he sido tratado como cualquier combatiente de la guerrilla», ha comentado en declaraciones a la cadena latinoamericana Telesur. «Nunca me han tenido amarrado, eso lo deje claro el primer día, siempre me han tratado como un invitado más bien, me han dado buena comida», ha aclarado.

Langlois, periodista de la cadena France 24 y del diario ‘Le Figaro’, cree que con su secuestro «se hizo mucha política desde muchos lados» y ha asegurado que «no necesitaba de esta experiencia para conocer bien el conflicto colombiano ni para conocer la guerrilla» porque «llevaba mucho tiempo en esto». «Lo que me queda es la convicción de que hay que seguir cubriendo este conflicto que ha sido olvidado», ha dicho.

Así, ha lamentado que se tengan que producir hechos como éste para que los medios de comunicación y las autoridades colombianas tomen en cuenta a las comunidades de la selva colombiana. «Me parece triste que tengan que retener a gente para que vengan a ver esta zona y la gente hable del conflicto colombiano», ha afirmado.

Langlois, de 35 años, fue secuestrado el pasado 28 de abril en una zona selvática de Caquetá, a donde pudo llegar mediante un avión de la Fuerza Aérea Colombiana como parte de un operativo contra un laboratorio de droga que supuestamente controlaban las FARC.

En sus primeras declaraciones tras su liberación, el periodista galo ha negado que se tratara de una gran infraestructura y ha afirmado que era un «pequeño laboratorio, como muchos que se destruyen», propiedad de «un campesino que lo utilizaba para sobrevivir».

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