, archivado en Fargo

Tu problema es que te has pasado toda tu vida pensando que hay reglas. No las hay. Éramos gorilas. Todo lo que teníamos es lo que podíamos coger y defender  (Lorne Malvo, “The Cocodrile’s Dilemma”, 1.1.)

“No va a parar. ¿Lo sabes, verdad? Un hombre como ese. Puede que ni siquiera sea un hombre” (Molly Solverson, “Morton’s Fork”, 1.10.)

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Fargo es un serión. Un mini-serión, para ser más precisos. Empeñados en encontrar el gran tiburón blanco, la crítica de ceja alta se apresuró a encumbrar True Detective como la gran antología del 2014. Pero esta vez han adelantado a la HBO por la derecha. Sin tanto ruido, esta vuelta de tuerca al material de los hermanos Coen ha resultado una experiencia más emocionante, original, sutil y redonda. Hay tanto músculo en cada capítulo, que no me habría importado reseñar la serie semana a semana para aprovechar todo el cerdo.

https://www.youtube.com/watch?v=gamWyUtx02I

Los tópicos, como dice el maestro Aurelio Arteta, son como unas muletas en las que nos apoyamos, ahorrándonos el esfuerzo de caminar por nuestra cuenta. Esto es: de pensar. En el ámbito audiovisual, uno de los tópicos más celebrados es el de que los remakes (y su menestra de variantes) no son más que un síntoma de la alarmante falta de ideas. Pues depende, mireusté. El reciente remake de un emblema del cine de los sesenta, Rosemary’s Baby, ahoga cualquier ambigüedad del original, haciendo agua en cada plot point, convirtiendo el picor metafísico del original en un susto y muerte de ojos azulados y acento gabacho. Una castaña, vamos.

Fargo, por el contrario, es una reinvención gloriosa de aquella genial fábula de los Coen. Se suma al panteón de todas esas estupendas derivaciones diegéticas, “nada originales”, sin las que resultaría complicado entender la calidad de la serialidad contemporánea: BuffyBattlestar Galactica, Friday Night Lights, The OfficeHannibal

Did-you-know-the-human-eye-can-see-more-shades-of-green-than-any-other-color(Espoilers a partir de aquí)

Porque una de las vetas más fascinantes de la nueva Fargo es cómo Noah Hawley, el creador, es capaz de lograr que todo nos resulte familiar al mismo tiempo que le imprime voz propia -única- al relato y los personajes. Este trasvase se mastica en la corteza: la sonoridad escandinava de los apellidos (NygaardLundegaard, SolversonGunderson), la ironía implacable del “basado en hechos reales”, el despiste de un título donde, realmente, no discurre la trama o esas constantes citas intertextuales (desde la matrícula dealer hasta la rasqueta milagrosa, pasando por la obligación de pagar la tarifa completa del párking o esta melodía de clausura).

Pero la genética de los Coen no es solo lúdica, sino esencial para su descendiente televisivo. La serie de la FX, más allá de la epidermis, mantiene rasgos de estilo como el gusto por el encadenado y el fundido a blanco, el timbre melancólico de la música, un ritmo pacífico, la majestuosidad del paisaje nevado o ese paladar para la conversación intrascendente, en amable parodia que reivindica la grandeza del hombre simple.

Porque Fargo, en el fondo, conserva -incluso añadiendo capas de hondura- la reflexión moral y social de su predecesora. No es solo el guiño o el estilo; es también el núcleo, con esa alquimia imposible entre salvajismo y pantomima. Como desde coordenadas muy alejadas también hacen Justified o Friday Night Lights, Fargo antepone la sabiduría antigua, el sentido común de la América profunda, la bondad del regular folk para sobrevivir en comunidad, con sus lazos emocionales y sus complicidades morales. Su sentido -simple, certero, sin enjuages posmodernos- del Bien y del Mal. Por eso puede funcionar un estereotipo como el protagonizado por el excelente Bob Odenkirk: no es ineficacia profesional, es pura confianza en el género humano. Como aquella sorprendente conversación del Fargo original: “¡Y hace un día precioso!”. De lo mejor de la finale es el simplismo de la renuncia de Bill Oswalt: “No tengo el estómago. No como algunos. ¿Qué pasó con darle los buenos días a tus vecinos, recogerles la nieve de sus entradas, meterles los contenedores de basura?”. Nah, no es país para viejos…

There-are-no-saints-in-the-animal-kingdom.

Pero también ese aliento de comunidad y valores se deja ver en el esfuerzo colectivo que todo el clan Solverson dispone para erradicar el mal. Molly regala, como siempre, el cerebro y la intuición; Gus, por fin, un par de pelotas; el abuelo un sentido protector casi animal; y la nieta un eslabón de fiereza, de ganas de pelear por lo que la sociedad considera justo. Toda esa partitura moral -optimista sin necesidad de melaza- ya sonaba en el filme de los Coen.

De hecho, el esqueleto narrativo de la serie es prácticamente idéntico, solo que 10 horas permiten la posibilidad de expandirlo y disparar munición nueva. En un entorno de televisión de calidad donde el antiheroísmo se ha erigido en norma, Fargo nada a contracorriente -como el pez del póster del sótano de Nygaard– para reivindicar el heroísmo del hombre bueno, la victoria del Bien, sin preservativos. La cotidianidad del Bien y su lucha contra las tinieblas. Porque el Bien vence; la clave está en cuántas víctimas deja el Mal en su camino hasta la derrota.

En esta ocasión, además, Lucifer se bifurca entre el mal puro y el mal adquirido. El primero –Lorne Malvo, irresistiblemente magnético Billy Bob Thornton– es una divertidísima depuración darwinista, un heraldo de la muerte, una simbiosis de la arbitrariedad letal de Anton Chigurgh y el cachondeo caótico del Joker. Él es “la consecuencia”, un depredador dispuesto a una merienda perpetua desde lo alto de la cadena alimenticia. Un lobo empeñado en asustar al rebaño. Un tipo que se divierte haciendo el mal (su mejor hijoputez no sangrienta: aterrorizar a los niños de la antigua casa de Nygaard), porque el Mal, a pesar de tanto ingeniero social y populismo victimista, no suele necesitar de causas ni excusas. Hay gente mala y ser malo es una opción. Malvo, simplemente, ejerce esa libertad con precisión quirúrgica y deleite de entomólogo, para ver cómo corretean las hormigas cada vez que desata una tormenta de plomo y mierda.

Here-it-is.-You're-screwed.

De uno de sus experimentos nace Lester Nygaard. En el piloto, tras un encuentro casual, comienza un viaje interior en el que Lester consigue revertir su destino… perdiendo su alma. Un aspirante a übermensch que va eliminando vidas y reputaciones con la hipocresía y frialdad de una hiena, como si el mundo le perteneciera o estuviera en permanente deuda con él. En la última parábola que le atiza Molly, no hay duda de que Lester habría hecho descarrilar el tren con tal de recuperar el primer guante… Porque es la libertad humana la que nos permite tomar el camino equivocado. Puedes conformarte con ser un poli desastroso y cagueta, pero manteniendo la integridad moral, como hace Gus Grimly.  O puedes emular a Breaking Bad en Minnesotta, como deriva Lester.

Discutiendo con el amigo Jarroson, a ratos puede parecer que su evolución es algo abrupta, pero en todo momento es coherente con el salto que pega en el piloto. Un mal paso, un pronto trágico. Se empiezan cuestionando los escrúpulos, se continúa perdiendo la piedad y se acaba aboliendo el sentimiento de culpa. La clave, de hecho, es el segundo encuentro con Malvo, en Las Vegas. Lester ahora opta por el sí, sin remilgos (*). Dejó de ser cordero para convertirse en lobo con todas sus consecuencias: entrulla a su hermano, manda a su esposa en labor de zapa para que le vuelen los sesos e, incluso, llega a engañar a Malvo con la “trampa” de su última llamada de auxilio. Lo complicado fue superar el remordimiento del primer martillazo; el resto consiste en ir asumiendo la lógica del depredador. Malvo ha sido un buen maestro: el pupilo ha acabado derrotándole.

(*) En casa ya tenemos una coña recurrente con los arrastrados “uhhhh, yeah” de Martin Freeman. Su actuación es portentosa. De perdedor a fingidor. De fingidor a frío teorema mortal. Por eso su mejor momento es la vuelta de los tics de antaño cuando, por sorpresa, descubre a Malvo en Las Vegas. Pero, ¡demonios!, este no es el viejo Lester

Old-Lester,-now,-he-would've-just-let-it-slide.-But-not-this-guy.

Sin embargo, la mayor sorpresa de Fargo ha sido el descubrimiento de Allison Tolman como Molly Solverson. Sobre ella ha recaído el peso de la investigación policial y eso la ha convertido en una heroína para la década. Si Bob Thornton sabe transmitir la inquietante quietud del psicópata y Martin Freeman la incómoda doblez del cínico, Allison Tolman exhibe la limpieza de la mirada. Es un ser puro, como todo su entorno. Su conversación, casi maternal, con Mr. Wrench; el nerviosismo maquillado de su encuentro con Gus en el café; su rostro de frustración ante la incompetencia de sus colegas; su obsesión callada por combatir a la bestia…

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Todos los matices que presenta cada personaje -y cada actuación- se han visto multiplicados por el salto narrativo de “The Heap” (1.8.). Esta estrategia ha permitido trabajar las consecuencias dramáticas de la historia, amplificando su potencia al echar más limón en la herida: el punto y aparte ha servido, por un lado, para que observemos cómo no ha cicatrizado en el clan Solverson. Pero, por otro, nos ha reubicado en un escenario donde las consecuencias son, si cabe, más extremas: un embarazo avanzado, una matanza en un ascensor de Las Vegas, un caso reabierto y un asesino que vuelve a aparecer en el radar.

No ha habido un solo capítulo débil en toda la temporada. Una de las grandes virtudes del formato de la miniserie (o serie antología, ya veremos) es que la tensión se acumula hasta explotar, puesto que sabemos que no habrá un “continuará”. Por eso tiene tanta fuerza el 1.9. (“A Fox, a Rabbit, and a Cabbage“), el episodio más excitante de Fargo para mi gusto. El salto adelante de la trama consigue refrescar todos los conflictos y el ritmo del capítulo, especialmente su último tercio, se hace insoportable. La escena entre Malvo y Lou en el café es memorable por esa tensión sorda que hace que la trama pueda astillarse en cualquier momento, provocando hemorragia.

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(**) ¿Puede que Malvo estuviera implicado en esa sangrante matanza de Sioux Falls, donde los cuerpos se apilaban hasta una altura de dos pisos?

La lógica de cualquier historia exigiría un clímax donde el protagonista se las viera con el antagonista. Pero aquí también Noah Hawley ha querido jugar con esa ruptura de las convenciones genéricas que tanta salsa chorreaban en el Fargo del 96, aquella película que comenzaba con la épica ralentización… ¡de un coche remolcado!

Molly y Malvo ni se cruzan.  Que sea Gus -el torpe Gus, el cobarde Gus– quien acaba con Malvo, esa maldad casi sobrenatural, nos deja a los espectadores con ganas de bang-bang y mito, pero cuadra con el mensaje de la serie. Resolver la adivinanza, neutralizar al depredador, evolucionar para sobrevivir. Quebrar los dominios del lobo. Esa ejecución fácil, anticlimática, sin énfasis, hasta con dolor y duda en el rostro de Colin Hanks, sirve para remarcar que el Mal, en el fondo, no tiene nada de glamouroso. Que matar a un hombre siempre será matar a un hombre. Y para recordarnos que, incluso en estos tiempos cínicos, el Bien aún puede ganar la partida.

——–

-Muy fan de Mr. Wrench y Mr. Numbers desde el tamborileo que les acompaña en su debut de “The Rooster Prince” (1.2.). Lograr humanidad en unos matones que ni se hablan (de nuevo, en un espejo deformado del parlanchín Buscemi y el silente Stormare de la original) ejemplifica bien la hondura dramática de esta propuesta televisiva.

-La trama ha dejado muchos cabos sueltos. Ninguno decisivo, eso sí, pero sí consecuencias que podrían explorarse en futuras entregas, estableciendo tenues cordones umbilicales entre una temporada y otra. Quizá el dinero re-enterrado por Stavros emerja de nuevo, el salao de Mr. Wrench aceche en futuras esquinas o el dúo de hermanos tarados -los Hess– ejerzan de lelos psicópatas vengadores.

-La forma de rodar ha sido majestuosa, sacando oro del paisaje helado, como en la apertura y cierre de la finale. Sin embargo, si hay una escena que quedará para la memoria, esa será la masacre que Malvo acomete en Fargo: todo ocurre fuera de campo. Magistral uso del sonido; la ya comprobada efectividad de Malvo hace que imaginemos el resto sin problema.

-La serie ha ido rotando banquillo con una facilidad pasmosa, creando arcos argumentales de cuatro o cinco capítulos, hasta que la efectividad de Malvo y Lester obligaba al cambio: Stavros Milos, Don Chumph, Chaz Nygaard, Mr. Numbers, la viuda Hess… Pero hasta en eso la serie se ha hecho un regate con su “un año después”, al meter como secundario al gran Stephen Root… para limpiárselo a los diez minutos.

-El tono de parábola que encierra toda la serie hace más digerible la presencia de acertijos, fábulas, plagas bíblicas y anécdotas ejemplarizantes como la del guante y el tren. Por cierto, el hecho de que Lester sepa la solución al clásico acertijo del zorro, el conejo y la zanahoria (en España siempre se ha contado con una zanahoria, no con un repollo) evidencia que tiene los mimbres para hacer las cosas sin dañar a nadie. Puede ser bueno. Sin embargo, en consonancia con el doble sentido habitual del título, la finale juega con un dilema lógico (“Morton’s Fork“) donde cualquier de las opciones que uno escoja será desastrosa. Lester está cercado, haga lo que haga acabará pagando por sus pecados. Pudo hacerlo sin dañar a nadie, pero…

-Los Epi y Blas de la serie –Budge y Pepper– han sido un añadido mentolado para el tercer acto. Ese surrealismo que siempre tiene cabida en el universo de los Coen. Hasta la forma de morir de esta alucinada pareja del FBI queda precedida por una estupidez heroica: “¡¡Estamos en un sueño!!”. Para quien no lo sepa, son dos cómicos que se están labrando una etiqueta de culto con el show de sketches que regentan en Comedy Central.

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-Por cierto, lo único que realmente me chirrió fue la lluvia de peces, otra maldición bíblica para Stavros. Ahí temí que la serie se fuera al garete. No es que sea habitual ni ortodoxo, pero al menos la propia serie se encargó de explicarlo en el siguiente capítulo: un tornado. Based on a true story, mirad.

-El mejor diálogo de la serie:

This-is-highly-irregular.

30 Comentarios

  1. sturmj81

    Muy bueno como siempre Alberto, yo como admirador de los Coen he disfrutado de esta miniserie en sus 10 capítulos, hace muy poco volvi a ver Fargo y hay momentos de la serie que son homenajes a esta mitica película de los hermanos Coen, sin duda Lorne Malvo es uno de los mejores hitman, mezcla de Anton Chigurn y el Joker, como bien has dicho

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  2. nadie

    ¿\”del 2014\”? Creía que se decía \”de 2014\”. Sí, sí, ya lo sé, puntilloso y todo eso, pero si ya nos empieza a fallar hasta gente como tú…

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    • Yo

      Che no seas ignorante, “del” es una contracción justamente de “de el”. Consultá en la Real Academia Española

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  3. AlbertoNahum

    STURMJ: Yo tenía a Fargo como una de mis favoritas de los Coen (la favorita, para ser exacto). Sin embargo, la volvimos a ver en casa el sábado, para calentar la última semana de la serie… ¡y la noté envejecida! Me supo a menos

    NADIE: Umm, no lo tengo tan claro. Siempre me ha sonado bien e intuyo que es porque el sustantivo queda elíptico: \”del (año) 2014\”. Sin embargo, dándole vueltas a lo que me dices, me he dado cuenta de que nunca diría \”del 1978\”. Y, sin embargo, sí decimos \”del 78\” y jamás \”de 78\”. Me temo que tendrá que ver con la longitud a la hora de pronunciar el año o algo así. A ver si te animas y consigues un link de la fundeu o así con la indicación ortográfica al respecto. Por cierto, puedes poner tu nombre real: no solemos morder.

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  4. Alex

    El final es muy valiente, porque deja que el Bien gane esta partida (ya sabemos la tendencia generalizada al cinismo y al pesimismo para que algo se considere como de \”calidad\”). Pero esa melancolía en el salón de casa (\”y yo he conseguido ser jefa\”, después de que Gus diga que le darán una medalla) nos recuerda también que son muchos los muertos que se han quedado en el camino del Mal.

    Como siempre, gran análisis, Alberto (y ojalá que hubieras analizado cada capítulo semana a semana).

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  5. Marien López Fdez.

    Desde el primer capítulo el Fargo de Noah Hawley me ha fascinado. El ejercicio de creatividad que supone escribir una serie basada en una película de la que no se puede utilizar ningún personaje, mantener su esencia e incluso mejorarla sólo podía ser hecho por un grandísimo escritor de televisión. Lo que no he entendido ha sido el ninguneo que por aquí, que no en Estados Unidos, se ha hecho de Noah Hawley. Vergonzoso el artículo que publicó Jot Down sobre la serie en el que no se le mencionaba ni una sola vez. Coincido con usted, el Fargo de los Coen ha envejecido. Llegará el día en que cuando se hable de Fargo sólo se recordará la serie. No sé si conoce esta entrevista de Noah Hawley con Alan Sepinwall http://t.co/YcvMVYQiEF hablan de la posible segunda temporada. Gracias por compartir su opinión.

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  6. Alberto Nahum

    DAVID: Hombre, a ver si alguna vez te animas a dialogar con el post, je, que siempre vienes, cuelas tu enlace y te vas tan campante…

    ALEX: Y lo mejor es que consigue que venza el Bien sin caer en el buenismo ni nada parecido. Por eso vence el Bien, claro, pero siendo consciente de cuánto les ha cambiado esa brutal experiencia con el Mal.

    MARIEN: Uy, no he leído el artículo de JDown. Voy a ello. Sí, la entrevista de Sepinwall a Hawley la he enlazado en este mismo artículo (cuando le cito por primera vez y hablo de \”el creador\”). Gracias anyway.

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  7. Mobius87

    Gran crítica como siempre. Y gran serie.

    Lo malo es que ahora ya no podremos poner el grito en el cielo automáticamente criticando cada vez que anuncien un nuevo remake de una película.

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  8. Gonzalolha

    Como siempre, te leo después de acabar la temporada.
    A mí a parte de los peces también me chirrió la segunda mujer asiática. Cómo le sigue el rollo a Lester y luego no le critica cuando hace locuras. O es tonta o no lo es. A pesar de ser un personaje secundario, la veo metida con calzador.
    Las interpretaciones en general y el humor negro son algo realmente que han sabido bordar.

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  9. Miriam

    Solo he leído hasta la mitad del artículo, porque aún estoy viendo la serie ;). Pero coincido en que es un auténtico sleeper, perfecto guión, perfectos personajes y perfectas interpretaciones, todos y cada uno de ellos me están dejando con la boca abierta. Un auténtico placer.

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  10. Miriam

    Por cierto, decir \”del 2014\” es perfectamente correcto.
    En la datación de cartas y documentos, el uso prefiere desde la Edad Media expresar los años sin artículo:

    8 de enero de 1681
    En Toledo, a 19 de diciembre de 1999.

    Esta es, por tanto, la fórmula recomendada en el caso de la datación de cartas y documentos para indicar los años a partir del 2000:

    Quito, 9 de abril de 2007

    Esta recomendación no implica que se considere incorrecto utilizar el artículo en estos casos:

    Quito, 9 de abril del 2007

    Naturalmente, si se menciona expresamente la palabra año, resulta obligado anteponer el artículo: 5 de mayo del año 2000.

    Cuando se menciona el año 2000 o los años sucesivos en un texto, fuera de las fórmulas utilizadas en la datación de cartas y documentos, se tiende, en el habla espontánea, a usar el artículo delante del año:

    Este documento fue revisado en febrero del 2002.

    La inauguración está prevista para el 2008.

    Perdón, es que soy traductora y se me nota. La cita proviene de la web de la Real Academia: http://lsi.vc.ehu.es/pablogn/docencia/varios/RAEerrores.html#ap38

    Responder
  11. nadie

    Pues es cierto, no es obligatorio decir \”de 2014\”, sólo es recomendado, y sólo para la datación de cartas: \”Por ello, se recomienda mantener este uso en la datación de cartas y documentos del año 2000 y sucesivos: 4 de marzo de 2000. Esta recomendación no implica que se considere incorrecto, en estos casos, el uso del artículo: 4 de marzo del 2000.\”

    Respecto a mi nombre, quita, quita, que igual el cíclope me vuelve a enchironar.

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  12. Chema

    Buena serie en líneas generales y mejor artículo!

    Las virtudes ya se han expuesto. Contemos las contras que he visto:

    – La serie sigue una línea valle, con una parte central lenta y estirada (quizás un par de capítulos menos llegarían). A mi la historia de Gina Hess me sobra un poco.

    – El final, rozando a veces el ambiente de thriller antena3siano, se pilla a veces un poco con pinza. No me explico, entre otras cosas, como Malvo, una fiera implacable, se va de la casa sin asegurar la muerte de Lester.

    – Me chirría un poco la insistencia del jefe de policía (Better Call Saul) en que la pobre chica no investigue NADA relacionado con Lester.

    – También huele raro que Malvo pulule con total impunidad y sin ser visto en un pueblo del tamaño de Estella.

    De todas formas la serie me gustó, me entretuvo. Me encantaron Martin Freeman y Billy Bob Thorton. También la pareja de matones. Así que sólo me queda agradecerle la recomendación a don Alberto

    Responder
  13. Ignacio

    La serie es una gozada si dejamos aparte la inverosimilitud de la trama, pero ya dijo Hitchcock en su conversación con Truffaut que eso era lo menos importante en una película, en este caso, serie. Tenemos que quedarnos con la blanca e inquietante estética, los magníficos diálogos, las interpretaciones (hasta Colin Hanks hace un buen papel), lo bien rodada que están muchas escenas y, por qué no, su mensaje positivo. Es la serie que hubieran hecho los Coen si se hubieran puesto manos a la obra.

    Responder
  14. Chris

    Lo que no me explico es como ¿Gus salió impune al final? Osea Marlo era un monstruo ¿pero eso quiere decir que puede llegar un cartero y vaciarle un revólver con total impunidad? Marlo ni siquiera estaba armado, su arma la había dejado en la mesa y a pesar de eso vemos a Gus como si nada en la escena final y todavía con el aviso que recibirá una medalla.
    Sinceramente ese detallé me ha arruinado la serie.

    Responder
  15. ra

    Genial, Alberto, como siempre. Eres una lectura obligatoria desde que te conocí con la segunda tanda de la quinta temporada de Breaking Bad, y casi siempre coincidimos en todo. Aquí en concreto, yo no creo que Fargo haya adelantado a True Detective. De hecho, he escrito un post sobre la serie que es casi una contestación al tuyo.
    Mis compañeros lo publicarán a lo largo de agosto:
    http://respirasactualidaddigital.blogspot.com.es/.
    Un saludo maestro.

    Responder
  16. Allan Labana

    @Chris
    Creo que es otra de las lecciones de la serie. El como el asesinato de un monstruo es digno de aplauso y condecoración para la gente a pesar de que fue un asesinato casi cobarde y ruin (como dices, Malvo estaba desarmado).

    Responder
  17. JMGR

    En el bien anida en el mal. Y esto queda representado en el personaje de Gus. Un personaje ruin y cobarde que quiere ser un héroe. Por eso no da la alarma cuando descubre la \”guarida del lobo\” y espera paciente hasta que tiene la oportunidad de asesinar a Malvo. No lo hace para inmolarse para salvar a su mujer sino para ser un héroe.

    Atención al guiño a Caperucita Roja cuando Lester le pone el abrigo rojo a la mujer para que vaya a la tienda a por los pasaportes…por cierto que Malvo viaja en un coche rojo, ¿no será una victima y Gus el lobo?

    Responder
  18. ZLAT

    He visto todos los capitulos en apenas dos semanas. Sinceramente prefiero Breaking Bad pero Fargo ,sin duda, es una serie magnifica. Al ver el ultimo capitulo, en el pequeño tiroteo en la casa de Lester, no logro entender porque hay una trampa para osos (el que atrapa la pierna de Malvo) en el suelo de su cuarto. Seguramente sea un despiste personal pero es algo que no he logrado ver. Me gustaria que alguien me lo aclarase. Gracias por adelantado.

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