, archivado en Mad Men

Predicador: “El único pecado imperdonable es creer que Dios no puede perdonarte” (6.13.).

mm-S6-Wallpaper1024x768(Espoilers de la sexta temporada)

Hasta el minuto 31 de la season finale estaba convencido de que esta temporada había sido la peor (la menos buena, para ser precisos) de Mad Men (Canal Plus). Ahora no lo veo tan claro. Mi duda refuerza, una vez más, que la serialidad reclama atracar en puerto para valorar la travesía con solvencia. El viento puede virar drásticamente, como ha ocurrido aquí. ¡Vaya final más emocionante!

Empecemos por ese amarre, “In Care of” (6.13.). Ha sido un episodio sincopado, con un desquiciado carácter elíptico, donde los sucesos se agolpaban como si hubiera que achicar agua ante un naufragio inminente. Los personajes han aplicado cambios de humor y decisiones (no tan) irreversibles en cuestión de minutos. Nos sacamos un flashback religioso de la manga; dormimos en la cárcel; una viejita se tira por la borda; “ahora nos liamos”, “ahora me las piro para salvar a mi familia”; “empaqueta, cariño, que nos vamos a Siberia“, “ey, ha habido un cambio de planes, vete tú sola”; “mi papá me regalaba una chocolatina…”, “que noooo, que soy huérfano”. ¿¿Qué demonios??

Y, sin embargo, contemplados esos vaivenes desde la quietud redentora de la última escena, todo se desplaza a un segundo plano. Porque, por fin, asoma el Cielo. Don Draper había comenzado la temporada recitando a Dante en Hawaii y los trece capítulos le han servido para darse un garbeo no solo por el purgatorio, su domicilio habitual, sino para llamar a las puertas del Infierno. Nunca antes habíamos visto un Draper tan apaleado emocionalmente, tan desnortado moralmente, tan depresivo vitalmente y tan torpe profesionalmente. Como un tren sin maquinista. Cuesta abajo. Sin frenos.

MM_611_MY_0320_0953

Eso es lo que ha convertido esta temporada en más difícil de digerir que otras. Don -por mucho que haya batallado contra sí mismo desde aquel “Smoke Gets in Your Eyes“- siempre ha sido un pichafloja, un egoísta, un mentiroso compulsivo y un alcohólico en negación. Pocas veces ha generado felicidad a su alrededor. Al contrario. Aún así, habitualmente habíamos contemplado todas estas facetas envueltas en el celofán del triunfador. ¡Es Don Draper! ¡Cómo mola! Este año no: ha resultado mucho más difícil encontrar huecos de identificación con él. Por eso, tras cinco temporadas, es la primera vez que he sentido cansancio del personaje.

Ha sido el gran problema del año, más agudizado en la primera mitad. La serie ha evolucionado en espiral, dejándose mecer caprichosamente por la deriva. Sostienen en The AV Club que esa sensación caótica pretendía adecuar la narrativa de Mad Men al trasfondo sociopolítico del sesentayocho. Vaale. Puede ser. En ese caso, volvemos a una de esas estrategias -como en Girls– que no admiten contrarréplica: lo fácil es desordenar una habitación y, a posteriori, admitir que nos gusta más así…

Sea buscado o no, la sexta temporada ha apostado por un cambio de juego. No ha trabajado la unidad temática (¡ni geográfica!) como en otras temporadas y ha abierto caminos de secundarios que luego no ha explorado, como recordaban en The Atlantic: la secretaria Dawn se ha desvanecido hasta la explosiva despedida (con desprecio a Roger incluido) de Draper en la finale, las citas a ciegas de Ginsberg y demás interioridades se quedan sin gasolina y, con lo interesante que ha sido Betty en el último tercio (*), hay que ver lo desaprovechados que han estado cónyuges como Megan o Henry Francis.

(*) Algunas de las mejores escenas del año suceden en la aventura entre Don y Betty, una mezcla de nostalgia y ajuste de cuentas.  El eterno imposible. “Pobre Megan. No sabe que quererte es la peor forma de llegar a ti” (6.9.) es la nueva -brillante- variación del ya mítico “la felicidad es un momento antes de que quieras más felicidad”. Lo más doloroso de la escena -aparte del espejismo de familia mientras la pareja canta con el niño- ocurre a la mañana siguiente, cuando Don ha de desayunar solo. El galán prueba su propia medicina y se da cuenta de lo amarga que sabe. Justicia poética.

No solo eso. Visual y narrativamente la temporada también ha sido pródiga en elementos que jugaban al despiste. Un día Betty era gorda y morena; al siguiente un bombón dorado y sensual; a Ted y Don les da por coger un aeroplano en medio de una tormenta; a Cosgrove le cosen un parche; de la nada surge una ratera que se hace pasar por abuela de los niños para desvalijar el apartamento (“¿Somos negros?”); el affaire de mamá Campbell con el tal Manolo no hay por dónde cogerlo; y Peggy casi liquida a su novio de un inverosímil navajazo… Too much para una historia que surca las aguas del realismo emocional.

Pero lo más llamativo en este sentido ha sido el capítulo y medio que nuestro protagonista se pasa colgado, tanto en la oficina como en un interludio californiano. He de admitir que ahora lo recuerdo con más benevolencia -quizá toda la temporada gane con el tiempo-, pero el aparatoso y psicodélico “The Crash” (6.8.) me pareció un peñazo de aúpa; solo por eso ya se convertirá en episodio de culto… Que sí, que son los sesenta y hay que traducir a imágenes la estela de Haight-Ashbury, pero, leñe, les salió un mero ejercicio de estilo sin justificación narrativa (**). Ahora bien, tuvo pasajes divertidos como el baile de Ken Cosgrove y esa mueca bobalicona de Draper que, como advertía @alvaroquinn, ejercía de trasunto del Rob Lowe de Parks and Recreation. Similares sensaciones de hastío me produjo la fumada californiana, un par de capítulos después (6.10. “A Tale of Two Cities“). Supongo que las drogas deben ser muy guays para quien las consume, pero estos dos capítulos confirman que son una lata para quien las tiene que sufrir desde fuera (***).

(**) Todos los flashbacks no aportaban realmente información nueva que nos permita entender mejor el tormento de Dick Whitman. Ya sabemos que fue un niño no querido y que su infancia en el burdel fue penosa. Solo hubo una novedad: su “desfloramiento”. Bueno, en realidad una suerte de violación. Me resultó una escena tremebunda. Y comparto el estupor ante lo selectivo (valga la redundancia) de las políticas de identidad: ¿por qué los centinelas son más permisivos con los abusos dependiendo del sexo?

(***) Sí, adoro El gran Lebowski y sí, me flipa el viaje de LSD que se metió Roger el año pasado. Lo de este año es distinto.

Sin embargo, junto a esos momentos deslavazados, la serie ha sabido edificar líneas argumentales muy poderosas que, en la season finale, se cementan con rotundidad. Draper ha amagado con la redención en muchas ocasiones y se ha tropezado con la obstinación de una historia que se repetía en bucle: la de un hombre que persigue una ballena imposible, la de la felicidad.  Esta vez es diferente. Hay un cambio radical: no huye. Nada de California. Nada de recomenzar. “Megan, te quiero“. Estos son los mimbres y con ellos hay que reconstruir el presente.

La reunión con la chocolatada de Hershey parecía un remake del famoso carrusel de Kodak, allá por finales de los cincuenta. El encantador de serpientes practicando su mejor número: el de la nostalgia. Una mirada al angustiado Ted, un temblor de abstinencia en sus manos y, ¡zas!, asoma el sapo de la culpa. La purificación. La catarsis. Y emerge la verdad, que resulta mucho más emotiva que cualquier pitch que haya dirigido antes este vendedor de ilusiones y humo. “Era la única cosa dulce que tuve en mi vida”. John Hamm exhibe una sutilidad gestual fuera de lo común en una de las mejores escenas de toda la serie:

Al final, la paternidad actúa como verdadera vía de redención en Mad Men. Quién lo diría en una serie que ha tratado las relaciones familiares con la suavidad de un estropajo (lean el sexto ensayo de este libro). Sally es el verdadero catalizador. Sus borracheras, sus falsas identidades y las mentiras que su padre le ha hecho tragar. Abajo las máscaras. Draper quiere romper el círculo de la herencia maldita. Rien ne va plus. Como explicita la sensacional melodía de cierre, las nubes -que pueden ser tanto una amenaza como una forma de belleza- pueden mirarse desde dos puntos de vista. Esa dualidad. Both Sides, Now. Don Draper/Dick Whitman y el regreso al origen, es decir, al grado cero de la identidad. “Aquí es donde crecí”, se sincera. Y cierra la música: “Habría hecho tantas cosas/Pero las nubes se interpusieron en mi camino”.

Ya no.

Mad Men, inesperadamente, ha despedido las nubes y se ha vuelto evangélica abrazando la primera certeza del camino a la felicidad: la de que “la verdad os hará libres”.

MM_613_JT_0416_076

——–

-Que Mad Men pueda tener un final feliz es algo que nunca había visualizado. ¡Siempre tan existencialista y cínica! No obstante, este cambio de juego permite cierto optimismo para la última temporada. En todo caso, intuyo que Weiner no se va a volver dulzón a estas alturas del partido. Draper tendrá que pagar un alto precio por sus pecados. ¿Todas esas toses?

Bob Benson ha sido un personaje que ha ido ganando, confirmando los paralelismos con Don Draper (¡hasta Pete Campbell ha sido el encargado de quitarle el antifaz!). Además, la solvente interpretación de James Wolk le ha conferido esa inquietante doblez de muñeco diabólico.

-Por el contrario, Joan ha brillado menos. Tuvo su capítulo estrella cuando se lanza a la arena comercial por sí misma, pero ha dejado la sensación no solo de que el cargo le queda grande, sino de que sus subtramas carecían del gancho atormentado de otras entregas.

MM_611_MY_0320_1284

-Soy muy fan de Ted Chaough. Quizá porque es el personaje masculino más femenino de la serie. Parecía una rara avis en el universo Mad Men: por su contagiosa energía laboral, por su empatía con el resto de personajes pero, sobre todo, porque era un islote de moralidad sólida. Cómo no, el episodio final le obligó a morder la fruta prohibida… para saber, al menos, que la familia libera más que la pasión. En el espejo que la temporada traza con Draper, la gran diferencia es que su “yo” no está siempre en primer lugar; otro ejemplo de paternidad salvadora.

Megan (y el marginal Dr. Rosen) es el único adulto inmaculado que queda en la historia. Siguiendo la norma del párrafo anterior, la California swinger post-68 se antoja un escenario ideal para ponerle a Don unos cuernos del tamaño del watusi.

-Una de las subtramas que más nervioso me puso al inicio fue el affaire entre Don y Sylvia. Esa casilla la habíamos pasado ya demasiadas veces. La vida amorosa de Don se empezaba a asemejar peligrosamente al día de la marmota. Sin embargo, repensada desde el final, la trascendencia de las calabazas es vital para entender el descalabro del protagonista y preparar la “pillada” de Sally. Eso sí, nunca entendí la estrategia de Don -más allá de simbolismos obvios- jugando a encerrar su “juguete” en una habitación de hotel. Lógico que te manden a tomar por saco, chavalote. Por cierto, ¡qué pena da el Dr. Rosen, con lo buen tipo que es!

-Mis tres capítulos favoritos del año: 6.6. (“For Inmediate Release“), 6.11 (“Favors“) y 6.13. (“In Care of“).

-La fascinante Peggy sigue destruyendo toda relación que toca. Es una pena que no prospere la cosa con Stan Rizzo. Atrapada en el fuego cruzado entre Ted y Don, Peggy parece condenada a la soledad. Ya ha cerrado definitivamente el círculo para convertirse en la nueva Draper, sentadita en su despacho, al frente de la creatividad de la agencia. Así que quizá el año que viene le llegue a ella el turno de la catarsis…

MM_613_JT_0417_692

-Una de las mayores genialidades de la serie es lograr que un tipo a priori tan detestable como Pete Campbell resulte tan entrañable. Dos claves lo explican: 1) Weiner parece disfrutar zurrándole una y otra vez, lo que lo convierte en un ser patético por el que sentimos lástima, una víctima de su carácter arribista y su incompetencia; apena tanto verle despedirse de su hija… 2) Transmite tanto porque, en el fondo, Vincent Kartheiser es un actor de comedia atrapado en un papel dramático.

-“Yo soy Vasco de Gama y tú algún otro mejicano” (6.10.). Mi frase favorita del infrautilizado Roger Sterling.

Mad Men The Crash

22 Comentarios

  1. yurik

    A mi me parece la mejor temporada de la serie, me ha gustado mucho como han tratado todo el contexto sociopolitico que llevaban preparando durante cinco temporadas. El ambiente opresivo y malsano de esta temporada me ha parecido sublime. Los personajes parecían más perdidos que nunca en un mundo que ahora ya ni siquiera les pertenece. Las continuas referencias a \”La semilla del diablo\” no han sido gratuitas.

    Sin embargo me ha decepcionado el final, esperaba algo más. En este sentido Weiner juega a lo mismo que jugaba Chase, en hacerte creer que al final todo explotaría para acabar dejándolo como siempre. Lo cual me lleva a una pregunta, ¿eso que vimos en el primer episodio de la temporada, el plano subjetivo de alguien muriendo en el suelo del piso de Don, qué era? Hasta ayer pensaba que sería un flashforward y que se descubriría en el último episodio, pero nada. ¿Alguna idea al respecto?

    Responder
  2. Óscar

    Me encanta leerte. Y más si es sobre \’Mad Men\’. A mi me ha chiflado la sexta temporada pero por el mero hecho de que sentarme en el sofá casi 1 hora a la semana a ver qué les depara a sus personajes es un gustazo. No me aburre ningún episodio, ninguno. Tampoco me decepciona. Y me maravilla en muchísimas ocasiones. Aún así, yo me quedo con la 5ª temporada… como mi favorita (lo confieso en voz baja). Me costó entrar en el mundillo que creó Weiner pero es imposible salir de él;) Que pena que acabe el próximo año y yo sí contemplo un final \”feliz\” para Don.

    Responder
  3. Jorge

    Para mi ha sido una de las mejores temporadas de la serie. Y la season finale me ha conmovido como hacía tiempo que una obra de arte no lo hacía.

    Responder
  4. Lauren

    Excelente recap! Comentaba aquí: http://theweek.com/article/index/246018/mad-men-season-finale-recap-in-care-of#, que creía más en esta redención de Don Draper porque por primera vez les había mostrado algo verdadero sobre él a sus hijos, no a una mujer o a cualquier otro personaje que pudiera manejar.

    Totalmente de acuerdo con Pete Campbell, al principio solo lo odiábamos ahora amamos odiarlo y nos ha llevado a interesarnos, genuinamente, en lo que ocurriera con él. Lo contrario a lo que me produce Bob Benson, al final no creo que haya quedado tan claro cuál es su objetivo, qué señor tan molesto!

    También les recomiendo este blog donde desglosan cada episodio: http://www.letraslibres.com/blogs/en-pantalla

    Saludos.

    Responder
  5. Cecilia García

    Hola Alberto,
    como siempre, un impecable artículo, notablemente escrito y argumentado (cómo me gusta leerte!). Estoy de acuerdo contigo: ha sido una temporada muy loca, abigarrada y con momentos que han jugado a despistar o sorprender, pero qué gran estudio de personaje. En esta temporada hemos visto la caída final de Don, que ya se venía preparando desde el inicio de la serie. Yo, como te pasa a ti, no creo en una redención para Don, al igual que no creo en los cambios repentinos de personalidad. Así que espero un destino sombrío para Draper. Un final edulcorado no tendría mucho sentido vista la deriva argumental de la serie. Y sí, las únicas veces que hemos visto a un Don humanizado ha sido en compañía de sus hijos. Qué maravillosa escena cuando ve con Bobby El planeta de los simios, ¿verdad? Gracias por tu blog y por tus siempre interesantes artículos que nos hacen pensar y hacen más profundas nuestras opiniones.

    Responder
  6. carlos risu

    ¡Oh, sí! Un final redentor donde los haya que casi te obliga a ver la temporada entera de nuevo. Se abrió el cielo y dos ángeles rescataron al del traje negro en caída libre, justo dos metros antes de la gran hostia.

    O quizás solo le abrieron los ojos para que fuera consciente del impacto. Ya veremos el próximo año.

    Por cierto, ¿qué fue de Sylvya?

    Responder
  7. carlos risu

    Puestos a aportar comments al hilo voy a dejar también mis \”análisis\” de Mad Men 6 (\”escritos\” antes del final, claro).

    http://espoilertv.com/blog/articulo.php?id=963

    http://espoilertv.com/blog/articulo.php?id=965

    Con esto quiero decir que hubo un 1968 en todos los sitios del mundo. Y que muchas veces vemos lo que queremos ver cuando vemos una serie y argumentamos nuestras propias convicciones apoyándonos en espejos supuestamente comunes (una serie que ve todo el mundo), sin caer en la cuenta de que cada cual que se mira tiende a verse a sí mismo solamente. O algo así.

    La gran virtud de Don es ver la imagen de los demás en el mismo espejo. Ese es el personaje. La que no soporta, claro, es la suya.

    Responder
  8. poliptoton

    Muy de acuerdo en casi todo, especialmente en la inutilidad de abrir los arcos de Dawn y Ginsberg para nada, pero… ¿Sterling infrautilizado? Yo creo que ya ha dado todo de sí. Weiner lo mantiene porque nos gusta a todos y para que suelte sus joyas de vez en cuando. Se ha convertido en el jarrón chino de la serie: muy bonito y muy divertido, pero no hay guionista que sepa qué hacer con él.

    Responder
  9. Alberto Nahum

    YURIK: A mí, aunque en el texto parezca que no, ha sido una temporada que me ha dejado muy buen sabor de boca. Ganará con el tiempo. Lo del plano al que te refieres, la verdad, me dejó descolocado y luego lo achaqué a algún tipo de sueño, visión. Pero, bueno, parece que fue para despistar, ¿no?

    OSCAR: A mí la quinta sí me gustó mucho, salvo un desliz en una trama de Joan. En esta, mucho más irregular, han remontado de lo lindo. Y, francamente, lo mejor sería que cerraran por todo lo alto con una buena séptima temporada. Ya tienen todo el camino recorrido 🙂

    JORGE: A mí los últimos 15 minutos me parecieron majestuosos. Y, en efecto, muy, muy emocionantes. Los he vuelto a ver tres veces más y, jo, da gusto fijarse en los detalles, en las miradas, en la música. Eso es crear un clímax y lo demás son tonterías. Y, encima, con redención.

    LAUREN: Sí, enlazo en un momento el blog de Letras Libres. Está muy bien.

    CECILIA: Gracias por tus palabras, Cecilia. Fíjate, a mí no me habría importado nada que la serie acabara con ese plano de la casa, junto a sus hijos. Habría sido una forma estupenda de happy-end sin resultad forzado, ¿no? Yo creo que no podrán volver a hacer de Don un cabronazo, sería repetirse demasiado (ya esta temporada aburría un pelín). Intuyo, como decía por las toses, que su redención se verá ahogada por la tragedia. En plan: tendrás que pagar, majo, por todo lo que has hecho, aunque al menos te irás al otro barrio feliz. Algo así huelo.

    RISU: ¿Ves? Otra cosa que no me convenció en esta temporada loca: Sylvia desaparece y, de repente, Don vuelve a caer en sus garras como quien no quiere la cosa. Bueno: supongo que no es tan difícil, sabiendo que con la vecina te encuentras siempre, que te llevas bien con el marido. ¿Risu apuesta por la consolidación de la redención en la séptima temporada? (Abre un blog, leñe).

    POLIPTOTON: Pues tienes toda la razón. De hecho, en mi reseña solo he sido capaz de citar una frase célebre y nada más. Va deambulando. Pero, claro, tampoco es que en la serie haya hecho muchas otras cosas. Es su profesión. Pero sí, al menos en otras temporada había más chicha, tanto amorosa como profesional para él.

    Responder
  10. Richard ODiana

    Don Alberto,
    Una pregunta de estructura, Si bine se dice que en esta sexta Draper tocó fondo, ¿Draper no había ya tocado fondo en la cuarta temporada (la que a propósito creo que es la mejor)? Ahora Weinner vuelve a mostrarnos a Don caer. Pensaría que es repetición, pero creo que la 4 fue la \”primera caída de Don\”, la 5 la \”segunda oportunidad\” y esta 6 es cuando \”Don volvió a desaprovechar todo\” ¿Está de acuerdo? ¿Es posible quem las series \”repitan\” arcos argumentales o muestren arcos parecidos al menos y no ser repetitivas? Mad Men lo demuestra creo.

    Sobre Sterling ¿Es bueno mantener personajes solo por ser one-liners sin mayor desarrollo? Porque creo que una de las principales fallas de Mad Men es tener personajes porque sí (Cooper, Harry, Ken). Ahí The Good Wife la supera ampliamente.

    Y una pregunta final ¿Cree que Don merezca redención? Porque vamos que no es Heisenberg pero que Don hace varias perradas. Y estamos conscientes que heisenberg debe morir de la peor manera.

    Un abrazo.

    Richard

    Responder
  11. sara_c_t

    A mi me ha gustado mucho el juego de la season finale entre Peggy y Ted, y el momento en el que éste llega a su casa y no queremos verlo allí, deseamos que se fugue con su amada a lugares remotos y que vivan para siempre locamente enamorados como el primer día. En cambio, cuando es Don quien llega a su casa, le vemos como un cabrón y sentimos pena por Megan (santa paciencia la de esta señora), algo que no nos ocurre con la mujer de Ted (quizá porque no sabemos ni su nombre, pero ese juego de dualidad que nos permite el guión me fascina).

    El personaje de Bob Benson me resulta misterioso, me gustaría que estuviera detrás de todo el tema de la madre de Pete Campbell.

    Yo me planteé un final autodestructivo por parte de Don, pero viendo como han girados las cosas tendría más sentido lo que tu propones.

    Responder
  12. Dulce

    A mí sí me gustó toda la temporada, creo que ha sido de las mejores, pero tienes toda la razón con que le final le dio un giro genial a todo lo que había estado pasando, espero que Mad Men temporada 7 siga siendo igual de buena, me gusta mucho lo que pasa con Megan, espero que las cosas con ella se tornen mejor, es de los mejores personajes.

    Responder
  13. Sofia Martínez

    Sin duda de las cosas que más disfruto de la serie es el buen reparto de actores con que cuenta son sin duda muy carismáticos. Por otra parte estamos a semanas del estreno de la última temporada y eso me pone triste pero encontré los horarios en esta página http://www.hbomax.tv/mad-men-7 que será muy útil para los fanáticos.

    Responder

Trackbacks/Pingbacks

  1.  Bitacoras.com
  2.  Texas Forever
  3.  Texas Forever (Jot Down Cultural Magazine) | Diamantes en serie
  4.  The Shield: un tipo de policía diferente
  5.  El blues de Richard Harrow | Diamantes en serie
  6.  Masters of Soap | Diamantes en serie
  7.  ‘Mad Men’ y la cara de Dios (unos apuntes desordenados) | Diamantes en serie
  8.  ‘Mad Men': un lugar que no existe en los mapas | Diamantes en serie

Deja un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *