, archivado en Parks and Recreation

Las comedias suelen ser bastardas, hijas de mil padres. El concepto de autoría queda, si cabe, aún más difuso que en los dramas televisivos. Para que nos entendamos: las dotes de actores como Steve Carrell o Jim Parsons son tan definitorias para la calidad de The Office y The Big Bang Theory como lo son sus guiones. Por eso hay comedias peor escritas que tienen mucho tirón (Dos hombres y medio), mientras que otras que supuraban inteligencia murieron con las botas puestas (Arrested Development). 

La sitcom es lo más cerca que la televisión está de un reloj suizo (emborrachado). Y Parks and Recreation es, desde luego, la más medida y rítmica de todas; no desperdicia ni un segundo. Claro, hay mucho fenómeno trasteando por los mandos de la nave… y se nota la inteligencia. Su historia, como escribí hace meses, toca todos los palos: surrealismo naif, comedia física, secundarios con garbo y secretos de enredo. Sin ser tan intelectual y autoconsciente como Community, no se olvida de incluir bromas políticas y sociológicas entre sus tramas. Hay días que despierta más ácida y otros en los que se acuesta bonachona y amable. Pero siempre, siempre, hace reír. A carcajadas.

 

 

Uno de los aspectos más interesantes es la capacidad de evolución de la serie; solo hay que constatar los interrogantes que arrastra la season finale, ¡fuiuuuu! No es habitual una comedia donde la historia ostente tanta continuidad; las sitcoms en abierto suelen ser más estáticas y repetitivas, acelerando la historia solo en los capítulos iniciales y finales. Aquí no. La llama de amor entre Leslie Knope y Ben Wyatt ha sido encendida con muchísimo mimo, sin pasos en falso, dejando que el amor transpire la pantalla por medio de miradas, encontronazos y trabajo juntos. “Oh, oh“. Como la vida misma, vamos. 

Ese sentido del ritmo -endiablado para los gags y las situaciones, pausado para la evolución de los personajes- es clave para cogerle cariño a los caracteres y degustar sus matices. Cuando lo comento con mi esposa siempre pongo como ejemplo a Andy. ¿Recuerdan lo insulso que era la olvidable primera temporada? En la segunda fue ganando cuerpo y tuvo apariciones realmente memorables. Pero es que ahora, en la tercera, me parece un personaje redondo y, a pesar de su estupidez, francamente humano. Adorable. Esto mismo es aplicable a Ben, una delicia de tipo, o, incluso, a dos personajes que solo me han terminado de convencer en los últimos metros: Ann Perkins y el interesante giro de integrarla en el edificio gubernamental; y el caricaturizado Rob Lowe. Él ha sido la única pega seria que le he puesto a Parks and Recreation este año. Su Chris resulta excesivo y, literalmente, siempre está con lo mismo. Sin embargo, en el último capítulo doble estuvo divertido y hasta dejó asomar su puntito tierno. Parece que los creadores, gente lista, no quiere que se les vaya de las manos. Vale, pues.

Porque con semejante talento delante y detrás de las cámaras, es lógico que Parks and Recreation sepa guardar su envidiable equilibrio. No caen en ese defecto tan habitual de engordar hasta morir de éxito, es decir, de quemar a los personajes couché. El caso más nítido es Ron Swanson: el cóctel rostro de dibujo animado + seriedad impertérrita + Libertarianismo podría estirarse hasta sobrepasar la caricatura. Pero astutamente van dosificándolo. Y, claro, el espectador tiene tantas ganas que momentos del último tramo como la lección a la pequeña liberal, la quema de su mostacho o la silla giratoria son para partirse:

 

Contención también con el resto: no abusan del disparatado Tom Haverford, no estiran las situaciones recurrentes (¡si hasta han matado a Lil’ Sebastian!) y ocasionales como el inefable Jean Ralphio airean el tipo de humor que exhibe la serie. 

¿Se puede terminar una crítica de Parks and Recreation sin mencionar a Amy Poehler? Obviamente no. Este año, su embarazo ha hecho que la temporada sea más corta; desde luego, no se nota que los seis primeros capítulos estaban en nevera desde la temporada pasada. Amy/Leslie es el alma de la serie y condensa todas sus virtudes: frescura, inteligencia, ritmo e idealismo. ¿Amor o trabajo, Leslie? ¡Esto va a ser divertido, chicos…!

 

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Cortesías (Vanity Fair; El diario de Mr. McGuffin y The Chicago Code)

9 Comentarios

  1. Anonymous

    Para mi, la segunda mejor comedia de la actualidad solo superada por Community, Ron F***ing Swanson seguramente sea el mejor personaje de la comedia actual, Tom y Andy son dos grandisimos secundarios y April ha crecido mucho esta temporada, las unicas pegas que le pongo son que me han llegado a aburrir con la relacion de Ben y Leslie y que Ann Perkins es sosa como ella sola.

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  2. Seriálicos Anónimos

    Ron Swanson for PRESIDENT!!! ¿Alguien se lo imagina en el 15-M de Sol?Ron, es el mejor. Y April también ha mejorado mucho…es muy divertida la relación entre ella y Andy, como en el capítulo en el que ella hace de viuda negra y Andy del agente del FBI.¡MUY DIVERTIDA!S.A

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  3. nuria46

    Sin hacer mucho ruido es una de las mejores comedias que hay en la actualidad … cada personaje es de lo más brillante con mención especial para Ron jaja ahora me acuerdo cuando se "sacó" el diente delante de todos jajajaj bueno y el baile todo borracho 😛 Aunque para mi Rob Lowe hace un papel genial me he reido mucho con el esta temporada. Esperemos que con esta entrada mucha gente vaya conociendo más esta serie 🙂

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  4. OsKar108

    Solo hago que escuchar halagos hacia esta serie (especialmente de su 2ª temporada), pero no he visto nada de ella, tendré que apuntarla también, pero no se para cuando. De The Office me quedé al terminar la 3ª temporada y también tengo intención de retomarla.¡Saludos!

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