nazismo

Peor que los nazis

Alrededor de un millón y medio de judíos y gitanos murieron durante la Segunda Guerra Mundial en el “Holocausto por balas”. Las víctimas cayeron masacradas por las ráfagas de ametralladora de los nazis, que reunían a los desdichados -también mujeres y niños- en grandes fosas y abrían fuego contra ellos en países como Ucrania, Rusia y Bielorrusia. Sin embargo, este horripilante método de exterminio masivo fue pronto sustituido al comprobar personalmente Heinrich Himmler, comandante en jefe de las SS, que muchos soldados alemanes quedaban psicológicamente afectados tras llevar a cabo las ejecuciones. Himmler se propuso encontrar un método de ejecución rápido y masivo que no afectase tanto a la moral de sus tropas. Probó a encerrar a las víctimas en camiones y a conectar el tubo de escape a su interior. Los judíos morían dentro del camión sin que nadie presenciase su agonía, y los cadáveres eran rápidamente trasladados al lugar de enterramiento dentro del propio camión. Este método derivó en las tristemente célebres cámaras de gas y hornos crematorios de los campos de concentración. El régimen nazi había ideado así un proceso “industrial” de exterminio con una doble ventaja: no afectaba a la moral de sus soldados y además ahorraba munición.

Hago esta referencia histórica para afirmar algo que, como todo lo que tiene que ver con el nazismo y las comparaciones que se realizan sobre él, no gustará a todo el mundo. Afirmo que el autodenominado Estado Islámico, también llamado ISIS o Daesh, es, en su esencia ideológica y moral, peor que el nazismo: mientras que muchos soldados alemanes -no todos, se supone, compartían el mismo nivel de fanatismo-, quedaban “tocados” psicológicamente por los crímenes de guerra que cometían, los terroristas del ISIS se retratan sonrientes con las cabezas cortadas de sus víctimas, se recrean en torturas inimaginables y parecen incluso disfrutar con delectación de sus atrocidades, cometidas incluso sobre mujeres y niños. Todo lo difunden en YouTube con un claro propósito propagandístico.

Añádase a ello que los terroristas del Estado Islámico, como yihadistas que son, arden en deseos de morir en el campo de batalla, para -según sus creencias-, reunirse en el más allá con decenas de huríes.

Isis

A la vista de estas dos evidencias, cabe preguntarse retóricamente si se puede negociar con el Estado Islámico, y por qué amplios sectores de la izquierda, sobre todo en España -ya hemos visto que Hollande no tiene problemas en enviar el portaaviones nuclear Charles de Gaulle y en combatir sin complejos el Estado Islámico-, siguen cegados por un absurdo buenismo antropológico que les impide ver el yihadismo como lo que es, un movimiento terrorista abominable que aniquila hombres, mujeres y niños y que debe ser combatida con la legítima fuerza de las armas de los estados democráticos. Estamos ante una clarísima “guerra justa” que incluso el papa Francisco ha aprobado.

Esta es la dura realidad. Cuanto más tiempo pierdan los gobiernos occidentales sin poner “botas sobre el terreno” será peor. Por suerte, el Estado Islámico no es una potencia industrial como lo era Alemania en los años 30. Pero los terroristas siguen acumulando pozos petrolíferos, riqueza y nuevos medios materiales y humanos, financiándose tal vez por ricos países del Golfo que siguen en el punto de mira de todas las sospechas.

Los más egoístas deberían saber que no se trata solo de miles de víctimas inocentes en países lejanos. Tenemos a los yihadistas mucho más cerca de lo que pensamos. La duda no es si matarán en España, eso se da por seguro; sino cuándo lo harán.

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Rafael Rodríguez López (Rafa López)
Periodista + información

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