Dios

Eid al-Adha (Colau)

No sé qué ha sido más hipócrita y absurdo, la foto del secesionista Raül Romeva ante la estatua de Lincoln, el presidente unionista de Estados Unidos que paró con una guerra el “derecho a decidir” de los estados del Sur, o el tuit de la alcaldesa de Barcelona, la antitaurina Ada Colau, felicitando a los musulmanes (y musulmanas) de Barcelona el Eid al-Adha, la máxima celebración del islam, consistente en sacrificar millones de corderos degollándolos y dejando que mueran desangrados.

Al menos el PACMA ha denunciado lo que considera sacrificios “crueles”, ya que el animal no es aturdido ni se le evita, en lo posible, el sufrimiento.

No entraré a discutir la legitimidad de este cruel rito islámico, que más que hacer correr ríos de tinta, ha hecho correr ríos de sangre, sobre todo en la capital de Bangladesh… Y que los malnacidos del Daesh han aprovechado para grabar uno de sus abominables vídeos de ejecuciones, asesinando salvajemente a prisioneros como si fueran corderos (si tiene estómago, lea esta noticia).

Lo que quería comentar aquí es la motivación teológica por la que el islam celebra el Eid al-Adha, el sacrificio ritual de millones de corderos. Como recoge tanto la Biblia como el Corán, Abraham (Ibrahim), el profeta común al judaísmo, el cristianismo y el islam, iba a sacrificar a su hijo siguiendo órdenes de Dios, que en el último momento le detiene a través de un Ángel y le proporciona un cordero para que lo sacrifique en su lugar.

Mucho antes de que conociese siquiera la existencia del islam, durante mi educación religiosa en los Maristas de Vigo, este pasaje del Antiguo Testamento me causó una gran inquietud y curiosidad. Ni siendo niño ni ahora, como adulto, puedo comprender la actitud de Abraham. ¿Por qué accede, muy a su pesar, a la arbitraria petición de Dios de sacrificar a su hijo? ¿Cabe obedecer a un Dios que le pide a un padre que asesine a su hijo? Porque, según este pasaje, la muerte de Ismael (o de Isaac, según la tradición judeocristiana), no es en aras de un fin mayor. Es un sacrificio (holocausto) a la mayor gloria de Dios. Este es el pasaje bíblico del Génesis (22), copiado de Wikipedia:

Filippo-Abiati

«Sacrificio de Isaac», del pintor italiano Filippo Abbiati. Barroco, siglo XVII.

(…) Dios puso a prueba a Abraham: (v. 1)

«Toma a tu hijo único, el que tanto amas, a Isaac; ve a la región de Moriá, y ofrécelo en holocausto sobre la montaña que yo te indicaré». (v.2)

(…)

Isaac rompió el silencio y dijo a su padre Abraham: «¡Padre!». El respondió: «Sí, hijo mío». «Tenemos el fuego y la leña, continuó Isaac, pero ¿dónde está el cordero para el holocausto?». (v. 7)

«Dios proveerá el cordero para el holocausto» respondió Abraham.(v. 8)

Abraham erigió un altar, dispuso la leña, ató a su hijo Isaac, y lo puso sobre el altar encima de la leña. (v. 9)

Luego extendió su mano y tomó el cuchillo para inmolar a su hijo. (v. 10)

Pero el Angel del Señor lo llamó desde el cielo .(v. 11)

Y el Angel le dijo: «No pongas tu mano sobre el muchacho ni le hagas ningún daño. Ahora sé que temes a Dios, porque no me has negado ni siquiera a tu hijo único». (v. 12)

Tanto para el judaísmo como para el islam, el pasaje muesta la sumisión de Abraham a la voluntad de Dios. Ambas religiones lo conmemoran con su propias “fiestas del cordero”. El cristianismo añade como interpretación (exégesis) la prefiguración del sacrificio de Cristo.

No parece casual que el Eid al-Adha sea la fiesta mayor del islam, palabra que significa, precisamente, “sumisión”. El aspecto de la sumisión a Dios se antoja central para el islam. Y esa sumisión se presenta como absoluta, por encima incluso de la razón y del amor. Mientras que el Dios de los cristianos se hace hombre, habita entre nosotros y sacrifica a su propio hijo, el de los musulmanes exige un sacrificio y solo después de comprobar la obediencia ciega de Abraham salva la vida de su único vástago. Mientras que el mensaje central del cristianismo -la buena noticia del Evangelio- es el amor incondicional y la gracia, el perdón incondicional, el del islam parece ser la sumisión y la obediencia ciega a Alá, autor (que no inspirador, como es el caso de la Biblia) de un texto, el Corán, que debe ser seguido a rajatabla.

Como dicen en un blog vecino: así es… o no…

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Rafael Rodríguez López (Rafa López)
Periodista + información

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