Sting celebra treinta años de carrera en solitario en A Coruña*

El veterano músico inglés actúa el próximo martes en el Coliseum de A Coruña, con una banda de lujo y un repertorio con igual número de temas en solitario que de su etapa en The Police. Se prevé un lleno total.

Rafa López

Este año se cumplen 30 desde que arrancase la carrera en solitario de Sting, aunque el músico británico no quiere oír hablar de efemérides. De hecho, en esta gira interpreta el mismo número de canciones de The Police que de su repertorio en solitario. El que llegará al Coliseum de A Coruña el próximo martes día 14 (22.00 horas, entradas casi agotadas) será un “tour” más del músico inglés, sin título propio ni álbum que presentar. ¿Acaso hace falta alguna coartada para ver y escuchar a Sting, uno de los compositores más brillantes de la historia del rock, que lleva la friolera de 15 años sin tocar en Galicia?

Es cierto que el útimo álbum de Sting, “The last ship” (“El último buque”, 2013), concebido como la banda sonora de un musical escrito por él mismo sobre los astilleros de Wallsend (Newcastle, Inglaterra) junto a los que creció, pasó sin pena ni gloria, sin algo parecido a una canción de éxito que lo apoyase, y que para encontrar su anterior álbum original hay que remontarse doce años atrás (“Sacred love”, 2003). Pero también es verdad que, pese al letargo creativo en el que parece llevar sumido en la última década, con los paréntesis de la reunión de The Police y un par de álbumes de música renacentista, el bagaje musical de Gordon Matthew Sumner, desde que empezase su carrera como músico hace 44 años, resulta incontestable: más de cien millones de discos vendidos, tanto con The Police como en solitario; 16 premios Grammy, dos Brit, un Emmy, un Globo de oro, tres nominaciones a los Oscar, dos Ivor Novello, un Century Award de Billboard, un León de Oro en Cannes… Y, por encima de todo, el consenso de que estamos ante uno de los mejores compositores en activo, tanto de melodías como de letras. Colegas de la talla de Stevie Wonder, Bruce Springsteen, James Taylor, Rufus Wainwright, Paul Simon y Randy Newman, además de primeras figuras del jazz, han alabado su talento. “Es un gran compositor, gran cantante, gran músico y un espectacular bajista”, dijo Newman sobre Sting en una ocasión. “Admiro particularmente la complejidad armónica de su trabajo. No se conforma con los mismos acordes de siempre. Trabaja duro, y se nota”. Y es que, como compositor, Sting bebe tanto de la aparente sencillez de los Beatles y de Cream, sus influencias de juventud, como de la enorm complejidad de genios como Bach y Thelonious Monk. “Siempre busco la novedad, algo que nunca haya escuchado”, dijo Sting en un documental sobre “el cerebro musical” que produjo National Geographic.

Su último quehacer ha sido una gira conjunta con Paul Simon, un dúo desigual en estatura (1.82 metros mide el británico, 1.60 el norteamericano) y en edad (63 y 73 años), pero con un talento compositivo comparable.

El breve periplo que le trae de nuevo a tierras gallegas comenzó el pasado 26 de junio en Bergen, Noruega, y terminará en el mismo país nórdico el 1 de agosto. Por ahora, el álbum “The last ship” ha sido ignorado en los conciertos, y nada indica que pueda aparecer. La mitad de las 22 canciones que suele interpretar en esta minigira pertenecen a su etapa como líder de The Police: “Message in a bottle”, “Every breath you take”, “Roxanne”, “So lonely”… Así hasta once éxitos “policiales”, a los que hay que añadir un clásico de Simon & Garfunkel, “America”, y otra versión, una que ya apareció en su repertorio en directo hace más de dos décadas: “Ain’t no sunshine”, del “soulman” Bill Withers.

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Sting ha actuado cuatro veces en Galicia, dos en A Coruña y otras dos en Santiago. El seis de junio de 1991 inauguró los grandes conciertos internacionales en el Coliseum herculino, y su último recital en Galicia fue en el Multiusos Fontes do Sar de Santiago, el 2 de junio de 2000.

Su primera visita a Galicia, en 1991, fue con su álbum “The soul cages”, un trabajo introspectivo y casi conceptual en torno a la muerte de su padre. “Mi padre me llevaba a los astilleros y me decía que me embarcase en uno de esos grandes buques en cuanto me hiciese mayor, para conocer mundo. Supongo que le he decepcionado”, suele comentar Sting con ironía británica. Hijo de un lechero y de una peluquera, músicos aficionados ambos, Sting mamó la música desde pequeño, pero tardó muchos años en disfrutar las mieles de éxito. Cumpliendo el sueño de su padre, fue bajista en la banda de un crucero de la P&O, el Oriana. No el que recaló en Vigo en infinidad de ocasiones, sino otro más antiguo que fue retirado en 1986.

Con la Newcastle Big Band de jazz actuó por primera vez en España, en San Sebastián, en 1972. Con Last Exit, su siguiente banda, repetiría en Donosti tres años más tarde. Ejercía como profesor (enseñaba lengua, geografía y fútbol) y destacó en atletismo, deporte que abandonó porque, según dijo, para él no tenía sentido no terminar la carrera en primera posición. Ese afán por la excelencia lo ha tenido siempre en su carrera, incluso desde los primeros tiempos de The Police (1977), cuando el trío que formó con el guitarrista Andy Summers (sustituto del mediocre Henry Padovani) y el baterista Stewart Copeland enarboló el pabellón de conveniencia del punk en sus comienzos. Aquella tripulación de excelentes músicos iba a llevarle mucho más lejos que el vetusto Oriana. En apenas un lustro, The Police le convirtió en uno de los artistas más populares y venerados del mundo, gracias a himnos como “Roxanne” (un tango convertido en un reggae-rock), “Message in a bottle”, “Everything she does is magic” y “Every breath you take”.

Sting fue el autor del 90 por ciento de las canciones de The Police y del cien por ciento de sus éxitos. “Un grupo no puede funcionar democráticamente”, decía Sting a mediados de los ochenta para explicar la ruptura de uno de los mejores “power trio” de la historia en el punto de mayor éxito de su carrera. En 1985 Sting iniciaba su carrera en solitario con una canción de título elocuente, “If you love somebody set them free”: “Si quieres a alguien, libéralo”. Y esa ha sido su norma desde entonces, una absoluta libertad creativa, incorporando a su propuesta elementos del jazz, el funk, el folk, la música clásica y la “world music”.

Su siguiente movimiento fue subvertir los prejuicios raciales del rock, reuniendo una banda de excelentes músicos negros de jazz: Omar Hakim (batería), Darryl Jones (bajo), Kenny Kirkland (teclados), Brandford Marsalis (saxofón), Dolette McDonald y Janice Pendarvis (coros). El nacimiento de aquella fantástica banda quedó inmortalizado en la película “Bring on the night”, de Michael Apted, un más que notable documental que también cumple tres décadas este año.

Aunque han pasado treinta años en solitario, Sting sigue fiel a ese afán de excelencia en sus discos y en sus conciertos. En A Coruña le acompañarán tres de sus músicos habituales en las últimas décadas; los tres, instrumentistas muy cotizados: Dominic Miller, su guitarrista y mano derecha desde hace un cuarto de siglo. David Sancious, teclista y guitarrista que perteneció a la primera formación de la E Street Band de Bruce Springsteen (entre 1973 y 1975), y ha tocado también con Eric Clapton y Peter Gabriel, entre otros. Y Vinnie Colaiuta, uno de los mejores del mundo a la batería, que fue el baterista habitual de Frank Zappa y de Joni Mitchell, y que tocó por primera vez con Sting en 1990. Completan el grupo la corista australiana Jo Lawry y el joven violinista Peter Tickell, paisano de Sting y hermanastro y miembro de la banda de la famosa gaitera inglesa Kathryn Tickell.

A la voz y al bajo, Sting, que a sus 63 años sigue conservando una de las voces más sobresalientes del panorama pop-rock. Influido por las cantantes de jazz femeninas y por Joni Mitchell, Sting saca partido a uno de los registros más agudos de un cantante masculino de su género. “Cantar con un registro alto en una banda de rock es útil, tu voz destaca y no queda enterrada en la mezcla”, ha declarado a “The Observer”. “Estoy orgulloso de mis letras y quiero que la gente entienda lo que estoy cantando”.

Con las cuatro cuerdas también es uno de los mejores. Influido por Jaco Pastorius y curtido en el jazz, Sting es autor de líneas de bajo tan memorables como las de “Walking on the moon”, “Bring on the night” o “Spirits in a material world”.

Pese a todos sus méritos musicales, o quizá tal vez por ellos, Sting ha sido objeto de críticas furibundas. Al igual que Bono, el talón de Aquilés que han atacado sus detractores ha sido su activismo (contra la deforestación y a favor de Amnistía Internacional) y su fortuna personal, cifrada en más de 150 millones de euros. Marido feliz de la productora Trudie Styler (“mi primer matrimonio fue la única cosa en la que he fracasado”, ha dicho), padre de seis hijos y dueño de una finca vitivinícola en la Toscana, su perfil no se corresponde con el tópico de la estrella del rock cínica y autodestructiva. Su aspecto, a sus 63 años, resulta envidiable, quién sabe si por su afición al yoga o al sexo tántrico, una leyenda que le lleva persiguiendo 20 años, desde que un día dijo supuestamente en una entrevista que era capaz de hacer el amor durante ocho horas. “No hay nada más sagrado que poder dar y recibir placer y, quizá, crear vida”, ha explicado cuando se le ha preguntado sobre el tantrismo. “Quien quiera que haya inventado el sexo, que me imagino que es Dios, debe de estar muy orgulloso”. Sobre sus creencias, se declara una persona más espiritual que firmemente creyente. “No me arrepiento de mi educación católica, pero desprecio la certeza inamovible en cuestiones espirituales. Es sumamente peligrosa”, declaró a “The Observer”.

Muchos de los tópicos sobre Sting han contribuido a construir un prejuicio negativo sobre él, incluso entre sus propios colegas. Hace unos años, VISADO preguntaba a Coque Malla sobre sus canciones favoritas. El músico madrileño citaba “I hung my head, de Johnny Cash”. Cuando le dijimos que esa interpretación fue una versión de Cash, y que es original de Sting (la publicó en 1996), no daba crédito. Una prueba más de que el talento de Sting como compositor puede resultar sorprendente si se dejan de lado prejuicios absurdos.

Sting inicia hoy su gira española en el Festival de Cap Roig; el domingo actuará en el Festival de la Guitarra de Córdoba y el martes tocará en A Coruña. Habrá una nueva oportunidad para verle no muy lejos de Galicia, el jueves 16 en el festival Superbock Super Rock de Lisboa. En el momento de terminar este reportaje, para A Coruña solo quedaban entradas de grada, entre 48.50 y 69.10 euros, en Ticketmaster.es.

*Esta es la versión completa de un artículo publicado en el suplemento VISADO de Faro de Vigo el 10 de julio de 2015.

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Rafael Rodríguez López (Rafa López)
Periodista + información

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