el culebron de comprar

vamos a ver
El culebrón de comprar
Rafael Guijarro
El culebrón de nuestros días gira en torno al verbo fidelizar. Que alguien me quiera, que se quede conmigo y no me abandone. La crisis ha puesto de relieve que estamos muy solos. Particularmente las empresas y los comercios han podido comprobar cómo les abandonaban sus clientes a velocidades de vértigo. Y ellos se quedaban con los stocks a rebosar y sin que a nadie se le ocurriera entrar en la tienda, ni para preguntar en dónde estaba la parada de metro más próxima, no fuera a ser que una oferta deslumbrante y puesta allí, seductora, le llevara a comprar algo, a gastar, una minucia, ante la oportunidad ahí delante, tentadora de llevarse un momio por sólo un puñado de euros.
Y la gente se retraía de entrar. Miraba el escaparate, se rebullía, pero acababa preguntado por el metro a un viandante que le informara gratis. Fidelizar, fidelizar ¿cómo hacer para que mis clientes me quieran y no me vean como una amenaza?. ¿Que hacer para que el acto de compra sea como siempre, cuando entraba la gente en mi tienda y se llevaba lo que había sin chistar?
La crisis: que te has dado cuenta de que eso no lo necesitas, aunque te atraiga por el aspecto con que se anuncia. Y que si te lo quieren dar, que lo hagan gratis. Los publicitarios andan locos, porque ya no basta que te guste una cosa para que la compres, aunque te cuenten la milonga del ratatá. Y se ha puesto de moda no comprar porque sí; gastar en lo que valga la pena, ¿Y qué es lo que vale la pena? Pues muy poco, porque ha habido antes ya la pena de ganarlo, y te han tenido hasta las tantas en la oficina, o en la cola del paro, que es peor.
(publicado en la revista Magisterio)

Comments are closed.