ABANICÁNDOME, ABANICÁNDOTE
Rafael Guijarro
La foto de Rajoy con los empresarios tiene algo que no encaja. No es que falten las chicas, porque si no hay chicas empresarias, para qué vas a poner a alguna de florero, como hacía Zapatero con sus ministras, que las ponía para dar glamour y gastar más que los ministros, según se ha podido saber recientemente, y que deja a los pies de los caballos a la pobre de Angeles González Sinde, convertida en ministra-objeto, cuando ella lo que era, de verdad, era una buenísima cineasta.
Los empresarios de Rajoy aparecen en la foto todos iguales e intercambiables: da lo mismo ser banquero que telefonista o constructor; todos con el mismo traje gris oscuro plúmbeo que utiliza el Presidente y con la sonrisa puesta, como si estuvieran encantados de haberse conocido. ‘Te veo bien’ le diría el forrado gasista al forrado electricista. ‘Pues yo también a ti’ le respondería. ‘Aquí, tomando el sol con el Presi, como si tal cosa’.
La foto recuerda a los aniversarios de la promoción del colegio, en los que se reúnen todos los que quedan, con el uniforme que tanto les unió, y se felicitan de seguir vivos: con la que está cayendo y la de gente que se ha llevado por delante.
Incluso ellos estuvieron a punto de palmarla, y se han salvado por los pelos, con el dinero que les han dado a espuertas, tanto Rajoy como los europeos esos que fabrican los euros dándole a la maquinilla sin parar, porque son papelitos, que lo mismo sirven para un roto que para un descosido: la cosa es que haya papelitos en abundancia para dar y repartir. Y así todos contentos.
Para gloria de la candidata socialista, en la foto no desentonarían dos de sus tres preferidos: ni Jesucristo: Superstar, o lo que le llamen, que es Hijo de Dios, y por eso está en el Cielo, en la Tierra y en todas partes: incluso entre los empresarios, si le dejan; y que finalmente lo crucificaron entre dos ladrones. Ni Felipe González, al que se le han dado últimamente muy bien las mañas del forramen, con mejor suerte que a Bárcenas y otros. Lo que no pegaría nada sería el Che Guevara con su trabuco y su afición a liberar a la gente de la opresión a tiro limpio, mandando al otro barrio al oprimido o al que lo pareciese. El Che ya no mola, y los de la foto, junto al resto de los demás, ya no quieren más muertos sino más vivos, a ser posible con dinero calentito, que hablen por teléfono, gasten gasolina y pongan su nómina en el banco. Tal vez por eso vayan de luto, como en los entierros, pero sonríen porque el muerto no es ninguno de ellos. Todavía.