la jmj, a cada uno lo suyo

Si un señor de 84 años vestido de blanco ha generado la zarabanda de la JMJ que se ha visto en Madrid, ¿que pasaría si todos los cristianos se tomaran su fe, y las consecuencias que trae consigo, tan en serio como él? El resultado sería tan indescriptible como lo que ha sucedido estos días entre La Cibeles y Cuatro Vientos: la mayoría gente bastante joven, que se cree no sólo lo que el Papa les dice, sino que incluso se creen que lo pueden conseguir en sus propias vidas, con la ayuda de los demás, y muy especialmente con la ayuda de ese Otro que es Dios y que está tan empeñado como ellos en lograrlo. O más, incluso.
El mosqueo descomunal de las Jornadas se lo han llevado sobre todo los comecuras y ateos varios, que han visto como su labor contra la Iglesia católica es lo más parecido a una pasión inútil. Hace veinte siglos que funciona, y no parece que no pueda estar otros veinte siglos más dando la misma guerra, o incluso más y mejor montada, con la tele y la red de su parte. Cuando ya parece que estás a punto de tirar para abajo con todas las creencias y convicciones, que los jóvenes son un asco y los mayores también, y que todo el mundo está convencido de que no hay nada de nada que sea verdad o mentira, bueno o malo, preferible o infame, que todo vale porque nada vale, viene un señor mayor vestido de blanco y te deja tieso sólo con su palabra y su ejemplo, con los que te desmonta el tingladillo de seréis como dioses, como si estuvieras todavía en los tiempos de Adán y Eva; seréis como dioses si os coméis esta birria que os he preparado, estas leyes del divorcio, el aborto y la eutanasia, que os harán felices revolcándoos entre la basura que yo mismo os proporcionaré, para que ya no tengáis que pensar en nada más y así os pueda manejar más fácilmente.
Pero a los otros también el Papa los ha dejado tiesos, porque les ha demostrado que si se quiere, se puede, y que si tu no puedes, a lo mejor es que no quieres más que tu conformismo y tu ir tirando, sin meterte con nadie y sin que nadie se meta contigo. Ese humanismo de convicciones blandorras nos ha llevado al despeñadero de esta crisis que estamos padeciendo, que tuvo algo que ver con las hipotecas subprime, de las que ya ni te acuerdas, y mucho más con la falta de integridad personal, que eso sí que se ve todos los días por todas partes. Y, a lo mejor también formas parte de ella.
Por lo demás, las JMJ han demostrado la fuerza del silencio, convertido en oración o en reflexión o en lo que sea, pero lejos de la marabunta en la que nos metemos, cuando gritamos a ver quién lo hace más alto.

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