Alberto Ruiz-Gallardón, después de pasar por la Presidencia de la Comunidad de Madrid y la Alcaldía de la capital se hizo ministro de Justicia. Dejó de serlo por querer pasar a la historia como hacedor de una Ley del Aborto que sólo agradó a las instancias religiosas más conservadoras y a los conservadores más religiosos. Su proyecto no salió adelante y las mujeres podrán descansar hasta que otro personaje se empeñe en decidir por ellas. Salió de Justicia e ingresó en el Consejo Consultivo de la Comunidad de Madrid, creado en 2007 por el Gobierno de Esperanza Aguirre. Cobrará unos 6.000 euros mensuales libres de polvo y paja, igual que el resto de consejeros, todos del PP menos dos: Joaquín Leguina y Pedro Sabando. Hasta la llegada de Gallardón a lo que muchos llaman «cementerio de elefantes» o «retiro dorado», a pocos les importaba qué es, para qué sirve o lo que cobran los del Consejo Consultivo, que, con la llegada de Gallardón, se ha visto alterado en su serena paz interior. El común denominador de todos sus integrantes es que son retirados de la política activa, y los que piden su desaparición dicen que todos pagamos todo esto que sólo sirve para pagar favores que son cosas del pasado partitocrático y del bipartidismo. Más claro, agua.
