Todos añoran a Suárez

El fallecimiento de Adolfo Suárez ha posibilitado un grito unánime de todos para destacar su figura. Algunos han levantado sus brazos para hacer la ola al grito de ‘viva el consenso y el respeto al adversario’. Todos dicen añorar a Suárez, incluso aquellos que han pasado siempre de sus ideas y que ahora prefieren olvidar cómo fue descabalgado del poder, que tuvo que abandonar por las intrigas de propias y extraños a la UCD de entonces. En aquellos años de la Transición, contaba con la simpatía de muchos y con la antipatía de los que veían en él el continuador del franquismo y el color azul de la falange que tanto había contribuido al mantenimiento de Franco al frente de un régimen dictatorial y asesino. El azul se destiñó dando paso a otros colores y desmontó un régimen, del que venía, para dar paso a otro que es el que tenemos ahora. Sin duda contribuyó a que el advenimiento de la democracia llevase aparejada la contribución de partidos y sindicatos que acababan de salir de la clandestinidad.

Dicen que fomentó el consenso y que hizo que enemigos irreconciliables aprendiesen a convivir juntos y en armonía. Me empezó a caer simpático cuando creó el CDS e hizo que lo social impregnase su travesía desde el poder a la nada. Pronto se fue del todo de la actividad política para atender sus necesidades familiares y ahora se marcha definitivamente, sin posibilidad de escuchar el coro de aduladores y defensores de lo que dicen que hizo pero que ellos no practican desde hace demasiado tiempo.

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