Nuevas maneras de hacer política

Nuevos tiempos para una crisis no tan nueva porque es muy parecida a otras anteriores. Inicialmente se cuestionaba si las salidas serían diferentes porque, como dijeron algunos entendidos, sería necesario «repensar el capitalismo». Se supone que con el objetivo de poder regularlo para no hacerlo tan fiero y dañino como es. Al final, se saldrá de la crisis pero echando mano de los métodos de siempre: hacer recaer el peso de la misma sobre las espaldas de los que menos tienen, ya que son más, y sin más cargas fiscales a los que más tienen, que son menos, y a los que se le puede achacar una gran culpa de lo que está pasando y que lo sufren sobre todo los casi 5 millones de parados.

La nueva manera de hacer política tiene que ver con la comprensión disimulada de que los que se tienen que apretar el cinturón son los mismos de siempre, pero con el argumento tan falaz e infantil de que todo se hace como gesto de solidaridad pensando en el futuro, para que no se note que se hace lo que predijo el malvado ex presidente de la CEOE Gerardo Díaz Ferrán y que fue tan criticado por los que ahora consienten aquello de que para salir de la crisis hay que trabajar más horas pero percibiendo menos de salario.

Ajustar las pensiones para que en el futuro todos puedan cobrar (menos) una pensión (trabajando más años), ajustar los salarios a las necesidades actuales y la competitividad a lo que demanda el mercado. Nuevos términos para viejos conceptos y nuevas formas de entender la política, empezando por hacer saltar por los aires la dinámica de siempre.

Antes, cada partido elegía, por ejemplo, al mejor militante de Getafe, Móstoles, Alcorcón o Valdemoro como candidato a la Alcaldía. Ahora, el que manda en el partido pone al más cercano a sus posiciones sin tener en cuenta si vive o conoce algo del pueblo que pretende gobernar.

Igual que la economía se deja en manos de profesionales ortodoxos, la política parece que va por el mismo sendero.

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