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La baja inflación

Países fundamentales en la economía mundial (Japón, Estados Unidos, la Unión Europea) están experimentando un prolongado período de baja inflación, provocado por la drástica caída de los precios del petróleo.

No hay que confundir la baja inflación con la deflación, un período de lento y continuado descenso de los precios, muy dañino para la economía, y distinto a lo que estamos viviendo.

La baja inflación no es dañina en sí, pero un período tan largo y en la actual situación de tipos de interés cercanos a cero en esos países puede ocasionar graves consecuencias.

El problema viene porque bancos y compañías de seguros obtienen buena parte de la rentabilidad de su capital a través de los tipos de interés. Si esos tipos se acercan a cero, bancos y compañías de seguros ganan menos, bajan en bolsa y su situación se debilita, por lo que entran en terreno peligroso.

Este párrafo del editorial de El Economista del 19 de febrero de 2016 resulta alarmante:

«Los dueños de bonos contingentes convertibles [pueden convertirse en acciones, sin consentimiento del titular, si los recursos propios del banco emisor descienden de un mínimo] temen que la conversión esté cerca […] Estamos ante un ejemplo claro de profecía autocumplida cuyos efectos pueden ser muy profundos en la medida en que la cantidad en circulación de este activo asciende a 160.000 millones y la situación de la banca no tiene visos de mejorar, en un contexto de tipos de interés en negativo y escaso negocio.»

Los bancos centrales japonés, norteamericano y europeo han llevado a cabo políticas de liquidez (relajación cuantitativa) que han aliviado en el pasado las tensiones de los mercados, pero no han conseguido crear inflación.

Con estas políticas se han quedado sin un volante fundamental para guiar la economía: los tipos de interés. Teóricamente la economía se enfría cuando suben y se reanima cuando bajan. En la práctica se han bajado tanto que ya no sirven a su función. Es como el freno cuando lo aprietas demasiado: las ruedas se bloquean, el coche patina y queda sin control. 

Que la economía quede sin control es nefasto para ella. También asusta la sola posibilidad de que pueda quedar sin control, porque la economía de mercado es inherentemente inestable y, si se pierde el control sobre ella, inevitablemente descarrila (también descarrila, como en Venezuela, si se ejercen  acciones de control inadecuadas, pero ese es otro tema).

Y ese susto se traduce en retirada de los inversores, paro y pobreza.

Es hora de ensayar otras políticas. Hay una muy sencilla: en prácticamente todos los países del mundo (y desde luego los afectados por la baja inflación) los carburantes llevan unos impuestos, denominados «especiales».

Pues bien, se trata de que esos países afectados se pongan de acuerdo (y lo anuncien, claro, que así se multiplica el efecto) para elevar, gradual y temporalmente esos impuestos, hasta que la inflación se sitúe entre el 1 y el 2 %. La recaudación suplmementaria se dedicaría, obligatoriamente, a reducir la deuda. 

No se trata de ninguna novedad: Francia tiene una normativa que hace esos impuestos modulables, aunque se usa para amortiguar en los automovilistas el impacto de una subida del petróleo. 

El efecto en los bolsillos de los consumidores sería mínimo, pero se enviaría un mensaje de confianza (muchas investigaciones sostienen que la inflación depende, en buena medida, de la confianza de los agentes en que el banco central cumpla sus objetivos de inflación) y se alejarían los nubarrones que ahora penden sobre las finanzas del planeta. Además se paliaría otro efecto adverso del petróleo barato, su mayor consumo y por tanto la mayor emisión de dióxido de carbono a la atmósfera, que empeora el efecto invernadero.

La prevención de la delincuencia

España tiene una tasa de criminalidad muy baja respecto a la Unión Europea, que a su vez la tiene muy reducida respecto al resto del mundo. Pero hay países donde supone un gravísimo problema. En esta entrada hablaré solamente de soluciones que se han mostrado eficaces para paliar la delincuencia convencional, cometida por delincuentes habituales o por organizaciones criminales. No hablaré de la ciberdelincuencia ni de delitos cometidos por empresas legales (fraude fiscal, acuerdos de precios, manipulación del Líbor, trampas en las emisiones contaminantes, etc.).

Los estudios sobre su impacto socioeconómico son altamente divergentes, pero coinciden en que la carga es altísima y ronda los miles de millones de dólares estadounidenses (Muggah y Krause, 2008, pp. 17-18). En uno de los estudios más robustos sobre el tema se estima que sólo los homicidios cometidos con armas de fuego en Venezuela durante el año 2010 costaron 4.000 millones de dólares, excluyendo costes indirectos e intangibles (Geneva Declaration Secretariat, 2015, p. 173-174).

Me centraré específicamente en los asesinatos, los robos con violencia (atracos, sustracciones de coches tras romperles las cerraduras, robo en domicilios tras romper puertas o ventanas) y los secuestros. 

No hablaré de los hurtos (robos al descuido, sin violencia), la venta ilegal, los delitos de tráfico (conducir bebido o a velocidad excesiva) el acoso escolar (bullying), el terrorismo, el tráfico de drogas, el proxenetismo, la trata de mujeres, las redes de extorsión («protección»), las violaciones de mujeres adultas y de menores (que serán el tema de otra entrada) ni de la violencia doméstica (que ya traté en Parar los asesinatos de mujeres). No porque no sean importantes, sino porque considero que tienen causas diferentes y se deben abordar de otras maneras. 

En otra entrada hablaré del castigo a la delincuencia (multas, confiscaciones de patrimonio, trabajos comunitarios y prisiones).

En el Reporte de Economía y Desarrollo 2013, del Banco de Desarrollo de América Latina, en el que se basa buena parte de esta entrada, se observa que el importante crecimiento del delito y de la violencia en muchos países  no solo ha implicado altos costos económicos y sociales, sino que ha socavado la confianza de los ciudadanos entre sí y en las autoridades. 

Hay que combatir eficazmente la delincuencia, no solo porque produce una importante merma del bienestar y el crecimiento, sino porque es lo que la población demanda, y si esta demanda se ve insatisfecha por los actuales gobernantes, elegirá a otros que le prometan resolver el problema, con el peligro para todos que suponen las soluciones extremistas.

  • En primer lugar se debe fomentar que la gente denuncie los delitos. Debe ser posible hacerlo por teléfono, sin necesidad de presentarse en comisaría. En los momentos de saturación, si un operador telefónico no puede atender a la víctima de un delito, debe poderse grabar la denuncia. Luego será examinada por un operador, y en caso de faltar algún dato que impida su persecución, sería el operador el que llamaría a la víctima para preguntárselo. Deben elaborarse y difundirse periódicamente estadísticas de llamadas a la policia y tiempo medio que necesitó el ciudadano para completar su comunicación por este canal.
  • Se deben elaborar y publicar estadísticas muy cuidadosas sobre los delitos denunciados y resueltos, de acuerdo con estándares internacionales. Asimismo resulta eficaz difundir cifras reales, y presentadas de manera objetiva, sobre la eficacia en la persecución del delito. No se trata en ningún caso de amedrentar, sino de inculcar en quien se está planteando delinquir, que existe una alta probabilidad de que sea detenido y castigado si lo hace.
  • Se debe actuar en numerosos ámbitos para prevenir el delito (que no surja) y combatirlo cuando ha surgido:la familia, la escuela, el barrio, la comunidad, la infraestructura urbana, las regulaciones económicas, la policía, la justicia y las cárceles.
  • Los estudios muestran que las inversiones en fortalecer la nutrición y estimulación temprana de los niños y la promoción de ambientes familiares proactivos y no conflictivos disminuyen la propensión al delito de los jóvenes. Por el contrario no funcionan los programas que tratan de asustarlos (llevándolos a visitar cárceles o a hablar con criminales).
  • Son igualmente beneficiosas las mejoras en los espacios públicos (algo tan simple como iluminar bien una zona oscura reduce el delito un 21 % de media), eliminar los recodos donde puedan esconderse asaltantes, prohibir la venta de alcohol a partir de horas avanzadas de la tarde, las estrategias de control policial focalizado en un tipo de delito o en las zonas urbanas donde se cometen muchos.
  • Son eficaces los programas de vigilancia vecinal: consiguen de media una reducción del 26 % de los delitos.
  • La experiencia demuestra que, cuando se mejora una zona conflictiva, la delincuencia no se traslada a otras, sino al revés: la zona mejorada ejerce una influencia beneficiosa sobre las aledañas.
  • Debe evitarse la degradación de las zonas urbanas. Mantener una buena limpieza es esencial para que calles y parques sean utilizados por un alto número de ciudadanos, y así disuadir a los delincuentes. Las pintadas (marcas de territorio de bandas) deben ser borradas rápidamente, y dificultadas (paredes cubiertas de vegetación, superficies plástificadas donde la pintura se fija mal, restricción de la venta de pinturas en aerosol…). Los edificios deshabitados sin valor histórico o artístico deben derribarse. Los que sí tengan este valor deben rehabilitarse como viviendas, hoteles o edificios públicos.
  • Hay que enseñar a los niños a controlar sus impulsos, especialmente los violentos, a resolver conflictos sin violencia, mediante negociación, y a expresar respetuosamente lo que sienten (asertividad). Debe promoverse el juego en equipo (respeto por las reglas, premio al esfuerzo) y actividades comunitarias como orquestas o coros.
  • Hay que procurar la empleabilidad de los jóvenes y que conozcan muy bien los riesgos de las drogas y del sexo sin protección.
  • Los drogadictos, incluidos los que no han cometido delitos, deben tener acceso gratuito a tratamientos de desintoxicación y a medicamentos que los ayuden a sobrellevar el síndrome de abstinencia (entre ellos, la metadona). A los que, por causa de la droga, han cometido delitos, debe ofrecérseles una reducción apetecible de condena si entran en un programa de reinserción, que incluya controles mensuales de consumo.
  • Hay que promover las discotecas sin alcohol para menores de 18 años, y centros de ocio y deporte (cine, videojuegos, teatro) abiertos hasta horas avanzadas de la noche (las que dicten sus asistentes). Por ejemplo, los impuestos para una discoteca sin alcohol podrían ser cero, o mínimos. Las entradas a estos lugares para los jóvenes deberían ser asequibles, y de acuerdo con los ingresos de sus familias. Siempre saldrá más barato que reprimir las pandillas en que se integrarían los jóvenes ociosos sin posibilidades. Además, como castigo por mala conducta, se podría prohibir la entrada durante varias semanas o meses.
  • La justicia debe ser rápida, sin que los acusados pierdan garantías. Debe transcurrir menos de un año entre la denuncia y la resolución judicial en primera instancia. Pueden admitirse acuerdos entre fiscal y abogado, para evitar juicio, siempre que se demuestre que funcionan. Todo el procedimiento debe ser electrónico, con, si el acusado queda en libertad a la espera de juicio, notificaciones a su teléfono móvil, que estará obligado a llevar encima con el geolocalizador activado y que, si deja de llevar, motivará su inmediata entrada en prisión.

El nuevo progresismo

Escribo esta entrada en respuesta al artículo de Antón Costas Cinco retos para un nuevo progresismo, que para él son los siguientes:

  • Primero. Crear instituciones que favorezcan la estabilidad macroeconómica y la preservación de los servicios públicos fundamentales (educación, sanidad, pensiones). 
  • Segundo. Fortalecer la política contra los monopolios, los cárteles y los privilegios concesionales y corporativos. Estas actividades, que elevan precios y márgenes, son como sanguijuelas que sangran la renta y el bienestar de los consumidores. 
  •  Tercero. Dar un giro radical a las políticas empresariales. Virar el rumbo desde la rentabilidad hacia la productividad. 
  • Cuarto. Un Estado menos intervencionista y más innovador y emprendedor. La rivalidad entre Estado y mercado es un tópico interesado de la «Belle Époque». 
  •  Quinto. Un nuevo Estado social volcado en la igualdad de oportunidades. Las políticas actuales del Estado del bienestar y el sistema fiscal protegen bien el bienestar de las generaciones mayores y de las clases acomodados, pero dejan desprotegidas a las generaciones más jóvenes.

Yo opino, en cambio, que el progresismo consiste en mejorar de forma sostenible las condiciones de vida de los habitantes de un país. Cada país tiene necesidades muy diferentes. En España los partidos progresistas deberían  orientarse hacia la consecución del pleno empleo. En Alemania o Reino Unido, donde ya está conseguido, hacia mejorar los salarios y condiciones (conseguir, por ejemplo, jornadas completas para quienes, a su pesar, las tienen parciales, o reducírselas a quienes las tienen abusivas). En naciones como Marruecos, hacia proporcionar vías de comunicación, agua, saneamiento, vivienda y energía a todos sus habitantes, y una vez conseguidas esas metas, hacia crear sistemas eficientes de sanidad, educación, justicia y pensiones.

No hay que confundir el progresismo con el liberalismo ni con el intervencionismo. El progresismo quiere sinceramente que todos mejoren. El liberalismo finge creer lo mismo y aboga tramposamente por más libertades económicas, que solo conducen al medro de los que ya están más avanzados. El intervencionismo se lanza a estorbar la actividad económica con medidas destiladas de ideologías caducas en vez de la experiencia.

Supongamos una carrera de diez atletas, uno muy bueno, seis normales y tres malos. El liberalismo dejarán que corran tal cual, sabiendo quién ganará, y gustándole, porque es hijo del supuesto liberal. El intervencionismo atará pesos en las piernas del mejor y quizá ponga muelles en los pies de los peores. El progresismo dejará que corran, pero aplicará al ganador un impuesto razonable sobre sus ganancias y con los ingresos ayudará a los más rezagados.

Lo que el progresismo debe tomar por bandera en todos los países es un combate sin cuartel contra el fraude fiscal. No solo en los países desarrollados, eliminando los pagos en efectivo, como ya ha hecho Dinamarca, sino para todo el mundo, acabando con los paraísos fiscales que drenan los recursos de los pobres. Eso sí, estableciendo límites para evitar el expolio fiscal. Como referencia, los impuestos directos anuales no deberían superar, ni siquiera para los más ricos, el 49 % de la renta ni el 1 % del patrimonio. Y los indirectos no deberían sobrepasar el 25 %.

Estos ingresos deben emplearse para mantener sistemas eficientes de sanidad, educación, pensiones y dependencia (redes suficientes de guarderías para niños de corta edad y de residencias atendidas para mayores y discapacitados psíquicos) que, bien administrados, SON PERFECTAMENTE SOSTENIBLES e incluso muy positivos para una economía desarrollada (generan mucho empleo, de calidad, no deslocalizable, y permiten a las mujeres incorporarse masivamente al mercado laboral). QUIEN DIGA QUE SON INSOSTENIBLES MIENTE INTERESADAMENTE. 

Eso sí, hay que poner el énfasis en la buena administración. Un sistema sanitario moderno y eficiente debe tomar la prevención de enfermedades (diabetes, hipertensión, obesidad, corazón, cáncer) como su primer objetivo, y enseñar a los enfermos crónicos a controlar ellos mismos su padecimiento. 

Tampoco se debe aceptar que un buen sistema educativo es necesariamente caro: los países que mejores resultados obtienen en el informe PISA no son los que más gastan por alumno. Se ha visto que dotar a cada alumno con el último dispositivo tecnológico (cuando redacto esta entrada, tableta táctil) incrementa muchísimo el gasto y empeora los resultados. Es sustancialmente más importante que a los chicos les interese realmente aprender (y a sus padres, que aprendan), que les guste leer, que estudien y que tengan buenos profesores.

Igualmente, no es necesario internar en residencias a todos los mayores. Buena parte de ellos pueden seguir viviendo en sus casas, que además es lo que quieren, con, en algunos casos, ayuda domiciliaria (compra, cocina, limpieza, acompañamiento al médico…). Ni jubilar a personas que pueden y desean continuar trabajando. 

Y por supuesto, el progresismo no debe aspirar solamente las vidas de los habitantes del país donde gobierne, sino también las del resto del mundo. Resulta perfectamente inútil esforzarse en dar a los ciudadanos una existencia casi perfecta (ver el notable artículo sobre Australia de John Carlin) si el agujero de ozono les impide salir a la calle de día (esto estuvo cerca de pasar precisamente en Australia, pero la cooperación internacional eliminó los gases que producían este agujero). De nada sirve que los contribuyentes de un país hayan desperdiciado billones de dólares en excelentes carreteras, escuelas y hospitales si los azotan sequías, incendios y huracanes provocados por las emisiones de gases de efecto invernadero en otros países (esto pasa ahora mismo en Estados Unidos).

Los cazadrones

No, no quiero decir «cazadores». Me refiero a dispositivos capaces de abatir, inutilizar o impedir el paso a drones, es decir, aparatos voladores teledirigidos de cualquier tamaño.

Al principio de la Primera Guerra Mundial, la fuerza aérea constaba de globos, que, con un observador, se elevaban para comprobar la precisión de la artillería. Poco después vinieron los aparatos de hélice, biplanos y triplanos. No iban armados y solo ejercían funciones de observación. Cuando se encontraban en el aire dos pilotos enemigos, se saludaban con la mano. Pero un día a uno se le ocurrió llevar un arma, y comenzó una desenfrenada carrera tecnológica. En poco tiempo los aviones empezaron a llevar ametralladoras, a sincronizarlas con la hélice, incluso a disparar por el eje de la hélice…

Con los drones pasará lo mismo: en los países desarrollados empezaron a usarse como meros juguetes. Nada que ver con los drones de guerra tipo Predator, que portan misiles de gran alcance y potencia. Estados Unidos los emplea para matar, yihadistas dice.

Pero ya hemos tenido episodios inquietantes: drones desconocidos han sobrevolado París, la residencia del Rey en Madrid y la Casa Blanca. En los dos primeros casos no se ha conseguido identificar quién estaba detrás. Estos drones pueden recoger información sensible (con mayor dificultad, transmitirla por radio, pues en la mayor parte de los casos se tratará de imágenes de alta resolución, y se preferirá almacenarlas en el dron para descargarlas cuando vuelva con su dueño) e incluso ser empleados para atentar contra personas e instalaciones o para sabotajes.

Urge por tanto disponer un sistema de defensa contra estos aparatos. Los misiles antiaéreos convencionales no sirven: están diseñados contra aviones, mucho más rápidos, que desprenden mucho más calor y que son grandes masas metálicas. Es posible que sirvieran francotiradores humanos, con munición especial,  tipo perdigones, como la que se usa para cazar pájaros, pero habría que hacer ensayos y, si resulta eficaz, entrenar personal. Los francotiradores están adiestrados para disparar a blancos fijos en el suelo. No es lo mismo un blanco móvil en el aire.

También podrían emplearse aves de cetrería, por ejemplo halcones, pero vuelve a surgir la duda sobre si serían efectivos: quizá se asustaran del ruido, quizá no tuvieran la suficiente fuerza, tal vez sirvieran para un tipo de drones, pero no para otros… Hay que hacer pruebas.

Asimismo se podrían emplear drones de caza, más rápidos que los normales y con menor autonomía, equipados con un sistema que permitiera derribar (mejor que destruir; si se hace caer a tierra el dron enemigo, se puede determinar la información que estaba robando) al aparato contrario: ¿un carrete de hilo fino y resistente uno de cuyos extremos se pegara a él, mientras que se desenrolla, y acaba tocando tierra? ¿Una red que se despliegue automáticamente en el aire y le atasque las hélices? ¿Drones-lapa, con dispositivos tipo gancho, para aferrarse al enemigo, y parar entonces sus hélices, haciendo caer la pareja por su propio peso? 

Como mecanismo de defensa pasiva, se podría «cubrir» edificios sensibles con grandes redes de malla muy abierta (un metro, por ejemplo). Visualmente, apenas se distinguiría, pero en el aire constituirían un obstáculo insalvable para un aparato teledirigido.

Hay tal cantidad de posibilidades… Poner a punto las más eficaces llevará muchos experimentos y mucho tiempo. No digamos desplegarlas. Cuanto antes se empiece, mejor.

Cómo deben ser las ciudades

Las ciudades bien planificadas, donde desde el hogar se puede ir a pie al trabajo o al ocio, son las mejores. Lo ideal es que la gente trabaje y se divierta sin salir del barrio donde vive. 

Integración modal: intentar que todos los ciudadanos tengan a su alcance al menos un modo de transporte público (metro, autobús, tren, tranvía…). Y a ser posible, que no se solapen (por ejemplo, no tiene sentido que una línea de autobuses repita el trazado de una línea de metro). Son recomendables los pactos sociales por la movilidad (qué líneas de transporte público se hacen, qué aparcamientos disuasorios se construyen, qué carreteras se amplían…) respaldados directamente por los ciudadanos.

Si la trama urbana es poco densa (porque hay muchas viviendas unifamiliares o muchas áreas vacías) resulta difícil encontrar soluciones de transporte urbano eficaces y sostenibles. Los nuevos barrios deben planificarse en alta densidad (modelo Benidorm). Las zonas de residencia, trabajo y ocio no deben colocarse en extremos diametralmente opuestos de la ciudad, sino que deben entremezclarse tanto como sea posible, y planificarse nuevas centralidades (es decir, en lugar de un solo centro al que los ciudadanos acudan, debe haber más de uno).

Escalones para conectar un asentamiento humano al desarrollo

1. Carreteras: debe haber vías por donde pueda transitar un camión normal. Aunque sean de tierra, pero transitables. No inundables y que no pueda cortar una crecida. Una comunicación fluvial puede ser una alternativa. Si el asentamiento se encuentra tan apartado que es flagrantemente antieconómica su conexión, debe estudiarse su traslado a otro emplazamiento (con análogas condiciones agrícolas, climáticas y paisajísticas, que además, de manera imprescindible, permita a los habitantes el mismo modo de ganarse la vida u otro diferente, pero necesariamente mejor) más conectable. El asentamiento abandonado sería destruido y se permitiría que la naturaleza lo invadiera e integrara. Esto no se aplica a las tribus que se desea mantener en su estado primigenio, ni a los nómadas.

2. Electricidad: no es necesario conectar el asentamiento a la red eléctrica general. Se puede instalar energía solar, o hidroeólica, o un generador de gasóleo. Pero es necesario que tenga electricidad para superar los dos escalones siguientes.

3. Agua potable y agua corriente: la electricidad permite hacer funcionar bombas que la extraigan de pozos.

5. Educación: debe haber instalaciones, material y personal para formar a todos los niños y niñas entre cinco y quince años, y también alfabetizar a los adultos que lo deseen. En ese asentamiento o en otros a los que se pueda llegar en menos de una hora, a pie, en bicicleta o en autobús escolar.

6. Saneamiento: las aguas fecales deben conducirse lejos del asentamiento, para evitar enfermedades.

7. Tratamiento de residuos: con la misma finalidad de evitar enfermedades deben tratarse las basuras. Se intentará que todos los residuos sólidos que produzca el asentamiento sean orgánicos para facilitar su tratamiento (compostaje, generación de metano, etc.).

8. Depuración de las aguas residuales, para que vuelvan a la naturaleza con impacto cero.

9. Telecomunicaciones: el asentamiento debe conectarse a la red de telefonía móvil.

10. Salud: debe haber instalaciones, material y personal para atender a la salud básica de todos los habitantes. En ese asentamiento o en otros a los que se pueda llegar en menos de tres horas por carretera a una velocidad no susceptible de provocar accidentes. 

Las autoridades del país deben hacer un estudio exahustivo de todos los asentamientos, decidir cuáles pueden transitar viablemente por los anteriores escalones, y cuáles es recomendable trasladar, siempre con el acuerdo de sus habitantes. Si están en desacuerdo, no se trasladarán, pero tampoco se hará ninguna inversión. 

A partir de ese estudio, gradualmente, según se vaya disponiendo de dinero, se irán haciendo inversiones que permitan a los asentamientos ascender escalón a escalón.

Combatir la pobreza

El combate contra la pobreza, que elijo definir como la falta de recursos económicos de una persona física y mentalmente sana para atender a sus necesidades de nutrición y alojamiento, debe desarrollarse en dos frentes:

– pobreza en los países desarrollados.

– pobreza en los países no desarrollados.

Obviamente, si esta definición puede aplicarse a una persona, también puede aplicarse a una colectividad, a una región dentro de un país, o a un país entero.

En los países desarrollados (cuya definición es controvertida, pero que elijo definir como los 49 de índice de desarrollo humano muy alto) la pobreza debe combatirse con los recursos propios del país aplicando las medidas siguientes:

1. Sanidad universal y gratuita sin excepciones, incluidas las enfermedades mentales y la planificación familiar. 

2. Educación primaria y secundaria universal y gratuita. Educación universitaria según los parámetros propuestos en El pago de las carreras universitarias, con becas suficientes para las familias de menos ingresos.

3. Lucha sin cuartel contra el fraude fiscal hasta que caiga por debajo del 10% del PIB. Si es necesario, mediante la eliminación del dinero en efectivo, la bancarización obligatoria de todos los ciudadanos y la restricción de las actividades financieras de las empresas al catálogo mínimo necesario, que se realizaría exclusivamente a través de canales informáticos controlados (y, obviamente, gravados) por el Estado.

4. Red suficiente de guarderías y residencias de ancianos a precios acordes con los ingresos.

5. Servicios estatales que proporcionen eficazmente empleo a parados o les doten de la formación que el mercado demanda.

6. Educación sexual a partir de los 10 años. Aborto libre y gratuito hasta los tres meses de gestación.

7. Derecho a alquilar una vivienda por una renta acorde con los ingresos, según se detalla en esta otra entrada. 

8. Pensión mínima para todas las personas mayores de la edad de jubilación y que no hayan cotizado suficientes años.

9. Renta mínima (al menos dos tercios del salario mínimo) para toda persona mayor de edad y menor de la edad de jubilación que no tenga bienes ni ingresos, condicionada a aceptar empleos que la persona pueda realizar, o a formarse para realizarlos.

10. Subvenciones al consumo energético. 

Dependiendo de la situación, para ser beneficiario de alguna de estas medidas, aparte de la comprobación de no poseer bienes ni otros ingresos, podrá exigirse ser nacido en el país y llevar residiendo en él un número razonable de años (por ejemplo, más de diez). 

En los otros países, combatir la pobreza puede requerir un planteamiento más condicional y ayuda exterior.

– Si la pobreza se debe a conflictos armados persistentes, antes de nada hay que acabar con ellos. Si existen resoluciones de la ONU (casos de Palestina y Sáhara Occidental, por ejemplo), aplicándolas, y si no, tratando de establecerlas, mediante un proceso abierto, en que participen todas las partes y de cuyas soluciones no se excluya a ninguna.

– Si se debe a fuertes sequías o inundaciones periódicas, deben construirse en el país, a cargo de la cooperación internacional, las infraestructuras hidráulicas necesarias para impedirlas.

– Si se debe a que catástrofes como terremotos o tifones destruyen una y otra vez viviendas e infraestructuras, dejando a la población en la miseria, deben construirse en el país, a cargo de la cooperación internacional, edificios especialmente preparados para resistirlas.

– Si se debe a que una cleptocracia acapara las riquezas de la nación y deja en la miseria a la gran mayoría de habitantes, debe imponerse a ese país un embargo: no podrá exportar materias primas hasta que todos los ingresos por ellas reviertan transparentemente en toda la población.

– Si el país está ahogado por la deuda externa, se debe renegociar, ampliando plazos y reduciendo intereses, hasta que sea sostenible.

– En general, para los países pobres ayudan las campañas de vacunación y desparasitación. También extender, en lo posible, las redes de agua, depuración, educación, salud, carreteras, electricidad y telecomunicaciones móviles.

– En todo caso hay que favorecer la transparencia, la libertad de información y el buen funcionamiento de un sistema judicial independiente.

– Tres cuartas partes de los pobres del mundo son agricultores. Elevar la productividad de las explotaciones es por tanto un modo muy eficaz de luchar contra la pobreza. Lo primero es asegurar que los frutos de la tierra reviertan en el agricultor, y que no pueda perderla. Tratando de tener en cuenta al máximo la situación en cada país, intentando mejorarla con medidas eficaces en vez de contraproducentes, se han de dar a los agricultores derechos de propiedad sobre la tierra que cultivan. Se han de evitar las acumulaciones de tierras (por ejemplo, mediante un impuesto que, por encima del número de hectáreas necesario para mantener a una familia, grave tanto la tierra que su acumulación se haga antieconómica). También se debe evitar que los bancos se queden con las tierras de los granjeros que no pueden pagar los créditos, por ejemplo imponiendo en estos unas carencias de hasta cinco años en que se producen condiciones adversas extremas (sequías, plagas…). Y por supuesto, favorecer la productividad mediante riego, fertilización y selección de semillas respetuosos con el medio ambiente.

– Hay que favorecer las industrias de transformación. Es preferible, por ejemplo, que un país exporte gasolina y gasóleo, tras construir una refinería, a que exporte crudo. Que exporte conservas de pescado en lugar de cobrar a barcos de otros países por pescar en sus aguas. Es necesario remover los obstáculos que para estos productos refinados puedan suponer los aranceles de otros países.

Izquierda y derecha

Escribo esta entrada a raíz de la columna Progreso de Josep Ramoneda en la que el párrafo clave me ha parecido éste:

¿Qué es el progreso? El primer ministro francés nos dice que su prioridad es el crecimiento y el empleo. No basta con el crecimiento, todo depende de qué se hace con él; no basta con el empleo si este no garantiza una vida digna. El progreso, si la izquierda aspira a significar alguna cosa, debe medirse en función de la libertad y de la igualdad.

¿Qué es el progreso? ¿Cómo medimos que una sociedad ha progresado más que otra, que está más avanzada? ¿La izquierda debe perseguir el progreso y solo el progreso? ¿La derecha es necesariamente inmovilista? Echemos un vistazo al diccionario de la RAE:

izquierda: conjunto de personas que profesan ideas reformistas o, en general, no conservadoras.

derecha: conjunto de personas que profesan ideas conservadoras.

progreso:

  1. Acción de ir hacia adelante.
  2. Avance, adelanto, perfeccionamiento.

reformismo: cada una de las tendencias o doctrinas que procuran el cambio y las mejoras graduables de una situación política, social o religiosa.

Resumiendo: la izquierda la forman las personas que desean un cambio a mejor, es decir, que se progrese, y la derecha, las que desean que las cosas no cambien. Por tanto, ser de izquierdas y ser progresista es lo mismo. Ser de derechas y ser conservador, también. Y ser de centro es imposible: o quieres que las cosas cambien o deseas que no cambien, pero no a la vez.

(inciso: considero tan legítimo ser de izquierdas como ser de derechas. Es plenamente humano querer que las cosas cambien, y también lo contrario, ya porque se piense que así están bien, ya porque se tema que, al intentar mejorarlas, lo que consiga es empeorarlas: «más vale malo conocido que bueno por conocer». Pero lo que importa es ser honrado. Obviamente este es un blog de izquierdas, que busca cambios a mejor en una serie de ámbitos, escrito por una persona de izquierdas.

Ser de izquierdas tampoco significa necesariamente que se vote a partidos que se digan de izquierdas: puede no tenerse confianza en que esos partidos traigan cambios a mejor.)

Queda pues contestada una pregunta: la izquierda debe perseguir el progreso, o no es izquierda. Pero resta la importante: ¿qué es el progreso? Ahí es donde discrepo de Ramoneda: el progreso de una sociedad no debe medirse solo en términos de libertad e igualdad. Para la igualdad tenemos el coeficiente de Gini: 0: perfecta igualdad: todos tienen los mismos ingresos. 1: completa desigualdad: una persona tiene todos los ingresos y las demás, ninguno. Supongamos una sociedad de pequeños propietarios agrícolas: todos tienen ingresos parecidos, pero no disponen de maquinaria y su escasa capacidad para tratar enfermedades hace que vivan de media 50 años. Contrapongámosla a una sociedad industrial: hay ricos y pobres, pero la sanidad pública universal ha puesto la esperanza de vida en 82 años. ¿Cuál de las dos ha progresado más? ¿En cuál preferiríamos vivir?

¿Y la libertad? Una vez alcanzada la democracia (y no digo «una democracia real» ni «una auténtica democracia», porque no admite apellidos) ¿se puede avanzar más? Dicho de otro modo: ¿un partido de izquierdas en una democracia occidental puede captar el apoyo de los votantes prometiéndoles mayor libertad? Yo creo que no, que esas personas que desean cambios a mejor, y estarían dispuestas a votar a quien los proponga, los desean en otros aspectos.

Para mí, el progreso supone la reducción del sufrimiento humano, en todos los aspectos: sanitario, económico y psicológico. Estos serían, por tanto, los indicadores de progreso que los partidos de izquierdas deberían recoger en sus programas, para mejorarlos:

– Indicadores directos (a mayor valor del indicador, mayor progreso):

  • Esperanza de vida al nacer (años)
  • Años de vida sin enfermedades incapacitantes (por ejemplo, alzheimer)
  • Renta per cápita
  • Porcentaje de hogares con electricidad
  • Porcentaje de hogares con agua corriente y saneamiento
  • Porcentaje de personas que ha leído un libro en el último año
  • Porcentaje de hogares con acceso a Internet
  • Ratio (población activa) / (población en edad de trabajar): este indicador mide la incorporación de las mujeres al mercado de trabajo. En países como Noruega es muy alto, pero bajo en otros como Japón, donde el porcentaje de mujeres que trabajan fuera de casa es reducido.
  • Porcentaje del PIB que se destina a ayuda al desarrollo
  • Participación media en elecciones nacionales

– Indicadores inversos (a menor valor del indicador, mayor progreso):

  • Mortalidad infantil
  • Porcentaje de desempleo
  • Porcentaje de población en situación de pobreza extrema (ingresa menos del 40% del ingreso medio)
  • Fraude fiscal (porcentaje del PIB que supone la economía sumergida o informal)
  • Porcentaje de alumnos que abandonan, por no poder pagarse los estudios, una enseñanza en la que hay demanda de profesionales formados
  • Posición del país en el índice de corrupción de Transparencia Internacional (los primeros países apenas tienen corrupción, mientras que los últimos están completamente podridos)
  • Balance de emisiones de CO2 por habitante (toneladas emitidas menos toneladas absorbidas)
  • Accidentes de tráfico por mil habitantes
  • Muertes violentas por mil habitantes
  • Suicidios por mil habitantes
  • Fracaso en la enseñanza primaria, secundaria, profesional y universitaria (porcentajes de alumnos que abandonan cada tramo de enseñanza sin obtener un grado)
  • Embarazos no deseados (ojo: no es lo mismo que abortos, ya que se puede seguir adelante con un embarazo no deseado, y al revés, decidir abortar si, en un embarazo deseado, sobrevienen malformaciones)

– Otros indicadores, que a mi entender no muestran el progreso de una sociedad:

  • Número de hijos por mujer
  • Edad de jubilación
  • Porcentaje del ingreso que se destina al ahorro
  • Inflación
  • Presión fiscal
  • Alfabetización (es de importancia relativa, porque hay mucha gente que, en teoría, sabe leer y escribir, pero en la práctica no lee nada)

Parar el cambio climático

En español, «cambio climático» se usa para referirse al aumento de las temperaturas que está experimentando la Tierra desde 1900 por el incremento de dióxido de carbono (CO2) debido a la actividad humana, y que según las pruebas científicas, continuará a lo largo del siglo XXI, especialmente si no se hace nada para pararlo.

En inglés, la Wikipedia, muy acertadamente, diferencia entre «climate change», para describir los cambios a lo largo de la historia del planeta (muchos y drásticos) y «global warming»  (calentamiento mundial) para referirse al fenómeno actual, que es el tema de esta entrada.

Desde 1900 la temperatura del planeta se ha elevado 0,8 ºC. A finales del S. XXI, crecerá de 0,3 a 4,8 ºC suplementarios. Los polos se podrían fundir, muchas naciones insulares desaparecerían bajo el mar, extensas zonas continentales quedarían inundadas, regiones fértiles se volverían áridas y centenares de millones de personas devendrían refugiados climáticos.

ESTO HAY QUE PARARLO COMO SEA

Frente al cambio climático existen dos estrategias, no excluyentes: la mitigación (reducir la cantidad de CO2 en la atmósfera) y la adaptación (cambiar el modo de vivir de las poblaciones afectadas). Creo que se debe poner todo el énfasis en la mitigación (e incluso, la reversión). Asignar recursos a la adaptación no hace más que agravar el problema, porque el dióxido de carbono sigue acumulándose en la atmósfera y sus efectos, aumentando. La única manera es detener la acumulación y empezar a reducirlo, lo que llevará décadas. 

A este respecto, continúan siendo válidas las soluciones que planteé en Para evitar el colapso general: 

  • Consumir energía solo de fuentes renovables y desarrollar el reciclado al máximo de modo que el consumo de recursos no renovables (minerales) sea el mínimo imprescindible. Por ejemplo, un teléfono móvil es reciclable al 90%. Todo lo que consumimos, desde una bombilla hasta un avión, puede diseñarse para superar esa cifra.
  • Depurar estrictamente todas las aguas residuales y convertir la materia fecal en metano. Fermentar los residuos sólidos urbanos con el mismo propósito y utilizar el gas para quemar lo restante, filtrando los gases de combustión. Desarrollar productos y métodos de fabricación que permitan el reaprovechamiento total.

Y también las que propuse en Racionalidad energética 

  • Es necesario que las redes eléctricas tengan en todas sus ramas capacidad suficiente para absorber y distribuir la producción de los parques eólicos existentes y otras centrales de energías renovables de la zona.
  •  Es necesario que haya suficientes presas reversibles (turbinan, bajando agua de un embalse alto a uno bajo, produciendo energía, cuando hay demanda, y bombean, subiendo el agua, cuando hay exceso de producción, por ejemplo por la noche, para almacenar energía con un rendimiento de hasta el 80%).
  •  Es necesario un equilibrio entre las plantas fotovoltaicas (sólo producen cuando luce el sol) y termosolares (producen por el calor acumulado en sus fluidos de intercambio térmico, y por tanto pueden producir de noche o con el cielo nublado).
  •  Es necesario investigar el almacenamiento de energía eléctrica en forma de aire comprimido (y esto no son castillos en el aire; se trata de un vector energético probadísimo, con más de cien años de antigüedad y una tecnología barata, segura y eficiente).
  •  Es necesario promover la sustitución de sistemas de calefacción de grandes edificios (oficinas, hospitales…) por sistemas de microcogeneración a gas natural que,con el combustible que antes producía solo calor, aparte de producir calor, generan electricidad a coste cero.
  •  Es necesario fomentar la producción de biogás (metano) a partir de las aguas residuales urbanas.
  •  Es necesario sustituir la producción de electricidad a partir de carbón y petróleo por la producción a partir de biomasa, que se obtendría de una limpieza regular de los bosques y que además serían así menos vulnerables a los incendios.
  •  Es necesario promover, en zonas calurosas, la implantación en las azoteas de edificios públicos de sistemas para producir frío a partir de los rayos solares.
  • Es necesario poner en marcha parques eólicos marinos y seguir investigando la producción de electricidad a partir de las olas y de las corrientes hasta llegar a generadores comercialmente viables.

Además de todo esto, con el objetivo particular de parar el cambio climático, también se debería:

  • Obligar a que en el plazo de 10 o 15 años todos los edificios habitados no históricos de todo el mundo tengan calificación energética A.
  • Cubrir de plantas propias de la zona, y de modo sostenible con las condiciones climáticas (a las que se puede sumar alguna ayuda técnica inerte, como http://en.wikipedia.org/wiki/Groasis_Waterboxx), todas las extensiones de tierra no ocupadas por la agricultura (desiertos incluidos; solo quedarían desnudas las altas montañas). Cuanta mayor envergadura tengan las plantas, mejor, pues más carbono fijarán. Por ejemplo, si una zona admite, por un lado, arbustos, y por otro, pinos, dar preferencia a los pinos (pero tampoco plantar exclusivamente pinos de modo que el bosque resultante sea sumamente vulnerable a una plaga o a un incendio). Ser cuidadosos con las zonas polares: allí puede ser conveniente no replantar áreas baldías para que, al cubrirlas la nieve, reflejen la luz solar al espacio. Esos casos habrá que estudiarlos uno por uno.
  • Esto incluye cubrir de plantas las azoteas de los edificios (si lo permite la solidez de sus vigas y si, por las condiciones climáticas de poco sol, se consigue así una mejora respecto a la instalación de placas solares) y todos los espacios urbanos donde sea posible. Por ejemplo, esto supondría acabar con las plazas duras.
  • En la reforestación, dar prioridad a las especies de la zona que tengan algún aprovechamiento comercial (resina, madera, frutos, biomasa…), para asegurar su mantenimiento, y fomentar, a través de impuestos o regulación, la sustitución, en los casos posibles, de materiales cuya fabricación libera gases de efecto invernadero por materiales producidos en los nuevos bosques (por ejemplo, sustituir plástico por madera).
  • Combatir la deforestación que está teniendo lugar actualmente en algunas partes del mundo (Brasil, Indonesia). Dar créditos blandos para cambiar el modelo de desarrollo con deforestación a otro con aprovechamiento y aumento de la capa forestal. Aplicar sanciones comerciales a los países que aun así continúen deforestando.
  • Capturar el dióxido de carbono emitido por las actuales centrales térmicas de carbón o gas e inyectarlo   en el subsuelo no es, de momento, una solución general: se quita del 80 al 90% del dióxido de carbono, pero las necesidades de combustible se incrementan de un 25 a un 40%. También se debe seguir investigando y, eso sí, a las centrales que estén cerca de formaciones geológicas donde se pueda inyectar, y en las que, por su tecnología, sea eficiente el método (digamos más del 85% del CO2 no emitido a la atmósfera y menos del 30% de combustible suplementario), se las debe obligar a aplicarlo, compensándolas económicamente por el sobrecoste.

No soy favorable a ninguna de las propuestas de geoingeniería que se están estudiando (por ejemplo, sembrar el mar con polvo de hierro para favorecer el crecimiento de plancton, que fije carbono de la atmósfera). Por el momento, ninguna de ellas ha demostrado ser eficaz y carecer de peligrosos efectos secundarios. Pero por supuesto estoy a favor de que se siga investigando, y que incluso se haga alguna prueba de campo, siempre a escala limitada y midiendo extremadamente bien beneficios y perjuicios.

Los cursos de formación

Los cursos de formación a desempleados, y de reciclaje profesional, son en España, desgraciadamente, pasto de ladrones. Tres de cada cuatro cursos que revisó el Tribunal de Cuentas en noviembre de 2014 presentaban irregularidades: como botón de muestra, hubo un alumno superaplicado que se apuntó A CIENTO UN CURSOS.

En Andalucía el escándalo de los ERE se mezcla con el de cursos de formación . Este último podría ascender a 950 millones de euros (el importe de las subvenciones entre 2008 y 2011 no justificadas debido al sistema de exoneraciones). Hay abiertas investigaciones en siete de las ocho provincias de la comunidad.
En Madrid, el caso Aneri   asciende a diecisiete millones de euros malversados. 

Jordi Évole dedicó un programa entero a esta plaga, y además de los habituales alumnos inexistentes y firmas falsas, denunció que empresas de formación secuestran a la fuerza parte del sueldo de los profesores, acompañándolos al banco a cobrar el cheque, y quedándose con una cantidad. Si no lo aceptan, no los vuelven a contratar. Esto es chantaje mafioso en estado puro. Absolutamente intolerable. 

El Gobierno de Susana Díaz va a cambiar el sistema de adjudicación para que absolutamente todas las convocatorias se hagan por concurso público, y sin exoneraciones. Se fijará también el tope de dinero que una misma entidad puede recibir para que se repartan los cursos entre más adjudicatarios.

En todo el caso, tan malo es que se robe el dinero y no se imparta el curso como que se imparta un curso que no le sirva al desempleado para encontrar trabajo. Un problema menor sería que se imparta a diez parados un curso que efectivamente les facilite salir de esa situación, pero que se cobre al Estado como si se hubiera impartido a quince, por ejemplo falsificando firmas de asistentes.

Hay que acabar con este saqueo de una santa vez. Todo robo del dinero público es inadmisible, pero cuando contribuye a agravar el principal problema del país, lo es doblemente. Para ello es necesario tomar medidas que, primordialmente, aseguren que el curso le va a servir realmente al desempleado (o va a servir efectivamente para el reciclaje profesional del trabajador). Secundariamente, medidas que garanticen que el curso se imparte y se cobra al Estado por el número auténtico de alumnos que lo han recibido. Y en un tercer escalón, medidas para impedir que los profesores sean extorsionados.

Grupo 1

– Solo se podrán impartir cursos que hayan pedido efectivamente los posibles alumnos, o en los que las empresas que podrían contratar trabajadores estén interesadas. Es decir, las Administraciones no podrán tener un catálogo de cursos inútiles, como corte y confección o mecanografía, ofrecerlos, y decir que gastan en formación. Basta de paripés. Serán los alumnos los que, a través de una página específica de Internet, y verificando su identidad, podrán pedir periódicamente un curso en el que estén interesados. Por ejemplo, una secretaria en paro pide un curso de programación de aplicaciones para smartphone. Un tornero que está trabajando solicita un curso de CNC (Computer Numerical Control). Un desempleado tendría derecho a solicitar un curso cada, digamos, dos meses, y un empleado, cada seis. El catálogo de la página sería totalmente abierto, es decir, estaría organizado por temas generales (informática, mecánica, electricidad, albañilería…) pero dentro de cada rama específica, si el curso que interesa al alumno no existe, la página le permite añadirlo al catálogo, y además, que otros que vengan después de él también lo pidan. Para las empresas, igual, solo que en lugar de DNI electrónico se identificarían con el certificado electrónico de la empresa. Obviamente, los alumnos podrían ver cuáles son los cursos más solicitados por las empresas. Las empresas que ejercieran actividades de formación no podrían solicitar cursos (para evitar que solicitaran aquellos que ya imparten, que son muy cucas).

– Cuando se alcance un determinado número de solicitudes para un curso, la Administración estará obligada a impartirlo, especialmente si el número de empresas solicitantes es elevado y hay un número suficiente de alumnos que lo han pedido. No podrá alegar que no hay profesores, material o locales. Que los busque.

– Si un posible alumno solicitó un curso que se va a celebrar, pero en otra localidad, tiene derecho a beca. Se le adelanta primero la mitad del dinero. Cuando termine el curso, debe pasar un examen sobre los conocimientos impartidos. Si lo aprueba, se le da la otra mitad. Si lo suspende, debe devolver lo que se le adelantó.

Grupo 2

– Todos los cursos serán presenciales. Es absolutamente lamentable que la trapacería hispánica obligue a ir contra los tiempos. ¡Con lo baratos y eficientes que serían cursos telemáticos! Pero conociéndonos, no queda otra. Informáticamente es demasiado fácil falsificar asistencias y seguimiento de cursos telemáticos.

– Los cursos solamente los impartirán empresas contratadas por la Administración (los organismos estatales o autonómicos de empleo) a través de concursos públicos y transparentes. No los podrán impartir, ni contratar, sindicatos ni asociaciones empresariales. Dejarán de recibir fondos para este fin. Demasiadas veces han hecho mal uso del dinero público. La Administración se corromperá, por supuesto, pero si todos están en la pomada, será mucho más difícil que se denuncie y combata la corrupción . Ejemplos: las tarjetas de Cajamadrid y el asesinato en el Orient Express: como todos eran cómplices, nadie decía palabra. 

– Antes de empezar cada jornada del curso, el profesor pasa lista de un modo muy riguroso: los alumnos, de pie junto a él, van diciendo su nombre. El profesor comprueba que está en la lista, y en ese caso, el alumno le entrega su DNI. El profesor comprueba que es auténtico y corresponde al nombre. Entonces el alumno firma en su cuadro de la lista, bajo la mirada del profesor, y el profesor introduce el DNI por la ranura de una caja cerrada con llave, que solo él tiene y de la que es responsable. Solo lo entregará cuando termine la jornada del curso (en ningún otro caso, ni para desayunar, ni para almorzar, ni aunque el alumno tenga que irse urgentemente al hospital). 

– Habrá inspectores de formación. Cada día inspeccionarán al menos cuatro cursos, seleccionados al azar por un programa informático entre los que se estén impartiendo ese día en la localidad (o en la provincia). Avisar a la empresa que imparte los cursos de que se la va a inspeccionar será delito grave de revelación de secretos. El inspector llevará una cámara de vídeo portátil que, al entrar en la empresa, pondrá a grabar, y solo parará cuando salga. El profesor entrará en el local donde se imparta el curso, pedirá al profesor que abra la caja y comprobará los carnés con los alumnos que estén efectivamente presentes. Cualquier irregularidad que advierta será causa de la suspensión automática y definitiva del curso, que no se pague a la empresa y las responsabilidades penales a que hubiera lugar. Cuando el inspector vuelva a las oficinas de la Administración, volcará las grabaciones en el sistema informático. Sus superiores tendrán la obligación de revisar al menos una de ellas cada dos días.

– No se podrán presentar a concursos empresas en las que los inspectores hayan detectado irregularidades, ni tampoco empresas que tengan administradores, consejeros o apoderados que lo fueron anteriormente de empresas tramposas.

Grupo 3

– La empresa adjudicataria de los cursos pagará siempre a los profesores mediante ingreso en la cuenta del profesor (no en efectivo ni por cheque).

– La empresa comunicará a la Administración los datos de los profesores que haya seleccionado para impartir el curso.

– La Administración advertirá expresamente a los profesores por carta que, si la empresa les exige parte de su salario para contratarlos, deben comunicar a la Administración esa práctica. En ese caso la Administración denunciará a la empresa ante los tribunales por chantaje y delito contra los derechos de los trabajadores, suspenderá inmediatamente el curso y su pago, y excluirá a la empresa de posteriores concursos.

Mete "Lo que hay que hacer" en Google y mira qué te sale: enlaces a un libro "Lo que hay que hacer con urgencia" del que las primeras páginas no están disponibles para descargar. Y mientras, tu ciudad, tu país, tu planeta bullen de problemas a los que no se pone remedio adecuado, cuando existen soluciones para todos. Escribo este blog desde Madrid, España, la Tierra, para unir mi voz a los que proponen estas soluciones y presionan para que se apliquen.
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