El castigo a la delincuencia

Lo mejor es prevenir el delito, que no se produzca (ver la entrada sobre prevención), pero si ocurre, debe castigarse eficaz y progresivamente: multas, confiscaciones de patrimonio, trabajos comunitarios, exclusión temporal de lugares de ocio, restricción electrónica de movimientos y, por último, prisiones.

La prisión debe ser la última medida represiva del Estado contra el delincuente, y aplicarse solo cuando otros métodos de castigo hayan fallado, o el reo revista especial peligrosidad. No solo porque atenta contra el más preciado de los bienes humanos, la libertad, sino porque es más cara, más ineficaz y más propiciadora de corrupción, violencia y enfermedad.

En un estudio hecho en Argentina en 2013 se halló que la probabilidad de reincidencia de los delincuentes castigados mediante brazalete electrónico es entre el 11 y el 16 % menor que la de los castigados con prisión.

Se debe evitar el hacinamiento. Posiblemente sea beneficioso para algunos presos (y empleo el masculino, porque más del 90 % serán varones) compartir su celda con otro. En otros casos será mejor la celda individual. Pero creo contraproducente, salvo que estudios solventes demuestren lo contrario, meter a más de dos presos en la misma celda. Lo que, curiosamente, sí demuestran los estudios, es que encerrar juntos a delincuentes de idéntico tipo favorece la reincidencia futura. Por ejemplo, si se encierra a un ladrón joven con uno mayor, cuando el joven salga, la probabilidad de que vuelva a robar será mayor. En cambio, si se lo encierra con un conductor ebrio, esta probabilidad será menor.

Han de construirse las cárceles suficientes, teniendo en cuenta la población reclusa existente y su estimación a futuro (basándose racionalmente en la evolución pasada).

Las prisiones deben estar orientadas a la reinserción. La gran mayoría de los recusos cumple condenas cortas (menos de diez años) por hurtos y robos. En la prisión deben aprender y practicar un oficio demandado, y facilitárseles a la salida su inserción laboral.

Resulta contraproducente encerrar a jóvenes que han cometido su primer delito con criminales endurecidos. Habría que disponer prisiones solo para jóvenes, cuando eso sea posible.

Asimismo, las condenas de cárcel impuestas a menores de 18 años aumentan la probabilidad de reincidencia durante la adultez. Por ello el confinamiento solo debería usarse para castigar delitos graves (homicidio, agresiones con armas, violaciones), y emplear para otros delitos (robo, tráfico de drogas…) castigos alternativos (arresto domiciliario los fines de semana controlado por medios electrónicos, trabajos comunitarios, prohibición de entrada en centros de ocio…).

Los violadores requieren programas específicos de reinserción, que se han mostrado bastante eficaces. Por supuesto, deben ser voluntarios, pero seguirlos con aprovechamiento, tras la primera condena, debe reflejarse en una reducción de los años de cárcel, aunque en un tercio como máximo, pues no hay que olvidar el derecho de la víctima a que su agresor reciba un castigo proporcionado.

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Mete "Lo que hay que hacer" en Google y mira qué te sale: enlaces a un libro "Lo que hay que hacer con urgencia" del que las primeras páginas no están disponibles para descargar. Y mientras, tu ciudad, tu país, tu planeta bullen de problemas a los que no se pone remedio adecuado, cuando existen soluciones para todos. Escribo este blog desde Madrid, España, la Tierra, para unir mi voz a los que proponen estas soluciones y presionan para que se apliquen.
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