Sobre la prostitución

En principio el intercambiar sexo y dinero no plantea problemas morales: una persona quiere sexo, otra dinero, se ponen de acuerdo y se realiza la transacción. Ninguno tiene por qué resultar perjudicado, ni se produce un daño para la sociedad en su conjunto, por lo que la sociedad no tendría que imponer ninguna normativa al respecto, más allá de la aplicable para el resto de transacciones comerciales.

Sin embargo, en la práctica, la existencia de la prostitución genera una terrible e intolerable esclavitud de muchas mujeres que, por sus circunstancias personales, o por presiones de proxenetas, se ven forzadas a ejercer esta actividad. Lo que se debe evitar es precisamente ese tipo de esclavitud. Las experiencias de legalización, por ejemplo en Holanda y en Alemania, no han funcionado: paradójicamente han propiciado un incremento de esta esclavitud. En cambio, la experiencia de prohibición total y penalización del cliente aplicada en Suecia sí ha conseguido una reducción del fenómeno. Por eso yo abogo por que en todo el mundo se prohíba el ofrecimiento o la compra de servicios sexuales con contacto físico (el sexo telefónico o la pornografía, por ejemplo, no han demostrado propiciar la esclavitud de personas). Quienes los compren, o intenten comprarlos, deben ser penalizados mucho más intensamente que quienes los ofrezcan, mientras que la persona que físicamente proporcione el servicio no debe ser represaliada.

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  1. En España, aunque el proxenetismo sí es un delito según el Código Penal, la prostitución se mueve en un limbo de alegalidad. Las distintas propuestas para definir una postura reglamentada sobre el comercio sexual han fracasado. En 2008, el Congreso rechazó regular o prohibir al considerar que distinguir tráfico de personas y prostitución era complicado. Ambas cosas, aseguró en su informe la comisión parlamentaria encargada del tema, “son fenómenos ligados y relacionados que no pueden separarse”. Por eso, se aprobaron medidas para luchar contra la trata, se ampliaron las penas a los explotadores y las mafias y se creó el Plan de Lucha contra la Trata, que recoge ayudas y apoyo a las mujeres explotadas por las mafias.“Sirvió para coordinarnos mejor”, explica la presidenta de la Asociación para la Prevención, Reinserción y Atención de la Mujer Prostituida, Rocío Nieto. Pero las chicas siguen vendiéndose en las calles. Algo que molesta a algunos ciudadanos, que no quieren que sus hijos vean a mujeres con poca ropa que ofrecen su cuerpo por dinero. Por eso muchos municipios se han visto presionados para desarrollar ordenanzas que multan por vender o comprar servicios sexuales en la calle.“Se está bordeando el problema. Lo que hay que hacer es una ley seria contra de las personas que explotan a las mujeres”, continúa Nieto. Purificación Causapié, secretaria de Igualdad del PSOE, tampoco está de acuerdo con las normas municipales que penalizan a las personas que ejercen la prostitución. “Estas ordenanzas tienen más que ver con el vandalismo y el orden público. Hay que combatir el tráfico de personas y las mafias y facilitar que las mujeres salgan de esta situación con ayudas”En Europa, la perspectiva legal sobre prostitución es diversa. En Suecia, Noruega o Finlandia está prohibida. Sin embargo, solo se penaliza al cliente, que se enfrenta a sanciones que pueden oscilar entre una multa económica y la pena de cárcel, aunque esta última no se suele hacer efectiva nunca. Suecia inició ese modelo abolicionista en 1999, un sistema que cuenta con la mayoría del apoyo ciudadano y que ha logrado disminuir el fenómeno. El modelo abolicionista es, según María Luisa Balaguer, catedrática de Derecho Constitucional, en el que se debería fijar España.En otros países, como Alemania u Holanda, la prostitución es legal, se considera a las mujeres como trabajadoras y necesitan una licencia municipal para ejercer. En Holanda una ley reglamentó en el año 2000 la prostitución como un trabajo. Los empresarios de los clubes tienen que obtener permisos y pagar impuestos y las mujeres tienen prestaciones sociales por realizar ese trabajo. “Eso no frenó la explotación. Algunas mujeres han llegado al país pensando que iban a trabajar en otra cosa y a otras les obligan o incitan a mantener sexo inseguro o sin apenas descanso”, afirma la socióloga Kareen Vryck, que ha estudiado la realidad holandesa.

Mete "Lo que hay que hacer" en Google y mira qué te sale: enlaces a un libro "Lo que hay que hacer con urgencia" del que las primeras páginas no están disponibles para descargar. Y mientras, tu ciudad, tu país, tu planeta bullen de problemas a los que no se pone remedio adecuado, cuando existen soluciones para todos. Escribo este blog desde Madrid, España, la Tierra, para unir mi voz a los que proponen estas soluciones y presionan para que se apliquen.
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