Archivo 18 diciembre, 2011

Los medios de comunicación

Los medios de comunicación son absolutamente imprescindibles para que una sociedad democrática funcione correctamente. Ninguno debe estar participado por el Estado, por la peligrosa y perversa tendencia de los políticos a controlar la información o, directamente, manipularla en su favor

 

Sin embargo, para evitar “situaciones Berlusconi”, en que el poder de los medios se impone al de los ciudadanos, creo necesarias las siguientes limitaciones:
          En un país, ninguna persona o grupo empresarial puede poseer, directa o indirectamente, participaciones en más de un periódico general de tirada nacional, más de una emisora de televisión de cobertura nacional o más de una radio de cobertura nacional.
          Si una persona posee participaciones superiores al 5% en alguno de los medios citados, y desea presentarse como candidato en unas elecciones, debe venderlas, sin compromisos de recompra, como mínimo un año antes de la fecha de los comicios.
          Cualquier persona debe poder expresarse en un medio de comunicación (es decir, no puede hacer falta un carné de periodista para escribir en un periódico). No obstante, si una persona es condenada mediante sentencia firme, por haber comunicado información falsa, o que dolosamente no tenga en cuenta los hechos principales de una situación para dar de ella una visión intencionadamente errónea, aparte de ser multada, debe poder ser inhabilitada por un período de tiempo no superior a dos años para expresarse en periódicos, radios y televisiones, y también para que sea recogido por éstos su expresión en otros medios (por ejemplo, en un blog).
          Los trabajadores de los medios de comunicación deben acordar primero, y después suscribir, un código ético de comportamiento profesional por el que se comprometan a informar con veracidad y objetividad.
          Un trabajador de un medio de comunicación encargado de dar noticias debe poder denunciar anónimamente presiones para que incumpla ese código ético. Si tales presiones se demuestran por sentencia judicial, quien las ha ejercido debe ser multado e inhabilitado por un período de tiempo no superior a dos años como directivo de un medio de comunicación. Caso de que se tomaran represalias contra el trabajador, quien las ejerza podrá ser sujeto de idéntico tratamiento.
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Sobre las drogas

En principio parece que la sociedad no tendría que meterse en lo que una persona hace con su cuerpo, aunque se lo dañe. Es su cuerpo, le pertenece y puede hacer uso de él de acuerdo con su libertad, mientras no perjudique a otros. El problema viene cuando algunas personas se aprovechan de las debilidades de otras para obtener un lucro perjudicándolas. Eso debe impedirse. Cualquier persona puede convertirse en adicta a cualquier sustancia o actividad, pero hay perfiles sicológicos más propensos: las personalidades adictivas, las que tienen mayor dificultad para tolerar situaciones de estrés o sufren falta de autoestima. 
La mayor parte de las drogas tiene efectos dañinos sobre el organismo del consumidor (el alcohol destroza el hígado; el tabaco, los pulmones; la cocaína, el cerebro; la heroína  ….). También provocan un notable daño social (tratamiento de las enfermedades que producen, accidentes y malos tratos provocados por el alcohol…). 
Está claro que las experiencias de prohibición de las drogas legales (en EE.UU., de 1920 a 1933 se prohibió el alcohol, y fue la causa de un notable aumento de la actividad mafiosa) no han funcionado. Pero tampoco han mejorado la situación las experiencias de legalización parcial (el famoso Needle Park de Zurich acabó cerrando; los coffe shops de Holanda, donde se vende libremente marihuana, son muy contestados: por un lado son motivo de fricciones con Francia y Alemania; por otro, se ha prohibido que vendan cannabis a extranjeros, y se quiere prohibir que vendan hierba con más del 15% de principio activo (tetrahidrocannabinol). De hecho, según la normativa holandesa, tales establecimientos son ilegales; lo que ocurre es que no se persiguen.
Lo que realmente funciona es suministrar a los adictos su sustancia, facilitarles medios higiénicos para consumirla y proporcionar terapia a los que quieran abandonarla. Los programas de metadona han hecho prácticamente desaparecer a los yonquis de las calles. Con la cocaína y las pastillas se debería hacer algo similar.
Las campañas contra el tabaco han hecho bajar el porcentaje de fumadores en EE.UU. del 20% en 1993 al 16% en 2009. La política más eficaz es aumentar el precio de la cajetilla (a la vez, por supuesto, que se reprime el contrabando). Creo que se deben ir restringiendo los horarios y los puntos de venta. Actualmente en España se puede comprar tabaco en estancos, quioscos, bares, gasolineras… Tras un proceso gradual, para permitir a los otros establecimientos amortizar las máquinas expendedoras que han adquirido, al final solo deberían quedar los estancos, que como máximo podrían abrir de nueve de la mañana a ocho de la tarde.
Con el alcohol (cualquier alcohol, incluidos vino y cerveza) se debería hacer algo similar, y prohibir su venta en establecimientos (supermercados, tiendas de ultramarinos, gasolineras…) que no fueran bares y licorerías. Los bares tendrían prohibido servir a un cliente más de dos dosis de licor fuerte, o servir a una persona que se encuentre en evidentes condiciones de embriaguez. En las licorerías habría un límite a la cantidad de alcohol que puede llevarse un mismo cliente en un día.

Pero por encima de todo hay que formar a la gente, desde muy pequeña, sobre la realidad de las drogas, más allá del Simplemente di no o Bad Night. Que cada persona sea consciente de las circunstancias que pueden llevarla a la droga (estrés, conflictos familiares, inconsciencia, impulsividad…) y de cómo puede salir. Y que, a partir de la edad que determinen los expertos, pero no antes de los veinte años, por los efectos que causa, aprendan a disfrutar de la única droga sana en pequeñas dosis, el alcohol, y a saborear, distinguir y apreciar sus infinitas variantes (vino, cerveza, pacharán, orujo, anís……).

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Sobre la prostitución

En principio el intercambiar sexo y dinero no plantea problemas morales: una persona quiere sexo, otra dinero, se ponen de acuerdo y se realiza la transacción. Ninguno tiene por qué resultar perjudicado, ni se produce un daño para la sociedad en su conjunto, por lo que la sociedad no tendría que imponer ninguna normativa al respecto, más allá de la aplicable para el resto de transacciones comerciales.

Sin embargo, en la práctica, la existencia de la prostitución genera una terrible e intolerable esclavitud de muchas mujeres que, por sus circunstancias personales, o por presiones de proxenetas, se ven forzadas a ejercer esta actividad. Lo que se debe evitar es precisamente ese tipo de esclavitud. Las experiencias de legalización, por ejemplo en Holanda y en Alemania, no han funcionado: paradójicamente han propiciado un incremento de esta esclavitud. En cambio, la experiencia de prohibición total y penalización del cliente aplicada en Suecia sí ha conseguido una reducción del fenómeno. Por eso yo abogo por que en todo el mundo se prohíba el ofrecimiento o la compra de servicios sexuales con contacto físico (el sexo telefónico o la pornografía, por ejemplo, no han demostrado propiciar la esclavitud de personas). Quienes los compren, o intenten comprarlos, deben ser penalizados mucho más intensamente que quienes los ofrezcan, mientras que la persona que físicamente proporcione el servicio no debe ser represaliada.

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Mete "Lo que hay que hacer" en Google y mira qué te sale: enlaces a un libro "Lo que hay que hacer con urgencia" del que las primeras páginas no están disponibles para descargar. Y mientras, tu ciudad, tu país, tu planeta bullen de problemas a los que no se pone remedio adecuado, cuando existen soluciones para todos. Escribo este blog desde Madrid, España, la Tierra, para unir mi voz a los que proponen estas soluciones y presionan para que se apliquen.
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