Cómo evitar la recaída
La economía mundial ha vuelto a dar señales de debilidad. La inflación en China ha superado el 6%, por encima del objetivo del 4%, lo que hace pensar que el Gobierno chino restringirá aún más el crédito. El paro en EE.UU. en julio se ha reducido en menos de 130.000 personas y The Economist cifra en un 50% las probabilidades de que su PIB decrezca en los próximos 6 meses. Los crecimientos de Italia y España han sido anémicos y las han puesto en el punto de mira de los especuladores. Las exportaciones alemanas se han frenado…
Desde luego hay que denunciar que, en un mundo finito y de recursos limitados, la economía solo pueda funcionar si crece de forma infinita. Pero ése será el tema de otra entrada. El de ésta es qué hacer para evitar que la economía mundial vuelva a caer en la recesión y se agrave todavía más el desempleo y el empobrecimiento que los países desarrollados vienen sufriendo desde 2008.
¿Por qué está pasando esto? El economista Nouriel Roubini lo explica en un artículo de El País del 08/08/2011: «Las autoridades, tanto políticas como monetarias, se han quedado sin munición para combatir la crisis. Los tipos de interés están en niveles históricamente bajos (cerca del 0% en EE UU y en el 1,5% en la zona euro). Los Gobiernos, enormemente endeudados y bajo tremenda presión de los mercados, recortan gastos y aplazan inversiones que serían de gran ayuda para reanimar la actividad. Los bancos no prestan dinero porque ellos mismos no tienen nada fácil acceso al crédito. Muy castigadas por la falta de préstamos y la debilidad de las ventas, las empresas recortan plantillas y rebajan sus expectativas de beneficios. Y los ciudadanos, agobiados por las hipotecas y alertas ante la posibilidad de perder su empleo -si no lo han perdido ya-, limitan el consumo a lo imprescindible.»
Paul Krugman, premio Nobel de Economía, propone para salir de la crisis aumentar la inversión pública con el fin de crear empleo, aprovechando que los tipos de interés siguen siendo históricamente bajos. Gastar hoy para recoger mañana, pese a que ello aumente el déficit público.Roubini, por su parte, cree que el BCE debería haber bajado los tipos de interés para ayudar a España e Italia.
Efectivamente, hay que crear empleo gastando dinero público. Pero eso no tiene necesariamente que aumentar el déficit. Lo primero que tendrían que hacer los países más poderosos del mundo, todos en dificultades, es ponerse de acuerdo para eliminar totalmente los paraísos fiscales. Paralelamente deberían eliminar las deducciones fiscales a las multinacionales, que les permiten, cumpliendo la legislación, sustraer una parte importantísima de sus beneficios a las haciendas nacionales. Solo en España, el Sindicato de Técnicos del Ministerio de Hacienda cifra en 42.711 millones de euros los impuestos directamente defraudados por las grandes empresas en 2010. Es de suponer que los impuestos eludidos al menos dupliquen esta cifra.
Además habría que imponer una tasa sobre las operaciones financieras especulativas: por ejemplo: quien venda cualquier producto financiero que ha comprado hace menos de un mes deberá pagar el 1% de su valor. Esto permitiría recaudar miles de millones y frenaría la especulación, que es uno de los factores tras la debilidad económica.
Los Gobiernos deberían dedicar el dinero suplementario así recaudado a inversiones que crearan empleo. Por ejemplo, en España, a subvencionar la formación de personas para cubrir puestos demandados por la industria, pero que no se cubren; a personal de guardería y a residencias de ancianos. Todo de forma gradual, equilibrada, paulatina, sin crear burbujas ni provocar desestabilizadores desplazamientos de población.
En EE.UU. el tipo de gasto necesario sería muy diferente. Krugman ha clamado repetidamente en el desierto sobre el calamitoso estado de su infraestructura: carreteras, puentes, aeropuertos, autopistas, líneas eléctricas… se encuentran prácticamente abandonados desde hace lustros. Debería lanzarse un plan gigantesco (pero, repito, bien hecho, gradual, equilibrado, paulatino…) para actualizarlas. Tantísimas empresas de tantos países, no solo norteamericanas, serían necesarias, que representaría un fortísimo y duradero impulso para toda la economía mundial.
Anonymous #
En el artículo Cómo evitar una segunda Gran Depresión, publicado en Expansión el 30/09/2011, George Soros propone las siguientes medidas:1. Que los gobiernos de la eurozona creen un tesoro común.2. Que los grandes bancos sean puestos bajo la tutela del BCE a cambio de un aval temporal y la recapitalización permanente. El BCE ordenaría a los bancos mantener sus líneas de crédito y sus carteras de préstamos.3. Que el BCE permita a países en dificultades la refinanciación de su deuda a muy bajo coste de forma temporal.Estos pasos calmarían a los mercados y darían a Europa tiempo para desarrollar una estrategia de crecimiento sin la cual no puede resolverse el problema de la deuda.
Carlos Mulas-Granados #
En momentos de máxima incertidumbre, como los que vivimos, ni los consumidores ni los empresarios toman decisiones si el sector público no marca la senda y toma los primeros riesgos. En estas circunstancias, retirar al Estado sirve de poco, porque el sector privado no ocupa ese espacio, los ciudadanos ahorran sus recursos y los empresarios posponen sus decisiones de inversión. Solo desde la acción política decidida se puede desbloquear esta situación de parálisis y encender la mecha de la reactivación y el empleo. Las inversiones en capital físico, humano y tecnológico y una política industrial activa en nuevos sectores, como los que ha marcado Obama en EE UU o la Estrategia 2020 en la UE, resultan cruciales en esta última etapa. Este es el papel estratégico del Estado dinamizador que resulta crucial para salir de las grandes recesiones y para avanzar en las transformaciones estructurales por el lado de la oferta como las que necesita nuestra economía. Nuestro país tiene aquí todavía mucho por hacer, y una parte de la próxima campaña electoral debería centrarse precisamente en esta cuestión tan importante en torno al papel estratégico de las inversiones y el impulso a los sectores de futuro.
Tax Justice #
La organización Tax Justice Network, apoyada por académicos, activistas y ONG, sintetizó ayer en un índice de secretismo financiero lo que era un secreto a voces. Los aireados esfuerzos del G-20 por eliminar el blindaje de los paraísos fiscales han tenido resultados muy modestos. Tras un prolijo análisis de 72 jurisdicciones, los investigadores concluyen que los criterios usados para elaborar una lista negra de paraísos fiscales, cerrada en pocos meses, fueron «inadecuados e ineficaces».El avance en el intercambio de información, simbolizado en los cientos de acuerdos bilaterales suscritos desde 2009 para salir de esa lista negra, se ha quedado en el papel. Muchos paraísos fiscales captan incluso más dinero que antes. Y, según el análisis de Tax Justice Network, Suiza, islas Caimán y Luxemburgo, ocupan, por este orden, el pódium de las «jurisdicciones opacas» más activas.
Joseph Stiglitz #
La prescripción para lo que sufre la economía global proviene directamente del diagnóstico: Fuertes gastos gubernamentales, que apunten a facilitar la reestructuración, la promoción de la conservación de energía, y la reducción de la desigualdad, y una reforma del sistema financiero global que cree una alternativa a la acumulación de reservas.
Emilio Ontiveros (La austeridad mal entendida) #
La proposición fundamental de las políticas de austeridad afirma que las decisiones restrictivas sobre las finanzas públicas pueden llegar a generar confianza suficiente en los agentes como para propiciar la recuperación del crecimiento económico. Esa defensa de las consolidaciones fiscales expansivas tiene en los trabajos del profesor de Harvard Alberto Alesina sus exponentes más representativos. El realizado con Silvia Ardagna (Large Changes in Fiscal Policy: Taxes Versus Spending, NBER, octubre 2009) ha llegado a considerarse una suerte de desautorización de los planteamientos más genuinamente keynesianos.El respaldo empírico, sin embargo, no parece suficiente. De hecho, un trabajo reciente de un autor hasta ahora considerado defensor de recortes significativos en el gasto público, Roberto Perotti (Austerity Myth: Gain Witout Pain?, junio 2011), matiza conclusiones de trabajos anteriores, incluido alguno suyo con el propio Alesina. Admite la pertinencia de algunas de las críticas metodológicas a esos estudios que defienden el potencial expansivo de la austeridad. Las más relevantes de esas objeciones las aporta el departamento de investigación del FMI, dirigido por el profesor del MIT Olivier Blanchard.Desde la base de muy respetables documentos de investigación, algunos comentados en este mismo suplemento (Revisionismo macroeconómico, 28 de febrero de 2010), el FMI ha formulado sus recomendaciones de política económica de forma explícita. En el informe de perspectivas económicas del pasado año (WEO, octubre 2010, capítulo 3) dejaba lugar a pocas dudas acerca de los peligros derivados de la aplicación en los momentos actuales de decisiones de consolidación fiscal. En su último informe sobre Europa (Europe Navigating Stormy Waters, octubre 2011) se advierte de que «los objetivos de déficit nominal no deben conseguirse a expensas de correr el riesgo de una contracción generalizada de la actividad económica».La evidencia acerca del potencial expansivo de la inversión pública, neutralizador de las peores consecuencias de una recesión, se ha visto ampliada por diversos trabajos. Uno de ellos, resumido en VoxEu (Almunia, Miguel, Agustín S. Bénétrix, Barry Eichengreen, Kevin H. O’Rourke, Gisela Rua, The effectiveness of fiscal and monetary stimulus in depressions, VoxEU.org, 18 noviembre de 2009), analiza históricamente los efectos de estímulos en entornos caracterizados por la existencia de tipos de interés próximos a cero, sistemas bancarios disfuncionales y elevada aversión al riesgo. La conclusión es que la política fiscal es efectiva.Esa efectividad del activismo fiscal durante una recesión ha encontrado evidencia más reciente en la investigación de Alan J. Auerbach y Y. Gorodnichenko (Fiscal Multipliers in Recession and Expansion, NBER, septiembre de 2011), que confirma el valor significativo de los multiplicadores del PIB del gasto público en fases recesivas. Se concluye también que los efectos potencialmente adversos de esos estímulos fiscales, tales como el aumento de la inflación, son mucho menos probables en esas circunstancias. Contribuciones adicionales como las de Paul de Grauwe -además de respetado académico, parlamentario liberal belga durante diez años- también aconsejan no atrincherarse en posiciones fundamentalistas en relación con las finanzas públicas en circunstancias tan excepcionales como las actuales.
Paul Krugman #
La verdadera prueba para la economía keynesiana no ha provenido de los tibios esfuerzos del Gobierno federal estadounidense para estimular la economía, que se vieron en buen parte contrarrestados por los recortes a escala estatal y local. En lugar de eso, ha venido de naciones europeas como Grecia e Irlanda que se han visto obligadas a imponer una austeridad fiscal atroz como condición para recibir préstamos de emergencia, y han sufrido recesiones económicas equiparables a la Depresión, con un descenso del PIB real en ambos países de más del 10%.Según la ideología que domina gran parte de nuestra retórica política, esto no debía pasar. En marzo de 2011, el personal republicano del Comité Económico Conjunto del Congreso publicó un informe titulado Gasta menos, debe menos, desarrolla la economía. Se burlaban de las preocupaciones de que un recorte del gasto en tiempos de una recesión empeoraría la recesión, y sostenían que los recortes del gasto mejorarían la confianza del consumidor y de las empresas, y que ello podría perfectamente inducir un crecimiento más rápido, en vez de ralentizarlo.Deberían haber sido más listos, incluso en aquel entonces: los supuestos ejemplos históricos de «austeridad expansionista» que empleaban para justificar su razonamiento ya habían sido rigurosamente desacreditados. Y también estaba el vergonzoso hecho de que mucha gente de la derecha ya había declarado prematuramente, a mediados de 2010, que la de Irlanda era una historia de éxito que demostraba las virtudes de los recortes del gasto, solo para ver cómo se agravaba la recesión irlandesa y se evaporaba cualquier confianza que los inversores pudieran haber sentido.Por cierto que, aunque parezca mentira, este año ha vuelto a suceder lo mismo. Muchos proclamaron que Irlanda había superado el bache, y demostrado que la austeridad funciona (y luego llegaron las cifras, y eran tan deprimentes como antes).
Ignacio Ramonet #
Si Merkel es quien está pilotando la crisis, el resultado es muy malo. Grecia va cada vez peor. Su PIB es el 3% de la zona del euro. Cuando estalló la crisis, se podía haber solucionado con un pequeño esfuerzo económico. Ahora, la gangrena ha subido. Austria y Francia tienen triple A (máxima calificación en su deuda) y las atacan. No se sabe si el euro será capaz de resistir. A Portugal se le ha impuesto una cura de caballo, se le ha impuesto la recesión y como resultado, le acaban de volver a bajar el rating. Esto no funciona. ¿Qué se puede hacer?Hay que volver a planteamientos keynesianos (estimular el crecimiento económico inyectando dinero público). No lo digo yo. Lo dicen (Paul) Krugman y (Joseph) Stiglitz. Hay que hacer políticas anticíclicas, encontrar soluciones para salir de la situación. Veo difícil que se adopten en el contexto actual pero, si los gobiernos no se deciden, vamos a la catástrofe. Quizás si Francia pierde la triple A, Alemania verá que se hunde la última barrera que los protege. Los eurobonos podrían ser una solución a la crisis de la deuda, pero por otro lado habría que prohibir los hedge funds (fondos de alto riesgo), implantar la tasa a las transacciones, no operar con bancos que utilicen paraísos fiscales.
Xavier Vidal Folch #
La limitación al gasto, que yugulaba las inversiones a nivel nacional, se contrapesaba conla mayor inversión a nivel europeo. El esquema cosechó un gran éxito de crecimiento, saneamiento de las cuentas públicas y aproximación de los niveles de prosperidad entre los distintos Estados miembros. Ahora mismo esa idea podría desarrollarse mediante unas pocas fórmulas baratísimas:- Fondos estructurales. Concentrar la política presupuestaria restrictiva en el ámbito estatal, y dotar al ámbito comunitario de un moderado y selectivo ímpetu expansivo. Aumentar sus recursos -por ejemplo, detrayendo fondos de la insolidaria, anticompetitiva y anticuada política agrícola- y la elegibilidad de los beneficiarios. También podría acompañarse el rigorismo en las sanciones por déficit excesivo contra los incumplidores con incentivos al cumplimiento, mediante recompensas. Por ejemplo, aumentando los porcentajes de financiación de la UE a los proyectos de infraestructuras nacionales cofinanciados con los Estados miembros. – Grandes infraestructuras transeuropeas (Transeuropean Networks o TENS, que conectan a dos o más países, como el corredor mediterráneo ferroviario) de transporte, energía y comunicaciones. En el paquete presupuestario 2007-2013, de casi un billón de euros, solo se les dedican 8.168 millones, apenas el 0,8%. – Banco Europeo de Inversiones (BEI). Es posible cuadriplicar sus préstamos de aquí a 2020. Desde 1997 hasta hoy ya los ha cuadriplicado, hasta los 80.000 millones anuales, de forma que su tamaño duplica al del Banco Mundial. Su impacto es enorme, pues el multiplicador de las inversiones que induce es de 3: cada euro prestado genera tres de inversión final. Solo esta medida «equivaldría» al plan Marshall de la posguerra, como han evaluado los profesores Stuart Holland y Yanis Varoufakis (A modest proposal for overcoming the eurocrisis, Levy Economics Institute, 2011). El BEI podría incrementar sus líneas para las pymes y seleccionar una entidad financiera como agente / socio en cada Estado miembro para aproximarse capilarmente a ellas.- Presupuesto de I+D de la UE. Asciende a 7.610 millones anuales, en torno a un escaso 5% del presupuesto comunitario. Cifra que contrasta con el montante dedicado a agricultura y desarrollo rural, 58.509 millones anuales, en torno al 40%. Puede reasignarse buena parte de esta partida en favor de la innovación y de la cohesión. El futuro económico de Europa, y el empleo de su gente, dependen más del número de patentes que sea capaz de inventar y desarrollar, que de los kilos de tomate que produzca.
Andreu Missé en El País #
La realidad es que la economía europea se ha vuelto a apagar cuando aún no ha podido recuperar el nivel de producción de antes de la crisis pues los crecimientos de 2010 y 2011 han sido muy moderados (del 1,9% y 1,4%, respectivamente). Las secuelas de la crisis financiera siguen muy presentes como lo refleja el hecho de que «la expansión de crédito en la zona euro permanecerá anémica en 2012», según el informe de la Dirección General de Asuntos Económicos y Financieros. La estrategia de anteponer el ajuste fiscal a las políticas de crecimiento, como han aconsejado reiteradamente los premios Nobel de Economía como Paul Krugman y Joseph Stiglitz, están resultando un serio «suicidio», como pronosticaron.
Manifiesto por el sentido común económico #
En este manifiesto miles de economistas, profesionales y ciudadanos firman cuáles son las causas reales de la crisis y por qué son erróneas las recetas de austeridad y recortes que se están aplicando.
Economistas frente a la crisis #
El problema de fondo es la recesión, la subutilización del aparato productivo existente por falta de demanda efectiva. Insistir en la necesidad de reducir aceleradamente el gasto público no soluciona sino que agrava el problema. No colabora a una mayor utilización del aparato productivo, al contrario, añade al descenso de la demanda privada menor demanda pública.La política económica debe centrarse en el reto de movilizar los recursos productivos porque su verdadero objetivo es combatir el paro y la pobreza.
Joaquín Estefanía en El País #
Grecia es el país más sufriente y las medidas tomadas a cambio de la ayuda europea han pasado por una devaluación interna espectacular. Permanentemente monitorizada por los hombres de negro, ha perdido muchos escalones en su bienestar colectivo y en estos momentos discute la vuelta a la jornada semanal de seis días. En Portugal, el Gobierno conservador acaba de adoptar la reducción generalizada de los salarios por el procedimiento de aumentar la contribución del trabajador a la Seguridad Social. Y en España, después del rescate financiero —que todavía no ha llegado a plasmarse en dinero fresco— se prevé la intervención del país, cargados ambos de condicionantes macroeconómicos muy limitativos de la acción de cualquier Gobierno. En los tres casos, el nivel de paro ha batido los récords históricos.Las consecuencias sociales están a la vista de todos: cada día se vive peor, se pierde poder adquisitivo, aumenta el desempleo de larga duración entre los jóvenes, las mujeres y los principales sustentadores del hogar, el Estado del bienestar adelgaza y los servicios sociales dejan de ser universales, se encarecen y son más escasos en cuanto a lo que proporcionan. Pero lo paradójico es que tampoco logran lo que justifica esta política económica de recortes a ultranza: un calendario fijado de reducción del déficit y la deuda pública a corto plazo, y el equilibrio presupuestario, pues conforme avanza la recesión los ingresos públicos se debilitan (aumenta el paro y baja el consumo).
Paul Krugman en El País #
¿Por qué es lenta la recuperación después de una crisis financiera? Las crisis financieras están precedidas por burbujas del crédito; cuando esas burbujas estallan, muchas familias y/o empresas se quedan con unos niveles elevados de deuda que les obligan a reducir sus gastos. Esta reducción del gasto, a su vez, deprime la economía en su conjunto.Y la respuesta habitual a la recesión —reducir los tipos de interés para fomentar el gasto— no es la adecuada. Muchas familias no pueden sencillamente gastar más, y los tipos de interés solo se pueden reducir hasta un punto, es decir, hasta cero, pero no más.¿Significa esto que no puede hacerse nada para evitar una recesión prolongada después de la crisis financiera? No, solo significa que no basta con limitarse a reducir los tipos de interés. En concreto, lo que la economía necesita realmente después de una crisis financiera es un aumento temporal del gasto público, para sostener el empleo mientras el sector privado arregla sus balances de situación.
Antón Costas: Esto no tiene ni pies ni cabeza #
Los efectos dañinos para la economía y la sociedad de una austeridad basada en recortes arbitrarios de gastos sociales para reducir la deuda y en devaluaciones internas de salarios para ganar competitividad, son evidentes para todo el mundo. Pero a pesar de esa evidencia, nuestros gobernantes mantienen erre que erre esa política.La prioridad sin condiciones a la reducción de la deuda descansa en una filosofía política objetable desde cualquier criterio de sociedad justa. Tanto si basamos la idea de justicia en la maximización del bienestar del conjunto de la sociedad, como hacen los economistas, como en la idea de virtudes cívicas, más del gusto de los politólogos, a esa prioridad le fallan los fundamentos éticos.Nuestros gobernantes pretenden obviar esta objeción ética refugiándose en el argumento de eficacia. Pero la evidencia no sostiene este argumento. El capítulo 3 del World Economic Outlook que acaba de publicar el FMI es demoledor. Los autores examinan, con datos desde 1875, 26 casos en los que la deuda superó el cien por cien. La conclusión más relevante es que las políticas de austeridad, cuando operan en un entorno de elevado endeudamiento, no logran reducir la deuda, sino que LA ELEVAN.
Joaquín Estefanía: Errores en los multiplicadores #
Dos de los economistas más importantes del FMI, Olivier Blanchard (economista jefe de la institución) y Daniel Leigh, han presentado el informe titulado «Errores en las previsiones de crecimiento y multiplicadores fiscales». En él se estudia el impacto que tiene el gasto de los Gobiernos o el incremento de los impuestos en los resultados económicos de un país, y llega a la conclusión de que las políticas de austeridad recomendadas por el FMI (y otras instituciones, como la Comisión Europea) a países como España, Portugal, Grecia,… subestimaron su impacto en el nivel de paro y en el consumo privado y la inversión. Por tanto, generaron un mayor grado de padecimientos a las poblaciones. Los pronósticos de los expertos del FMI se equivocaron al aplicar un multiplicador fiscal erróneo: creían que por cada euro público gastado de menos o gravado de más se destruían 0,5 euros de actividad, cuando la realidad ha sido que por cada euro retirado se han destruido 1,5 euros.