Archivo 8 mayo, 2011
Lo que se debe hacer con los políticos
Coincido con el exsecretario general de energía
Reproduzco a continuación algunos párrafos del artículo del exsecretario general de energía publicado en El País Negocios del 24/04/2011 que están plenamente de acuerdo con con mi anterior entrada Racionalidad energética, pero dan más detalles, algunos muy interesantes. Las negritas son mías.
«Construir nuevos reactores no ha sido seriamente considerado por casi ninguna empresa privada occidental desde hace más de 20 años, al poder producir electricidad con centrales de gas, con menor riesgo financiero y coste más reducido.»
«Muy diferente es la economía de las centrales nucleares en funcionamiento, especialmente en el caso de las españolas, que comenzaron a operar hace más de 20 años y que han llegado a esta etapa dorada a través de un proceso continuado de apoyo público sufragado por los consumidores. Este se tuvo que iniciar en los años ochenta para evitar la quiebra de las empresas privadas promotoras, al aflorar con su puesta en marcha los excesivos intereses intercalarios que habían acumulado durante los 10 años de construcción.
El parón nuclear, tildado de ideológico, fue producto de una mera imposición de buenas prácticas contables y financieras, arropada con la recuperación de las inversiones en los reactores parados a través de un complemento a la tarifa. La situación de algunas de las empresas estaba tan deteriorada que, para que salieran adelante, hubo, además, que forzar intercambios de activos para que las eléctricas públicas asumieran, con el correspondiente soporte tarifario, parte de la carga nuclear.
La chispa desencadenante de la bonanza económica actual de las nucleares vino 10 años después con la liberalización eléctrica de 1997, al reconocerse a toda la producción eléctrica (con hidráulicas, nuclear, carbón o gas) un precio marcado por el coste de la central más cara que funcionara en cada momento. Además, se acordaron unos complementos adicionales de hasta 8.663 millones de euros, denominados Costes de Transición a la Competencia (CTC) para garantizarles un precio mínimo que asegurara la recuperación de las inversiones efectuadas antes de la liberalización en todas las centrales. La realidad es que, por ese concepto, las eléctricas acabaron ingresando más de 10.000 millones. Además, al cancelar anticipadamente en 2006 los CTC, evitaron tener que devolver esa suma, al percibir luego hasta 2010, fecha inicialmente contemplada, unos precios de mercado mucho más elevados.
De estos hechos se deducen dos consecuencias muy importantes que conviene les sean explicadas muy claramente a los ciudadanos. La primera es que tanto si se aumenta la vida de las nucleares como si se cierra alguna de ellas, las eléctricas tendrán mayores o menores beneficios, pero los consumidores domésticos o industriales, según la regulación vigente, seguirán pagando grosso modo el mismo precio, puesto que este seguirá siendo marcado por el coste de otra central más cara de gas.
Parece, por ello, cuando menos sorprendente que el presidente de la CEOE proclame, en beneficio de solo cuatro de sus empresas y en perjuicio de todas las demás consumidoras, que «la energía nuclear es fiable, buena, bonita y barata, y da seguridad al sistema con un precio asequible, que es lo que necesita la industria española para competir.
La segunda consideración es que la venta de la energía nuclear-eléctrica a un precio que triplica su coste es una de las causas que impiden reducir el déficit tarifario, ya que la recaudación, al destinarse en primer lugar a pagar la energía generada a ese precio, hace que las eléctricas se tengan que endeudar (con el aval del Estado) para abonar el resto de costes. El déficit no se crea, pues, porque no se cubran los costes reales, sino porque hay un exceso de percepciones reconocidas en la regulación, lo que ha dado lugar a que las tarifas hayan aumentado desde 2004 en más de un 50%, además de haberse generado un déficit adicional de 18.000 millones de euros que los consumidores tendrán que pagar aplazadamente en los próximos 15 años.»
1