(a Álvaro Guijarro)

 

Ardiente ángel radiactivo en el núcleo del átomo y la estrella

tu palabra escrita:  bala de platino, beso a través de la frente

fluye virus, duda y verso en los circuitos de la sangre.

 

Bólido rebelde lanzado por el nervio de los ordenadores

velocidad de escape en viento desolación de aeropuertos

a lo largo de la piel-mugre de las ciudades de occidente.

 

Carrera de risas, cerveza y papeles perdidos entre coches aparcados

tendida en la calle bajo el trapecio vacilante de tus pasos

te trae a pie desnudo los filos del mundo a la mente, tu palabra escrita…

 

Tierno pájaro aterido que sueña en los cables del invierno

te vigilan extraños poderes que esconden el rostro.

 

Paranoica forma y conjetura, pensamiento liado con papel de arroz

merodea, espectro de niño, por la puerta de los bares.

 

Carne aturdida entre periódicos-hojarasca siempre noticias de ayer,

sucio vuelo de aves deshojadas que ocultan el paisaje.

 

Luz  astillada, blanco mar que rompe en las cavernas de la noche,

tu sombra guarda oscuros poemas abisales.

Mercurio-cromo, metal  batiente en el ánima de las espadas puras

reflejo de cualquier jueves extraterrestre a mil años vista

radiante sospecha de cometas, lunas, mundos, Atlántidas…

 

Veloz metáforanimal que se busca la nuca en los espejos infinitos

y el cuello inocente en su propio mordisco.

 

Holograma de luciérnagas en el ámbar de los cerebros,

tu palabra escrita…

alienta el micrófono dormido en el atril de un pequeño escenario,

y en el aire azul broma lunar, versoadicto revelado, caemos

despiertos en la cumbre de tu vuelo.

 

Eco tímido, altavoz-murciélago que huye hacia los camposaltos del alba.

Altísimo erizo despeinado en el viento de puentes y azoteas, tu palabra,

grita clavada en las puertas del cielo.

 

 

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