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Periodismo borreguil

7 Feb

Hoy Pikara Magazine ha recibido una crítica: nos reprochan no haber dicho nada sobre la ablación ayer, Día Internacional contra la Mutilación Genital Femenina. Entendería que nos reprochasen no hablar de algo, pero me ha dado qué pensar que el reproche sea que no hablemos de algo el día que toca hablar de ese algo.

A ver, está claro que es una buena idea que haya un día al año para conmemorar aquellas realidades olvidadas o a aquellos colectivos que siguen discriminados. Me parece necesario que haya un día del Orgullo Gay-Lesbo-Trans y una gilipollez que alguna gente reclame un día del Orgullo Hetero. Lo que sorprende, repito, es que a un medio como Pikara, que dedicó una de sus primeras entrevistas a Adriana Kaplan, antropóloga de referencia en la lucha contra la mutilación genital, se le eche en cara que no dé la talla el «día de». Digo yo que es más criticable que ciertos medios sólo atiendan a ciertas realidades el día señalado internacionalmente para ello.

Lo cierto es que esa presión cala. Por ejemplo, me supo mal que no me diera tiempo a subir el especial «El papel de las mujeres en la reconstrucción de Haití» en enero. Me hubiera gustado incluso publicarlo el día del aniversario del terremoto. Entonces hubiéramos sido uno de tantos medios que hablaron sobre Haití ese día. En cambio, el 1 de febrero probablemente fuimos el único medio que se acordó de Haití.

Por otro lado, estos días me encuentro pensando qué podemos ofrecer el 8 de marzo. Pienso: «Es que una revista feminista se tiene que salir ese día. Tenemos que sorprender. Tenemos que ser una referencia». Pero digo yo: ¿por qué leches una revista que se dedica día a día precisamente a visibilizar a las mujeres, luchar contra el sexismo y dar espacio a debates feministas tiene que echar el resto el 8 de marzo? ¿Acaso vamos a poder hacer algo diferente a lo que ya hacemos todo el año?

Cuando explico la teoría del agenda setting en mis cursos de comunicación, la gente suele tener la idea de que los directores de los medios deciden todo en base a grandes intereses ideológicos. Suelo insistir mucho en que, por desgracia, priman más las inercias. Y la reina de las inercias tal vez sea el empeño en publicar lo que va a publicar la competencia. Una pensaría que un periódico tiene que apostar por diferenciarse, por contar lo que nadie más cuenta. Pero lo cierto es que si la competencia publica una noticia que a ti se te ha escapado, tienes bronca asegurada, por más que acostumbres a publicar temas novedosos que no salgan en ningún otro medio. Esto a mí me parece periodismo borreguil.

Ayer probablemente todos los medios de comunicación dijeron algo sobre la ablación. Sacarían a la política de turno en el homenaje de turno, o dedicarían un minuto a la campaña de la gran ONG de turno. Algunas incluso hablaron con alguna mujer africana que ha sufrido la mutilación genital en sus carnes y ahora se dedica a luchar contra dicha práctica. No me parece mal, pero a mí me gusta haber hablado de ello hace dos meses.

Unai Aranzadi explicó hace poco en su muro de Facebook cómo se gana la vida. Contaba algo así: Primero se va a hacer reportajes a una región en la que se vive un conflicto olvidado (por ejemplo, Chechenia). Después, intenta sin éxito vendérselo a algún medio. Meses después, un atentado suicida en Moscú hace que súbitamente a todo el mundo le interese el conflicto checheno y quiera publicar las crónicas de Aranzadi. Tengo algún periodista freelance más en mente al que le han pasado esas cosas: buenos reportajes han sido absolutamente ignorados, y cuando ha habido un pretexto informativo, les han llamado para pedírselos. E incluso los han premiado. Pero digo yo: ¿hacen falta pretextos informativos para publicar una buena historia, para dar a conocer algo que no se sabe, o que incluso se acalla?

Yo aspiro a dirigir un medio que critica el régimen de Mubarak antes de que la gente se subleve. O que se pregunta cuál es la situación de las mujeres en, por ejemplo, Yemen, sin necesitar pretextos. O que no espere a que asesinen a un periodista en Filipinas para denunciar la violencia que sufren quienes se dedican a dicha profesión en ciertos países. Vaya, llamadme rara, pero aspiro a contar lo que nadie cuenta, antes de que se convierta en noticia, o rescatar los temas que tan fácilmente caen en el olvido. La pena es que no tengo dinero, ni para comprar esas historias ni para vivir de escribirlas. Pero esa es otra historia.

Sabían que les iban a asesinar y siguieron informando

15 Dic


Hoy he asistido a la entrega del Premio Portell a la Libertad de Expresión que concede la Asociación Vasca de Periodistas (AVP). Este año, el premiado ha sido Terry Gould, periodista norteamericano autor de «Matar a un periodista. El peligroso oficio de informar (Los Libros del Lince)». Me he quedado muy impresionada con lo que nos ha contado. Insiste en algo sobre lo que me hizo reflexionar por primera vez Gervasio Sánchez en su charla este verano en Santander: se habla mucho de los corresponsales de guerra, pero a quienes realmente habría que reconocer es a los periodistas locales de las zonas en conflicto.

Terry Gould investiga en su libro la vida de siete periodistas asesinados por informar contra el crimen organizado, la corrupción y la impunidad en los países en los que vivían. Repito: investiga sus vidas, no sus muertes. Lo que le interesa es profundizar en lo que ha llamado la psicología del sacrificio: qué lleva a una persona que sabe que está en riesgo de ser asesinada por su labor periodística, a seguir desempeñándola.

Los siete protagonistas de su libro dijeron unos días antes de ser asesinados cosas como «yo seré la siguiente». Tomaros diez segundos para pensar cuán bestia es saber y expresar que te van a matar dos días antes de que se cumpla tu pronóstico. Pese a ser conscientes de ello, continuaron trabajando hasta el final, hasta que la autoridad de turno ordenó al sicario callarles la boca. El colombiano se llevó tres balazos, según nos contó Gould: uno en el corazón, para que dejara de sentir así; uno en la boca, para que dejara de hablar así, y uno en la cabeza, para que dejara de pensar así. Eso sí, una cosa que me atrae del libro es que no se trata de retratos complacientes: no esquiva las caras oscuras de la personalidad «compleja» (según el propio escritor) de los protagonistas, en los cuáles, detrás de su generosa entrega a contar la verdad se escondía la necesidad de redimirse por errores pasados.

Sólo una de las muertes ha tenido eco mediático: la de Anna Politkovskaya. Decidió incluirla en el libro dado que fue asesinada sólo unos días antes del día en el que se habían citado para hablar del asesinato de otros dos periodistas rusos. Me parece muy importante ese llamado a rescatar la memoria de quienes cuentan lo que pasa en sus propias casas, viendo el sufrimiento de sus vecinos, narrando las muertes de sus allegados. Dado que seguimos rigiéndonos por el esquema «nosotros» y «los otros», a mí me resulta evidente que ese trabajo es mucho más complicado que el que se va a informar sobre el sufrimiento ajeno. Sin embargo, el periodista local rara vez despierta la admiración del corresponsal de guerra.

Gracias a Lucía Martínez Odriozola, presidenta de la AVP (y, como sabéis, co-impulsora de Pikara) por darnos a conocer a Gould.

Anuncios de prostitución

23 Sep

El Congreso ha pedido a los periódicos que eliminen los anuncios de prostitución, con la unanimidad de todos los grupos políticos. También veo consenso entre las periodistas con visión de género. Este sábado tenemos los encuentros estatales. Debatiremos sobre los anuncios de prostitución tras una exposición a cargo de una de las impulsoras de una campaña contra los anuncios. Yo diré que tengo serias dudas. 

Recordaréis que en mi anterior blog colgué un banner contra los anuncios de prostitución. Recordaréis tal vez que mi opinión sobre la prostitución en sí ha ido evolucionando a trompicones, hasta posicionarme sin reservas a favor de los derechos de las mujeres que ejercen la prostitución, en contra de tachar su trabajo de degradante (o de no ser trabajo) y en contra de negar la libertad de las mujeres para decidir cómo ganarse la vida en este Estado racista y patriarcal. El discurso de Hetaira me ha convencido y mucho, así que respecto a los anuncios (que yo sí que consideraba degradantes y que pueden servir de plataforma para las redes de trata) he decidido escucharlas. Reproduzco lo que dijo Cristina Garaizabal, de Hetaira, en las jornadas feministas de Granada. Sigo sin verlo claro pero la verdad es que creo que sus argumentos son lo suficientemente sólidos como para dar un par de vueltas al asunto:

– Teniendo en cuenta que ejercer la prostitución no es un delito ni una actividad ilegal, (…) los anuncios de prostitución, al igual que los anuncios de otro tipo de servicios, no tienen nada de malo. Por el contrario, y según nos consta por nuestra experiencia, son un buen instrumento para la captación de clientela de todas aquellas trabajadoras sexuales que, trabajando libremente y de manera autónoma, no quieren exponerse a hacerlo en lugares públicos. Su prohibición

implicaría obligarlas a lanzarse a la calle a buscar clientela o a refugiarse en los clubes
donde tendrían que someterse a las imposiciones de los empresarios.

– Por otro lado, es cuestionable la eficacia de esta prohibición –más allá del efecto ideológico- dado que hoy la mayoría de las que trabajan autónomamente se anuncian, fundamentalmente, a través de Internet.

– Se argumenta que esta prohibición ayudaría en la lucha contra las mafias de la prostitución forzada. Pero, seamos serias ¿Cuándo se ha visto que una actividad ilegal se publicite? ¿Realmente pensamos que la mayoría de las que se anuncian son víctimas de Trata? Nuestra experiencia nos dice que no es así. La Trata es un grave delito que al estar penalizado se mueve en la ilegalidad y la semi-clandestinidad. Si estuviera realmente tan publicitado no habría muchos problemas para acabar con ella. Al no ser así la prohibición de los anuncios no sirve para nada en la lucha contra la Trata. Esta lucha se debe llevar por otros caminos.

– No se puede responsabilizar a los medios de comunicación del control de lo que existe detrás de lo que se anuncia. Si así fuera, hagámoslo extensible a todos los anuncios y especialmente a aquellos de marcas de tejanos o zapatillas que han sido denunciados por fabricar sus productos en el sudeste asiático con niños obligados realmente a trabajar en régimen de esclavitud. Esas denuncias están comprobadas.

– La de que en los anuncios de prostitución la mayoría son forzadas no deja de ser una especulación ya que no existen datos que lo demuestren. La prohibición de los anuncios es una medida contra la prostitución en general y un atentado al derecho de las trabajadoras de publicitar sus servicios.

Estamos de luto

19 Ago


Publico aquí también el post que he subido al blog de Kazetarion Berdinsarea. No puedo dejar de recordar a Luis también en este espacio. Os animo además a que leáis Urbanas en Red, el medio del que era editor. Es la mejor forma de recordarle.

Ha fallecido un compañero muy querido de la Red Internacional de Periodistas con Visión de Género, Luis María Otero, miembro de la red argentina PAR. Quienes le conocimos nos contagiamos de su arrolladora energía. Era el único hombre comprometido con la Red Internacional: un trabajador incansable que se volcó a fondo, entre otras tareas, en la redacción de los comunicados urgentes ante la vulneración grave de los derechos de las mujeres periodistas.

 

Era tal su entrega y pasión por la comunicación no sexista que se le perdonaba el masculino defecto de tender a intervenir en exceso. Se le aceptaba porque, a diferencia de otros hombres que entran en el ámbito del género como elefantes en una cacharrería, el lleva años de trayectoria en la que ha demostrado su inagotable afán por aprender de las compañeras feministas desde el respeto y el cariño. Frente a otros hombres, él nunca se sintió excluido porque hablásemos en femenino, nos declarásemos feministas o hablásemos de los derechos de las mujeres. Él creía en la necesidad de los hombres de sumarse al feminismo, sin dejar de priorizar por ello la agenda de de los derechos de las mujeres.

 

Maite y yo pasamos momentos muy bonitos con él en Bogotá. Nos preguntaba con encendido interés sobre la política vasca y nos hablaba con igual entusiasmo sobra la política argentina. Como coordinadores internacionales, pasamos largas horas codo con codo redactando informes mientras la mayoría de asistentes se iban a bailar. También hubo tiempo para brindar con ron y echar algún bailecito. Ya de vuelta, mostró su generosidad incondicional al ofrecerse a apoyarnos en nuestros nuevos proyectos a partir de su experiencia como editor de Urbanas en Red.

 

Nos cuesta muchísimo imaginarnos los próximos encuentros de la Red Internacional en 2011 en Casablanca sin ver su figura imponente, siempre con su chaleco azul y las deportivas, a menudo con la infusión de mate en la mano. Faltará su vozarrón en los debates, sus risotadas en los descansos, su expresión bonachona. Estés donde estés, te queremos mucho, Luis, y no te olvidaremos. Un abrazo muy fuerte de parte de todas a su compañera sentimental Silvina Molina, y al resto de las compañeras de la Red PAR.

Dignidad

2 Ago

Encuentro en el blog de Alberto Arce dos fotos con ciertos elementos comunes: ambas son retratos de mujeres que viven en un país en conflicto. Sin embargo, muestran dos formas opuestas de acercarse a la realidad de las mujeres en contextos de ocupación militar. La primera ha dado la vuelta al mundo y viene a cerrar un círculo. La mujer recluída en un burka fue una de las imágenes que sirvió para justificar la invasión estadounidense en Afganistán. Nueve años después, se muestra a una mujer sin nariz, torturada por los hombres de su familia, para ilustrar cómo sería dicho país si las tropas yanquis se fueran. Una lógica enrevesada, porque para Arce, para mí y para cualquier persona con sentido común, esa mujer sin nariz no habla de un hipotético futuro, sino de la actualidad: es decir, nueve años de ocupación estadounidense no han sido suficientes para combatir la violencia machista extrema que muestra la foto. No lo han sido nueve ni lo serán noventa. En cambio, se sigue utilizando la victimización de las mujeres para domesticar a la opinion pública.

 

Esta tendencia es el pan de cada día. En España es la derecha católica la que emprende la cruzada contra el hiyab y el inexistente burka, erigiéndose en defensora a ultranza de la dignidad femenina. El PSOE en el Gobierno se jacta de luchar contra las mafias que explotan a las mujeres inmigrantes para fines sexuales. Lo hace, entre otros sistemas, endureciendo el control migratorio; control sin el que buena parte de las mujeres no hubieran necesitado recurrir a una red para migrar y por el que otras tantas terminan con orden de expulsión. No son los únicos ejemplos. En todos los casos, las mujeres son reducidas a seres indefensos a los que hay que salvar. Ni hablar de reconocer sus derechos. Si se salvan por ellas mismas se acabó el rédito electoral. Es mejor que sigan siendo «las otras», esas a las que podemos ningunear, demonizar o victimizar según convenga.

 

Frente a esa foto grotesca de una mujer sin nariz como símbolo de la brutalidad de Oriente, que sólo Occidente puede combatir (en concreto, sus ejércitos; conocidos a lo largo de la historia por su buen trato hacia las mujeres) Arce mostraba en otro post la que os traigo aquí: El árbol de la dignidad de Dani Lagarto. Alucina: es mujer, palestina, anciana, lleva velo. O sea, el colmo de la indefensión. En cambio, no transmite vulnerabilidad sino fortaleza. ¿Cómo es posible? ¿Si el hiyab y el islamismo en general pisotean la dignidad femenina, cómo puede esa mujer emanar tanta fuerza?

 

Cito a Arce: «(La foto) habla de la tierra, la resistencia y la visión de género. Aquí Palestina se convierte en “matria”. Sin duda alguna. Seguro. Las mujeres crean, cultivan, recolectan. Esos brazos levantados al aire no soportan el cadáver de ningún niño, la muerte siempre la pone el hombre. La mujer no crea sino pimientos. Da vida. Comida. Futuro. Esperanza necesaria para el ghetto. (…) Quienes siguen pensando en los cohetes y los tiros no tienen media bofetada ante esta abuela y sus pimientos».

 

Pikara

23 Jul

Ya es un secreto a voces: en noviembre un grupo de periodistas feministas lanzaremos una revista digital que esperamos que no deje a nadie indiferente. Os contamos entre las lectoras y lectores, por supuesto. Se llamará piKara y supone una apuesta por un periodismo feminista, joven, fresco, con humor, transgresor, provocador, incómodo, comprometido, rebelde, transformador.

 

No os voy a contar mucho por ahora. Sólo que la revista tratará temas sociales y culturales (emociones, salud, migraciones, ecología, arte, movimientos sociales), siempre con perspectiva de género pero no entendida como «temas de mujeres para mujeres» sino rompiendo precisamente con los mandatos sexistas. Queremos trascender la mera denuncia para visibilizar resistencias y alternativas, dando mucha voz a quienes no tienen cabida en los medios generalistas, a quienes viven, luchan, disfrutan, comunican y crean desde los márgenes. Queremos provocaros emociones varias: la indignación cuando hace falta, pero también la risa, la ternura, la sorpresa, la excitación, la confusión.

 

Y para ello contamos con un equipo de gente estupenda que os iremos dando a conocer poco a poco (aunque a muchas ya las conocéis de la blogosfera) Por lo pronto, dos colaboradoras ya han salido del armario:

 

Entrenomadas en su Facebook: «Cuando la periodista June Fernández me dijo que quería contar conmigo para la revista que está montando, me alegré muchísimo. Ahora que ya sé quiénes participan en ella aún me alegra más. Se trata de un proyecto innovador, atrevido y diferente. Se llamará PIKARA, saldrá dentro de poco y romperá moldes. Abstenerse tiquismiquis, bienvenid@s el resto»


Placida en su blog: «June Fernandez es una joven periodista, compañera de militancia, que vale un huevo y a la que tengo mucho cariño. June sigue reinventándose a sí misma, y ahora trabaja en la creación de una nueva revista digital, joven y feminista. Le he prometido colaborar».

 

Así que dejo que os vaya picando el gusanillo. Pronto tendremos web en la que colgar novedades. Os invito a que escribáis al e-mail revistapikara(a)gmail.com para que os mantengamos informad@s, nos contéis qué os gustaría leer en piKara e incluso propongáis colaborar en la revista. Hemos creado una página en Facebook que os animamos a seguir.

La imagen la publicó Entrenómadas en Facebook cuando habló de la revista y me parece ideal. ¡Fuera corsés!

De la primera plana a un rincón de la memoria

16 Jul

Es el título de las jornadas sobre conflictos olvidados que dirige mi amiga (lo digo con orgullo) Lucía Martínez Odriozola en la Universidad Menéndez Pelayo, en Santander, y que se celebrarán la próxima semana. Participarán periodistas de prestigio como Rosa María Calaf, Enrique Meneses, Ramón Lobo y Gervasio Sánchez. Yo iré a ver a este último, al que admiro tanto por su trabajo fotoperiodístico como por su valiente crítica a la exportación por parte de España de armas a países en conflicto. ¿Nos veremos ahí? 

Uno de los dramas que han pasado de primera plana a un rincón de la memoria en menos de seis meses es el terremoto que asoló Haití. Por suerte, tenemos a periodistas como Carlos Sardiña, que nos cuenta en Periodismo Humano qué ha pasado con todas esas promesas de ayuda. No trae buenas noticias: los países que prometieron donaciones en la reunión celebrada en Nueva York tras la catástrofe natural sólo han desembolsado un 2% de lo comprometido. Brasil ha sido el único país en abonar todo lo prometido. Entre otras cosas, Carlos nos habla de la cuestionable labor de muchas ONG, más preocupadas por la captación de fondos y el marketing que por atender las necesidades de la población.

Pues este (el de Sardiña, el de los participantes en el congreso de Santander, el de la propia Martínez Odriozola) es el periodismo que me interesa y por el que sigo creyendo en esta profesión: el periodismo que remueve conciencias y despierta memorias; el que aparca las prisas de lo que el poder marca como de actualidad y se centra en analizar los conflictos y sacar a la luz las historias de vida que encuentra en ellos.

Estados de ánimo

26 May

Está mal que una periodista diga esto, pero los medios de comunicación generalistas cada vez me provocan más sensaciones encontradas de aburrimiento, indignación y perplejidad, sazonadas con carcajadas e improperios. Sobre todo, me cabrea que, con esto de perseguir la neutralidad y la objetividad, se olvide que el objetivo -y me atrevo a decir que incluso el deber- de el o la periodista es que la gente entienda lo que está pasando. Es alucinante ver la cantidad de noticias que no explican absolutamente nada. 

Ejemplo nº1: la violencia de género. Nos encontramos con unas noticias tipo absolutamente predecibles que no nos aportan nada más que quedarnos con la idea de «una muerta más, otra muerta más…» O sea, el famoso efecto narcotizante. Cada dos por tres lo mismo. Cero esfuerzo de explicar por qué ocurre que cada año entre 50 y 80 mujeres son asesinadas por sus compañeros o ex compañeros. Como mucho, se pone la coletilla «violencia de género» y ya hemos cumplido, pero no se dan datos o reflexiones (de la mano de fuentes expertas) que expliquen por qué la violencia de género es un fenómeno distinto a otras formas de violencia doméstica.

En los medios generalistas rara vez se profundiza en nuevas claves de análisis. Por ejemplo, ¿en qué porcentaje de los asesinatos el agresor ha utilizado un arma de fuego? ¿Qué porcentaje de las armas de fuego está en manos de hombres? ¿Cabría reflexionar sobre el uso de las armas? ¿Convendría preguntarse si hay relación entre tener un empleo o un hobby relacionado con la violencia y el uso de la misma para gestionar conflictos?

Ejemplo nº2: La trata de mujeres. Una vez más, la noticia siempre es la misma: desarticulada una mafia aterradora que explotaba a mujeres sometiéndolas con ritos de vudú. Lo terrible es que en pocas noticias se nos cuenta lo verdaderamente importante: qué ha pasado con las víctimas. Y, peor aún, a veces se cuenta sin reparos: «fueron detenidas por estar en situación irregular». ¡Y el periodista o la periodista se queda tan ancho! ¿No debería de llevar esa noticia a un reportaje de denuncia de que la policía está deteniendo a mujeres víctimas de trata en vez de protegerlas, anteponiendo su condición de inmigrantes sin papales al de víctimas de explotación sexual? He escrito el siguiente artículo denunciando eso.

Ejemplo nº3: La crisis. Me alucina que el periodismo generalista haya adoptado el mismo lenguaje vacío e hipócrita de quienes cortan el bacalao. ¿Pero qué demontres es eso del «estado de ánimo de los inversores»? ¿Quiénes son esos inversores que determinan la situación económica -y, por ende, el sufrimiento, la miseria, la precariedad- del grueso de la población de todo el mundo? No me extraña que a la gente le sea más útil culpar de la crisis a colectivos más cercanos, tangibles y discriminables, como los inmigrantes. Frente a ese estilo vacuo, de vez en cuando ves algún reportaje majo que te ayuda a entender las cosas. Os recomiendo el reportaje «Paraísos fiscales» de Documentos TV. Veo que está en Youtube. Es útil porque ayuda a poner cara (y la tienen muy dura) a esa masa indefinida de «inversores».

No sabía qué foto poner y he encontrado a Mafalda.

Por qué me resisto a hablar sobre el velo

15 May

Me dice Yassin que hable sobre el velo y sus deseos son órdenes. Es broma, pero sí que me ha picado porque si escribo sobre ello conoceré su opinión. Y me interesa. 

Me resisto a hablar sobre el velo para no alimentar esta fiebre estúpida e injusta. Desde hace cosa de un mes, todos los días se publica al menos un texto ligado al velo en la mayoría de periódicos. Todo el mundo tiene algo que decir sobre el hecho de que un porcentaje mínimo de las mujeres que residen en España decidan (con mayor o menor margen de libertad; con mayor o menor grado de presión) cubrirse la cabeza con el hiyab. Algunas lo hacen por obediencia a Alá, otras por reafirmar su identidad en una Europa cada vez más islamófoba, otras por tradición acrítica, otras por estética, otras por obediencia a su familia o a su marido, otras por llevar la contraria…

Probablemente haya un motivo por cada mujer. Pero eso no interesa mucho en la prensa. En la prensa las mujeres se dividen entre las que se lo ponen voluntariamente y las que lo hacen obligadas. A las primeras les explicamos que están equivocadas y que están siendo cómplices del machismo. Les exigimos que se integren. De las segundas nos compadecemos y llamamos a salvarlas del infierno misógino del Islam. Luego se aprueba una Ley de Extranjería injusta e inhumana, y la gente no protesta, porque la cara que ponen a la inmigración es esa que muestran los medios: un musulmán potencialmente terrorista que somete a sus mujeres y puede que llegue a violar a las nuestras. Y para colmo cobra la renta básica, esa que pagamos los contribuyentes.

Este tema me daría para escribir muchas páginas así que me voy a limitar a recordar que es tremendamente útil dirigir la mirada de la opinión pública a los otros y las otras. A la propia opinión pública le complace analizar la miseria ajena para olvidarse de la propia. Rescato las palabras de Fatema Mernissi explicando que si en Oriente se controla a las mujeres a través del espacio (velándolas en público), en Occidente se nos controla a través del tiempo: imponiéndonos el ideal de belleza de la eterna juventud. No conviene comparar directamente pero sí entender que el hiyab no es más que una manifestación más de la desigualdad universal ente mujeres y hombres. Mientras nos obsesionamos con un síntoma, nos olvidamos de la enfermedad.

No me convence del todo recurrir a lo de que las monjas usan velo y nadie les dice nada. No es válido porque no se está comparando a iguales. Dice Mernissi que el harén de las mujeres occidentales es la talla 38. Efectivamente, me parece más útil comparar el revuelo que levanta el que una mujer se cubra la cabeza con la normalidad con la que percibimos el uso del cuerpo femenino como reclamo social, afectivo, comercial, etc. Y no el cuerpo femenino real, sino el adelgazado a base de la dieta de la alcachofa, liposuccionado en unas zonas, recauchutado en otras, y embutido en una talla imposible. Es insultante ver al Gran Wymoning en traje con la copresentadora rubia con un minivestido y taconazos. A la gente progre que se lamenta por las árabes no les inquieta que una chica de 15 años sienta que exhibir su cuerpo es clave para ser reconocida. Daros una vuelta por los bares de adolescentes y nunca veréis tanto minishort junto. ¿Lo eligen o les obliga la sociedad? Pues las cosas no son blancas o negras.

Por eso, más que el argumento de las monjas, me convenció un articulista de Berria, cuando lanzó la cuestión de que en muchos colegios concertados se impone un uniforme que para los chicos es de pantalón (pudiendo ser largo) y para las chicas una falda por encima de la rodilla y calcetines que dejan al descubierto sus muslos púberes llueva o nieve. A esas chicas sí que se les impone una prenda de forma discriminatoria. Y nadie alza la voz contra ello. (Bueno, en el cole de mi primo realizaron una acción de protesta vistiendo los chicos falda y las chicas pantalones).

Eso es lo que quiero decir sobre el velo.