Cirujanos que amasan pizza… y licenciadas que se abren paso en un nuevo mundo de hombres)
6 May
Fuente: Havana Times
Yusdel dejó su trabajo como cirujano en un hospital de la Habana para irse a Matanzas a regentar una cafetería por cuenta propia junto con otro socio. Su cometido es hacer pizzas. Tomó la decisión con ánimo de cambiar de aires tras una ruptura sentimental, pero también influyó la certeza de que amasando ganaría más dinero que operando. Su amigo Yoendry también acaba de renunciar a su puesto de economista para emprender su propia cafetería con sus hermanas en un barrio periférico de la capital cubana.
Durante 2011 ha habido un bum de nuevos negocios por cuenta propia, aprovechando las facilidades brindadas por el Gobierno de Raúl Castro. Así es que en las ciudades, prácticamente en todos los barrios, hay lo menos dos cafeterías por cuadra. La mayoría son mostradores instalados en viviendas a pie de calle, con un letrero rudimentario en el que anuncian la oferta, que normalmente incluye café, jugo o refresco y comida rápida. Los precios son en moneda nacional, baratísimos. Recordemos que un dólar equivale a 24 pesos cubanos. Pues el café vale un peso, el jugo natural (guayaba, tamarindo, mango, mamey…) tres pesos, las pizzas individuales a partir de 1′ pesos, los bocaditos unos 5 pesos… Algunos establecimientos venden cajitas de comida, que cuestan alrededor de 20 pesos (o sea, menos de un euro) y que contienen el tradicional plato cubano: arroz congrí (con frijoles), un trozo de carne (normalmente de puerco), viandas (boniato, plátano, malanga, papas o yuca; fritos o cocidos) y a veces algo de ensalada.
La gente se ha lanzado con ilusión al emprendizaje, pero no es fácil. En el caso de las cafeterías, si el hogar no reúne las condiciones, hay que alquilar una lonja por unos 100 pesos al día (es decir, 3.000 al mes; 125 dólares). A eso hay que sumar el pago por la licencia de cuentapropista y por la seguridad social. Y otro gran problema es cómo conseguir materia prima. Por ahora no existe venta al por mayor, salvo alguna nueva gran superficie, cuyos precios son iguales que los de los pequeños mercados. Os he contado la procesión diaria que realiza la gente para llenar la nevera; pues se convierte en odisea cuando una no necesita un queso, sino veinte. Además, no todo el mundo puede conseguir un coche para transportar la mercancía. Recordemos que, en este sistema loco de la doble moneda, los cuentapropistas se ven obligados a comprar buena parte de los alimentos en divisas (la harina, por ejemplo), para elaborar productos que venden en moneda nacional a precios asequibles para el bolsillo del cubano medio. Por todo ello, muchos negocios han quebrado en menos de medio año y otros se encuentran reduciendo personal.
¿Y qué hay de las mujeres en este nuevo contexto laboral? Mientras que en Cuba más del 60% de la fuerza laboral técnica media o superior está constituida por mujeres (dato que se presenta como un triunfo de la Revolución), el predominio de hombres al frente de los negocios por cuenta propia es aplastante. La bloguera Sandra Álvarez lo atribuye a que la mayor parte de los negocios son familiares y arrancan gracias a las remesas que mandan parientes en el extranjero. «Debido a la cultura patriarcal, la inercia es que sea el varón quien lidere la nueva empresa», me cuenta. Otro problema es que muchos de los oficios por cuenta propia están asignados a lo masculino: por ejemplo, los nuevos negocios en los que se reparan celulares y computadoras.
Reproduzco un fragmento del reportaje que publicó Sara Más en la revista Mujeres sobre el acceso de la población femenina al cuentapropismo:
Desde octubre de 2010 y hasta el cierre de junio de este año, de un total de 325 947 autorizaciones concedidas hasta entonces para el ejercicio del trabajo por cuenta propia y controladas por las direcciones de trabajo, 27 % correspondía a mujeres, en su mayoría amas de casa, jubiladas y en menor número trabajadoras estatales y estudiantes, de acuerdo con datos facilitados a la revista Mujeres. Nacionalmente, ellas tienen mayor presencia en oficios tradicionalmente ejercidos por mujeres, como la elaboración y venta de alimentos y bebidas no alcohólicas al detalle, en su domicilio o de forma ambulatoria (14 699), como manicuras (4 616), en la producción y venta de artículos de uso variado en el hogar (4 344) o en la peluquería (3 613). Asimismo, destacan entre los trabajadores contratados, variante en la que sumaban hasta junio 14 661 mujeres.
Ante esa situación, la Federación de Mujeres Cubanas (FMC) ha iniciado un proyecto de empoderamiento que incluye la capacitación de mujeres en oficios supuestamente masculinos, como el de relojero. Otro nicho importante de trabajo autónomo es el de los taxis, pero ocurre que en Cuba hay muy pocas mujeres con licencia de conducción, entre otras cosas porque los hombres suelen aprender a manejar durante el servicio militar.
Cuenta Sandra Álvarez que el alquiler de habitaciones en casas particulares es uno de los pocos sectores feminizados. Debido al paternalismo sexista, se mantiene la tradición de que sean las hijas quienes heredan la casa familiar. «Se piensa que los varones son los que tienen que salir a buscarse la vida». Así es que ellas dan el paso de alquilar algún cuarto y se encargan de todo lo que implica: hacer desayunos, limpiar, mantener la casa provista de comodidades… Por lo que he observado, los hombres de la casa asumen tareas «viriles», como el mantenimiento del hogar (las chapuzas, vaya) o salir a la caza de turistas a los que ofrecer la habitación.
Cabe destacar por último que en los últimos años está resucitando el trabajo doméstico, erradicado tras el triunfo de la Revolución, por considerarse una forma de explotación de las mujeres trabajadoras por parte de la burguesía. Os recomiendo el reportaje de Dalia Acosta ‘El regreso de las domésticas’, en el que explica que el servicio doméstico es una mejor salarial que muchos otros empleos (a diferencia de lo que ocurre en la mayoría de países), pero adolece de falta de garantías laborales y de seguridad social. Por ahora, no está reconocido como un trabajo por cuenta propia.
En todo caso, siempre hay personas que desafían los roles tradicionales. Jason, exbailarín, está haciendo sus primeros pinitos como peluquero autodidacta. Bárbara, de 21 años, regenta una carreta de viandas en Habana Vieja exhibiendo su pluma butch. Su empleado, Manuel, ha dimitido, harto de su liderazgo autoritario (es cierto que la chica es insoportable, pero me pregunto si él hubiera aguantado tan poco si su jefe hubiera sido varón). Carmen trabaja como vigilante, después de haber dejado un empleo de trabajadora social que le gustaba pero que no le reportaba divisas. Ante la amenaza de despidos masivos en la empresa estatal de seguridad, tantea diferentes negocios innovadores por cuenta propia: montar una cafetería gay-friendly en casa; vender especias, hierbas medicinales y frutas exóticas en una carreta, o hacer algodón de azúcar para venderlo en espacios recreaivos.
Por ahora la mayor parte de los negocios son clónicos. Será interesante cómo va evolucionando el sector, cuántas iniciativas salen adelante, si van buscando formas de diferenciarse y de publicitarse… en una sociedad en la que la cultura empresarial estaba proscrita hasta hace dos días.
No es muy verosímil que una sociedad pueda prosperar a base de negocios en el sector servicios nada más. Supongo que en Cuba el turismo es lo que salva a la hostelería en general, la doble moneda, la entrada de capital por parte de exiliados (recordemos, por motivos políticos); tampoco quiero imaginar de dónde sacará el dinero el estado para pagar la nómina hospitalaria.
El sexismo en la sociedad, en los tiempos que vivimos, es una lacra, aparte de una injusticia (qué más dará un relojero que una relojera; una cirujana o un cirujano, si lo que importa es que los relojes funcionen. Y obviando el derecho de igualdad de oportunidades, el beneficio económico común debería bastar para dinamitar semejante lastre nacional), pero si además es utilizado para salvaguardar las apariencias políticas de los que gobiernan, es repugnante.
Lo que Cuba necesita es una revolución en toda regla.
Un saludo
Chuff!!
Realmente muchas persona se han volcado al cuentapropismo, algo que veo bien para activar nuestra economía, pero aunque coincido contigo June en lo que respecta a la poca oferta que hay para conseguir la materia prima, no siempre es así y muchas veces los cuentapropistas consiguen la materia prima a bajo precio y te cobran el producto 5 veces por encima, por no hablar de los que compran las cosas, que se ofertan en moneda nacional, en tiendas del estado, acaparan los productos y cuando estos escasean los venden al triple de su valor.ç
Ah! y en cuanto a lo de los «despidos masivos» que mencionas, no es así como lo dices (que suena muy feo). Esas personas que fueron «despedidas» (6 meses después del despido aún se le sigue pagando el 80% de su salario y en ocasiones no son despedidas si no que se les mueve a otra plaza donde si hay trabajo), en fin, fueron despedidas porque simplemente no trabajaban, no sé si oíste la expresión cuando estuviste aquí, pero en Cuba solemos decir «¡Cuba es el país para vivir sin trabajar!» la frase viene por la cantidad de gente que tenía «trabajo» sin contenido laboral y ese sueldo caía sobre las espaldas del estado, sobre los que si trabajamos.