Cuerpos de feministas cubanas. Marilyn Solaya

Marilyn Solaya, realizadora

«Hay gente que no me perdona haber sido bella»

Marilyn Solaya fue una de la actrices de ‘Fresa y chocolate’, la película que se cita siempre como punto de inflexión en el que se inició el largo camino hacia la normalización de la diversidad sexual en Cuba. Aunque se hiciera conocida como actriz, se formó en dirección, y ha orientado su carrera hacia la realización de documentales que siempre integran la perspectiva de género y el interés por la sexualidad. En ‘Mírame, mi amor’ denuncia el exhibicionismo masculino, tan habitual en los cines, parques y paseos de La Habana. Ahora se encuentra presentando ‘En el cuerpo equivocado’ en diversos festivales (se proyectó en la última edición de Zinegoak) una cinta que se acerca a la vida de Mavi, la primera transexual operada en Cuba, para reflexionar sobre cómo influyen los estereotipos sexistas en la construcción de la identidad de las personas trans.

La visito en su piso, cercano a Coppelia (la mítica heladería en la que los protagonistas de la película antes citada piden helados de fresa y de chocolate), donde vive con su hija y su hijo. La pared del salón está llena de fotos, entre ellas varias tomadas durante los rodajes de las películas en las que participó como actriz. Destaca una jovencísima Marilyn, cubriendo su cuerpo desnudo con la sábana, preparándose para la escena de cama con la que empieza ‘Fresa y chocolate’. En otra, camina con boina francesa y aire melancólico por las calles de Buenos Aires, junto con el director argentino Eliseo Subiela. Trabajó con él en la película ‘Despabílate, amor’.

Marilyn interpretaba a Vivian, la novia de David, el joven comunista que traba amistad con un homosexual anticastrista

Le cuento que una de mis mecenas me ha pedido que pregunte a feministas cubanas cómo es su relación con su cuerpo. «Yo de joven estaba gordita, y no tenía complejos. Pero cuando vi que para trabajar en el medio audiovisual había que estar delgada, me convertí en eso». Señala las fotos. «Y esa no era yo».

Le comento mi percepción de que la presión por estar delgada es menor en Cuba que en Europa, pero me replica que sí que «se ha impuesto un canon absurdo de cuerpos jóvenes, sin celulitis, que no son voluptuosos». Ella en cambio se declara a gusto con su cuerpo de mujer de 40 años. «Ahora que ya no estoy delgada, mi problema no es mi peso, sino cómo la gente me ve».

El físico sigue siendo un factor para juzgar a las mujeres que destacan en mundos masculinos, tanto en España como en Cuba. Y ya seas guapa, fea, gorda o flaca, siempre habrá algo que comentar. «Hay gente que no perdona que yo fuera bella y que me haya descuidado. Y también hay gente que no me perdona que habiendo sido bella haya logrado hacer tantas cosas, por aquello de que las guapas son tontas», sentencia.

Be Sociable, Share!

•