En defensa de Sexo en Nueva York

13 Abr

Imagen de previsualización de YouTubeEmpecé a ver Sexo en Nueva York con 16 años. Lo echaban muy tarde, sobre la una de la madrugada, en Antena 3, y yo me lo ponía bajito bajito para no despertar a mi madre y que me preguntara qué estaba viendo a esas horas. Desde entonces, la he visto entera como tres o cuatro veces. La última vez, hace unos tres años. Hace poco le dije a una amiga feminista que si la viera hoy, seguro que me llevaría las manos a la cabeza. Hoy me la he encontrado en Divinity (ese canal para «chicas» de la TDT) y al ver dos capítulos me he sentido como si hubiera traicionado a mi mejor amiga.

Con Sexo en Nueva York aprendí estas cosas:

– Las maravillas del dildo vibrador Rabbit y el peligro de volverse adicta a él (aunque tardé como cuatro años en comprarme mi primer juguete erótico). Vídeo de arriba.

– Que tenemos que conocer y querer a nuestra vagina, para que no se deprima, como le pasó a la de Charlotte. Mi madre era más o menos progre, pero no de las que te dan el espejito cuando cumples los 12 años. Así que eché el primer vistazo siguiendo el ejemplo de Charlotte. Vídeo de abajo.

– Qué son los drag king y por qué son sexys, más si el drag en cuestión es normalmente la chica más femenina del mundo.  Años después conocí a Medeak, a M en Conflicto y demás gente que se dedica a performar las construcciones de género. Creo que este junio nacerá por fin mi drag.

– Que a la mayoría de los hombres les gusta que les penetremos, pero que eso es algo que no hay que verbalizar bajo ningún concepto. Pena no haber encontrado esta escena en Youtube, porque es de mis preferidas. Un ligue anima a Miranda a aficionarse a decir guarradas en la cama. Ella le coge el gusto y le suelta: «Pero lo que más te gusta es un buen dedo en el culo». Él la deja. Las amigas le dicen: «Nena, a todos les encanta, pero eso es algo que nunca hay que decir».

La serie, a finales de los años noventa, rompía con un montón de tabúes: las protagonistas hablan sin tapujos de cunnilingus, depilación púbica, lluvia dorada, beso negro, tienen aventuras lésbicas… Fueron probablemente el primer referente de mujeres que priorizan su propio placer al mandato de satisfacer a los hombres; nada que ver con lo que aprendíamos en la Super Pop.

Pero la contribución más importantes de Sexo en Nueva York a mi vida fue convertirse en un gran pretexto para hablar mucho de sexo con mis amigas. Empezábamos a comentar alguna escena con timidez, y terminábamos compartiendo nuestras dudas, preocupaciones, complejos, fantasías…  Sólo por eso, creo que habría que recertárselo a toda adolescente. Vale, el elitismo, el glamour, la cultura del lujo y del derroche en la que se recrea, y cierto objetivo final de encontrar al príncipe azul, casarse y comer perdices, no molan. Pero siempre he sido más partidaria de rescatar lo aprovechable que ofrecen las series atractivas que vetarlas. Y lo mismo con iconos del pop como Madonna o Lady Gaga.

¿Y vosotras? ¿Habéis tenido algún referente como Sexo en Nueva York? ¿Qué serie, película, revista o libro os animó a explorar vuestra sexualidad y hablar de ella?

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13 Respuestas para “En defensa de Sexo en Nueva York”

  1. El jukebox 13 abril, 2011 en 15:23 #

    Las series de mis tiempos eran más bien potentes inhibidores sexuales, tipo ‘La casa de la pradera’ y así. En cuando a la educación emocional, me marcó mucho ‘Starsky & Hutch’, una serie en la que un policía moreno y otro rubio se enamoraban perdidamente y de forma alterna de unas bellísimas chicas con las que vivían unos apasionadísimos idilios que acababan abruptamente al final de cada episodio, cuando ella moría en un tiroteo o simplemente, se piraba de la ciudad porque otras misiones reclamaban su concurso.
    Nunca llegué a entender la mecánica de la serie, pero el caso es que en el siguiente episodio el enamorado abandonado aparecía tan feliz, sin que la chica en cuestión hubiera dejado el menor rastro en su vida y, de hecho, como si jamás hubiera existido. Es más; iba por el mundo presto a encontrar a la siguiente mujer de su vida. Era algo que no terminaba de entender, cómo podían sobreponerse con tanta rapidez.
    Bueno, pues hete aquí que curiosamente, hace unos meses, leyendo una novela de Dennis Lehane -creo que era ‘Abrázame, oscuridad’-, el protagonista recordaba que de niño sufría idéntica perplejidad por este mismo asunto en Starsky & Hutch. Me sentí mejor al comprobar que no estaba solo en el mundo.

    Y ya está.

    • Mari Kazetari 14 abril, 2011 en 9:01 #

      Nunca he visto Starsky & Hutch (por una cuestión de edad), pero me ha gustado mucho leer tu comentario, jeje. Entiendo tu perplejidad, y después la alegría de encontrar a alquien que la compartía.

  2. GranadianWeirdo 13 abril, 2011 en 16:07 #

    Pues a mí este modelo de mujer sexyempoderada me parece de lo más peligroso… No le quito valor a que extraigas esas enseñanzas en el terreno sexual, pero en mi opinión Sex And The City tiene más negativo que enseñar que positivo. No dejan de ser el modelo de feminidad tradicional de la princesita despojada de cualquier atisbo de madurez llevado hasta límites absurdos.

    Aunque claro, yo soy un hombre y nunca la he visto, me lo contó un amigo, que diga una amiga : )

    • Mari Kazetari 14 abril, 2011 en 9:05 #

      Yo no digo que sea lo ideal ni mucho menos, pero la alternativa es El Barco (que juro que nunca he visto, así que lo mismo es ejemplar respecto a representación de la feminidad, pero lo dudo) o Física o Química. Así que me parece más realista aprovechar lo bueno de las series atractivas que tirarlas por tierra y pretender que las jóvenes sólo vean documentales sobre las bondades de la menstruación.

      Y bueno, yo tampoco veo tan mal la serie: Miranda rompe roles con ser ambiciosa, no tener instinto maternal, tener miedo al compromiso… Samantha sería la típica mujer que imita las formas masculinas de ambición y promiscuidad, pero vaya, tampoco es feminidad tradicional. Y Charlotte, que es la super ñoña, luego da sorpresas cada dos por tres. La peor es Carry, pero en casi todas las series la peor es la prota.

      A mí me gustan más las mujeres de Anatomía de Grey, pero al estar centrado en tramas médicas, no da tanto pie a hablar de sexo.

  3. jabokatu 13 abril, 2011 en 19:03 #

    Preguntas a vosotras, si gusta .. pues que opinen.
    Yo defiendo el Sexo en Nueva York y en el mundo entero. Ademas si desde NY (donde no he estado ni he visto el sexo propio) lo expanden y colonizan de amor y erotismo el planeta mejor que mejor.
    Por otra parte, el elitismo es bueno, el glamour también, la cultura del lujo de valores por supuesto, y del derroche de generosidad y cariño no es pagable con contraprestación alguna. Hay términos que entendemos negativos pero pueden ser muy positivos(lujo, elitismo, derroche,..).
    Lo que choca es que digas que «cierto objetivo final de encontrar al príncipe azul, casarse y comer perdices, no molan». Si es lo que estas deseando… pero no puedes decirlo a las amigas ni confesarlo hasta encontrar tu «rey», atraparlo, arrejuntarte y comer perdices con su escopeta, juntos en el sofa al lado del fuego bajo.

    • Mari Kazetari 14 abril, 2011 en 9:07 #

      Una afirmación muy osada por tu parte, Jabokatu. No mola que a las mujeres nos eduquen desde pequeñas para que esa sea nuestra meta; que con ocho años ya estemos imaginando el vestido de novia y haciendo listas de invitados, y pensando los nombres de nuestros hijos. Lo que yo quiera o no quiera, no es asunto vuestro.

      • jabokatu 14 abril, 2011 en 13:53 #

        No es mi asunto, pero uno es osado, y hasta tira la piedra sin esconder la mano. En el fondo no pretendía hacer la pregunta sobre metas personales, sino plantear una generalización sobre el deseo de tener pareja, arrejuntarte y comer perdices.Es más, uno que sin pareja recibe consejos y presiones para ello lo dice con broma, sorna y realidad. En mi caso digo que es como que te toque la loteria, a la que no juego, pero sólo aceptando a priori el gordo, pues para pedrea, sale más barato y mejor no jugar.

  4. Txus 14 abril, 2011 en 6:49 #

    Yo es que creo que tengo más de mujer que de hombre. También veía sexo en nueva york y las conversaciones sobre sexo en el grupo de amigos no tenían mucho que ver con lo que yo pensaba…
    Eso si, nunca me he mirado la vagina con un espejito :p

    PD: Sobre la verbalizacion del dedo en el culo, imagino que será cuestión de confianza. Con mi pareja hablo de todo lo que nos gusta y nos disgusta sin complejos, aunque quiza si fuese un lío de una noche…

    • Mari Kazetari 14 abril, 2011 en 9:11 #

      Txus, de acuerdo con lo de la verbalización. Lo he puesto un poco frivolamente, pero vaya, está claro que es algo de lo que en una pareja sana no es tabú. Pero sí que creo que cuando conoces a alguien nuevo siempre es como una pequeña barrera a traspasar, jeje.

      Por cierto, creo que en los chicos el equivalente al espejito debería ser explorar vuestra próstata

      Besos

Trackbacks and Pingbacks

  1. Jesus Salomón - 13 abril, 2011

    RT @sexolocos: En defensa de Sexo en Nueva York – Gente Digital http://dlvr.it/NP67j

  2. gentedigital - 14 abril, 2011

    En defensa de Sexo en Nueva York, con @marikatezari http://fb.me/O57TAcO2

  3. AdEdictum - 14 abril, 2011

    RT @gentedigital: En defensa de Sexo en Nueva York, con @marikatezari http://fb.me/O57TAcO2

  4. Morbosas, segunda parte | Mari Kazetari - 22 julio, 2011

    […] Sigo siendo una firme defensora de ‘Sexo en Nueva York’ porque, como conté en su día, de adolescente aprendí un montón de cosas y fue un pretexto para hablar mucho de sexo con las amigas. Por tanto, tuvo el importante papel de romper con el tabú de la sexualidad femenina. Pero creo que tenemos que dar un paso más. Me preocupa que ese estilo ‘Sexo en Nueva York’ nos desempodere más que otra cosa. Me explico: yo veo o leo las variopintas aventuras de esas mujeres, lo liberadas que se declaran, la asertividad que tienen para expresar lo que quieren, lo bien que se manejan con la seducción… Y mi autoestima no sale muy bien parada. Mujeres que se consideran expertas en las artes amatorias, que hacen gala de estar casi siempre lubricadas, que tienen una imaginación desbordante y cuentan al mundo sus fantasías más locas. Me alegro por ellas y me apetecerá leerlas, pero echo de menos encontrar relatos en los que haya espacio para nuestras inseguridades, los cortocircuitos que se dan con las otras personas, los obstáculos que introduce el sexismo, los líos en los que se mete una cuando le da por tener ‘follamigos’. Igual no es tan excitante y trepidante, pero creo que muchas lo agradeceríamos. […]