El cisne negro. El problema no es el ballet, es el sexismo

23 Feb

El cisne negro

El domingo vi ‘El cisne negro’. Me fascinó. En el momento todo era una mezcla de sufrimiento y deleite (masoquismo placentero, vaya), pero es de estas películas que después vas rumiando, sacándoles mucho jugo. Y que quieres volver a ver para quedarte con los matices que la ansiedad y el suspense no te dejaron apreciar. Claro que buena parte de mi flipe tiene que ver con algo que no sabréis de mí: me encanta el ballet clásico (como cualquier tipo de danza, por otro lado). Por ello, me temo que en este post muchas pensaréis que defiendo lo indefendible.

Bueno, habréis leído la sinopsis y, si no, el vídeo es bien claro. Así que paso directa a mis divagaciones posteriores. Las bailarinas de ballet clásico encarnan un modelo de feminidad extremo que también tiene dos caras. La película lo refleja muy bien. El público ve al cisne blanco: están preciosas con sus vestidos vaporosos, gráciles cuando se enamoran; lánguidas y frágiles cuando les rompen el corazón. Pero esas delicadas bailarinas esconden un lado grotesco: pies ensangrentados y deformados por las puntas, desórdenes alimentarios y trastornos de ansiedad, rivalidad… Todo ello muy femenino también.

Todas las críticas han presentado la película como la hermana de El luchador, protagonizada por un deforme Micky Rourke. Pese a que en apariencia pueda sorprender, son películas mellizas, paridas por el director Darren Aronofsky. Se trata básicamente de la misma historia, pero resulta evidente cómo el género del protagonista hace que las consecuencias sean diferentes. Natalie Portman quiere ser perfecta. Le puede el miedo a que otra la eclipse. No come. Es una neurótica obsesa del control. Micky Rourke no sabe medir sus límites. Está enganchado al riesgo. Busca consuelo en el alcohol y los shows de striptease. Es un inconsciente y un irresponsable. Feminidad y masculinidad a la enésima potencia, que esconden a su vez verdades muy poco femeninas (pies monstruosos, vomitonas) y muy poco masculinas (solarium, mechas, depilación).

Volviendo al ballet, un reportaje aprovecha el estreno de ‘El cisne negro’ para hacerse eco del debate sobre si el ballet empuja a las bailarinas a la anorexia:’ La dictadura del tutú’. Es interesante, aunque creo que tiene momentos demagógicos, como cuando dice que Portman tuvo que adelgazar 10 kilos. Claro, es que es una mujer de 30 años encarnando a una bailarina profesional de 20. Ya digo que tal vez mi pasión por  la danza me nuble la mente, pero no comparto esa preocupación por la relación entre ballet y anoréxia. Por un lado, toda disciplina física extrema implica que un porcentaje de quienes la practican caigan en trastornos autodestructivos. La anorexia en el ballet, la vigorexia en la halterofilia, el dopaje en deportistas de élite.

Una de las cosas que define a las anoréxicas es su alta auto-exigencia, cualidad inherente al ballet clásico profesional. Eso se traduce en ensayos extenuantes, y puede llevar a muchas bailarinas a obsesionarse con la delgadez. Por otro lado, es completamente inmoral que la dirección de la compañía presione a la joven para adelgazar más de la cuenta, poniendo en riesgo su salud. Sin embargo, lo cierto es que el ballet es un arte que requiere de una estética. En el reportaje se discute si la estética de la delgadez extrema es o no algo nuevo. No queda claro. En todo caso (y aquí es cuando me echáis la bronca) yo defiendo la estética de la delgadez en el ballet clásico. Así como la danza contemporánea pide cuerpos fibrosos y los bailes latinos voluptuosidad, creo que la danza clásica exige delgadez: su elemento central son esas bailarinas tipo muñequita, frágiles, livianas y delicadas, que se mueven en puntas y vuelan en portés imposibles.

Quien quiera transgresión, también tiene propuestas como el Ballet de Trockadero: hombres con tutú que interpretan los papeles femeninos del ballet ruso parodiándolo (tenéis su vídeo más abajo). Los disfruté el año pasado y me entusiasmaron. Sobre todo cuando abandonaban la sátira y demostraban que un hombre también puede encarnar la delicadeza, la sensibilidad y la fragilidad. Puede parecer que me contradigo, pero no lo creo. Defiendo que tiene que haber espacio tanto para la ortodoxia como para la transgresión.

En todo caso, creo que al hablar de la anorexia casi siempre se simplifica mucho y, como ocurre con la violencia machista, se dirige la atención hacia los casos extremos, sin entenderlos como la punta del iceberg. Y se buscan causas externas que no suponen ponernos un espejo delante. Ahora resulta que el problema es el ballet, algo que a la mayoría de las mujeres ni les va ni les viene.

Sinceramente, no me interesa demasiado si el ballet empuja a las bailarinas a la anorexia. Me preocupa que a la mayor parte de las niñas se las apunte a ballet y a los niños a fútbol. Me preocupa que esas niñas se eduquen en ese ideal de feminidad extrema. Que se las anime a ser frágiles bailarinas en vez de, por ejemplo, aguerridas pelotaris, ciclistas de piernas fuertes o agresivas b-girls.

El ballet no es en sí una mala influencia, como tampoco lo es la moda. El problema es que todo lo que nos rodea y que tiene que ver con la belleza vaya en el mismo sentido.  Cibeles, La Sexta, la Cosmopolitan. Estamos rodeadas de esas mujeres clónicas que se nos presentan como sinónimo de éxito social. La dictadura del tutú sólo me preocupa desde el momento que alimenta la dictadura de la talla 38. Sin esa presión sexista que sufrimos las mujeres (los hombres la sufren también pero de otra manera), si contásemos con referentes diversos de feminidad y modelos diferentes de belleza, el ballet nos parecería un exotismo de cuerpos llevados al límite, como nos lo parece el contorsionismo.

Os dejo con dos versiones de ‘El lago de los cisnes’: una interpretación ortodoxa del Pas de Deux (mi parte preferida; y no me digáis que la bailarina no es perfecta) y, para terminar con humor, los chicos de Trockadero parodiando el Pas de Quatre. Que los disfrutéis.

Be Sociable, Share!

10 Respuestas para “El cisne negro. El problema no es el ballet, es el sexismo”

  1. Lola 23 febrero, 2011 en 22:08 #

    Ay, el ballet… yo tengo un montón de sentimientos ambivalentes al respecto. La verdad es que me produce casi dolor físico la visión de los cuerpos frágiles y machacados de las bailarinas… pero creo q tb es un ámbito que ofrece posibilidades muy subversivas. Al ser un campo con hiperrepresentación femenina, ellas han llevado la voz cantante: Isadora Duncan, Martha Graham, Pina Bausch… Como curiosidad, hace poco que vi la peli «Las zapatillas rojas», y me quedé sorprendida porque el modelo de cuerpo de bailarina que propone tiene poco que ver con lo que estamos acostumbradas a ver.
    Sea como sea está claro que el lenguaje del cuerpo ofrece un maravilloso campo de expresión y de subversión, posibilidades sin límites…. EL CUERPO MANDA. Eso es lo que nos atrae, creo yo.
    Y te agradezco la recomendación de la peli, vi un trailer y me dio un poco de miedo, la verdad, pero creo que iré a verla.

    Bss!

    Lola

    • Mari Kazetari 27 febrero, 2011 en 23:29 #

      Gracias por tu comentario, Lola. Has logrado concretar lo que me fascina de la danza. Efectivamente, veo en las bailarinas (y en los bailarines) un control absoluto sobre su cuerpo y unas posibilidades inmensas para expresar con él. Y sí, eso tiene potencial subversivo. Como todo lo corporal.

  2. Rolando 30 junio, 2011 en 23:43 #

    Hola, tienes bastante razon en tus aseveraciones. fui parte del elenco de un grupo de danza y me aislaron por ser robusto. me desepciono tanto que inicie con la anorexia y llego a un termino casi negativo. Gracias a Dios me di cuenta que mi salud no es un juego y segui bailando, pero respetando mi cuerpo y sus posibilidades. Soy un buen bailarin, robusto, y a pesar de todo hice mi mayor esfuerzo y demostre ser un buen bailarin solo un breve tiempo, es algo que me enorgullece.

  3. alondra 17 julio, 2011 en 3:42 #

    hola yo soy bailarina de ballet y es que la verdad así no es la vida típica de una bailarina. Encuentro que exageran mucho eso y para una persona que no tiene conocimiento en el ballet puede pensar que es así cuando no lo es. A mi la película me gusto mucho en parte, igual una amiga me decía que le gustaba como bailaba ella, en el final, cuando ella casi no bailaba, solo era expresión facial y la piruet era un doble, pero valoro mucho su actuación y el esfuerzo que iso durante un año para obtener el cuerpo de bailarina, sobre todo que es bien difícil el procedimiento para llegaran a ser una profesional, bueno eso gracias chao.

  4. Azul 13 agosto, 2012 en 21:07 #

    Esto es una estupides, siempre quieren desvalorizar a las bailarinas con lo de la anorexia y que son muy perfeccionista, etc. Las bailarinas de clasico no somos anorexicas somos flacas porque es lo que se necesita para poder ejercerlo y ademas lo hacemos porque amamos bailar y no tendrian que decir estas cosas de algo tan bello

Trackbacks and Pingbacks

  1. marikazetari - 23 febrero, 2011

    Reflexiones sobre ballet, feminidad y anorexia al hilo de El cisne negro. http://bit.ly/gkb6aT #marikazetari

  2. June Fernández - 23 febrero, 2011

    Reflexiones sobre ballet, feminidad y anorexia al hilo de El cisne negro. http://bit.ly/gkb6aT #marikazetari

  3. Josu Salvador - 23 febrero, 2011

    RT @marikazetari: Reflexiones sobre ballet, feminidad y anorexia al hilo de El cisne negro. http://bit.ly/gkb6aT #marikazetari

  4. Diana Bernárdez - 23 febrero, 2011

    Sobre todo para quen fumos mirar onte Cisne Negro http://is.gd/Ncu26Y @do_alto e @tania_lombao También para quien quiera otro punto de vista

  5. gentedigital - 23 febrero, 2011

    Si te vas a acercar a un cine a ver 'El cisne negro', lee primero esta recomendación http://fb.me/wqtHNUQo