No hay duda que la jornada electoral del domingo se ha desarrollado con lo que se suele denominar normalidad democrática, aunque en el País Vasco no han faltado incidentes puntuales contra personas. Y me estoy acordando del acoso a Pachi López y los silbidos al ínclito Rodrigo Rato. Bien mirado, ni siquiera puede considerarse como incidencia, pues incidencia hubiera sido si nada hubiera sucedido, sobre todo en el rincón vasco.
En Galicia no se ha producido ninguna novedad. Ha sucedido lo esperado después de cuatro años de abusos, represión y malos modos por parte del Bloque Nacionalista Gallego que ha arrastrado al Partido Socialista a la ruina. La forma de gobierno del bipartito ha sido una actuación de miserables e irresponsables. El colmo de esa miseria han sido las múltiples quejas de afines al bloque sobre la televisión gallega y la invasión callejera con consignas de agresión y terror.