Ahí tenéis la dejadez de un Ayuntamiento como el de Portillo. Nunca tanta desidia se había visto en el que fuera el tercer Ayuntamiento más rico de España. Los cables se cuelgan de cualquier parte, lo mismo da que sea una trasera, un sustentante de metal o una caja eléctrica. Vergüenza y más vergüenza. Pero hay más.
No me digan que no ven con claridad la chapuza aludida. Es inconcebible el tiempo que lleva así el cableado. El Ayuntamiento acabará haciéndose acreedor de que «Nunca tan pocos hicieron tanto daño a una localidad». Y si no hay sitio donde sujetar el cable, pues se ata a los testículos del alcalde, señores. ¡¿Qué más da?! Una vez más: de pena y de vergüenza. Pero hay más.
Miren la foto. La unión de dos calles es un salto de bordillo. Y así lleva dos años, pero el Ayuntamiento no lo ve y, si lo ve, sigue la política del avestruz: Irresponsable, mediocre, aturdido y mediopensionista. ¿No hay nadie en el Ayuntamiento de PORTILLO que ponga orden donde no lo hay?.
En fin, ahora vas y lo cascas. «Ubi est tesaurus tuum, cor tuum». Pero hay más.
Es la misma foto, pero más concreta en una de sus partes. Es el típico reventador de ruedas para automóviles, obra de la desidia y de la estupidez mediocre de algún constructor, con el consentimiento de quien paga; es decir, del pagano. Así consiguen unir una calle con una semiplaza o, mejor dicho, un espacio reducido donde confluyen dos calles con la carretera de Iscar.
¿Que no es una chapuza? Pues… ¡por Dios, pónganle un nombre apropiado!. ¿Tal vez putada? ¿cabronada? ¿esperpento? ¿mediocridad? ¿absurdo? ¡Menudo cachondeo!
Pero no es todo: semanalmente, pondremos una brutalidad de esta localidad vallisoletana. No se preocupen que hay más chapuzas que semanas.