Me inclino por la vacunación sin reservas, pero no olvido el necesario mantenimiento de la libertad de hacerlo o negarse a ello.
Por Jesús Salamanca Alonso / La vacunación forma parte de la solución a la tragedia que estamos viviendo desde marzo 2020, agudizada por la nefasta gestión de un Gobierno parasitario, ineficaz, cargado de muertos y capaz de ocultar más de 30.000 cadáveres, según los tribunales. Con esos datos, y siguiendo los criterios que la izquierda siguió con el Ébola, juzguen ustedes si deberíamos decir que tenemos un “Gobierno asesino”. El mío es muy claro y afirmativo. Y si no, que se lo pregunten a quienes han vivido la tragedia en sus carnes, como mi admirado e ínclito amigo, Ignacio F. Candela, quien lo sufrió en primera fila y en familiares de primer grado de consanguinidad.
No hay duda de que el hecho de vacunarse, o no hacerlo, es una decisión personal. No es obligatorio pasar por la vacuna. Es evidente que no se puede forzar a nadie a ello, pero si vacunarse es parte de esa solución que llevamos meses buscando, ya me dirán de qué es parte no hacerlo. Lo triste es comprobar que hasta las ideologías han jugado su partido y doy fe de que ha sido nefasto. Han podido influir los politiqueos y los precios de las vacunas, además de que –según las franjas de edad– se pongan las procedentes de una farmacéutica u otra. Sigue leyendo
Tras las aclaraciones y la nueva confianza que generan tanto AstraZeneca como Janssen, ahora es PFIZER sobre la que se recaen las dudas y críticas dada la enorme cantidad de trombos que se vienen produciendo. Parece que la discrepancia va por barrios y que Pfizer y Moderna tienen peligrosos errores de fabricación
Por RAMROCK/ Yo no. Yo, desde luego, uso mi libertad para no vacunarme y espero que no se cumplan muchas de las aparentes amenazas que se ciernen sobre esa libertad.